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Loreen con 'Tattoo' (Tatuaje) era la favorita desde el primer minuto de los entendidos en la ciencia eurovisiva y de las casas de apuestas. Y así fue desde el momento en que los jurados de los países empezaron a votar y a adjudicarle «twelve points», ... incluido España. Al final, cuando el voto de los espectadores empezó a alterar la clasificación, su triunfo se vio amenazado por el rapero finlandés Käärijä y su 'Cha Cha Cha', entre la broma a lo Gangnam Style y la épica metal de Rammstein. Al final, Finlandia quedó segunda seguida de Israel e Italia. Lorine Zineb Nora Talhaoui, artista sueca de 39 años de ascendencia bereber, ya ganó el festival en 2012 con el tema 'Euphoria'. España no pudo repetir el 'chanelazo' de la pasada edición y quedó en una desastrosa decimoséptima posición. Fue el país que menos puntos recibió del televoto: cinco. Para Suecia, es la séptima victoria en la historia del certamen, lo que iguala el récord del país que más veces ha ganado: Irlanda.
Con un chorro de voz y un timbre que recuerda a Lady Gaga, Loreen se lució en una balada que arranca lenta para ir creciendo progresivamente en intensidad. Las redes sociales bautizaron pronto la escenografía de la pieza como 'el sándwich': la cantante aparece tumbada en lo que parece una prensa que al inicio amenaza con aprisionarla y poco a poco se va elevando.
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Vestida como un extra de 'Dune' con uñas gigantes a lo Eduardo Manostijeras y tatuajes de identidad bereber en las manos, Loreen realizó una actuación impecable. La artista, que saltó a la fama tras participar en la versión sueca de 'Pop Idol' en 2004, conoce bien España porque todos los veranos iba a visitar a su familia en Marruecos y pasaba por Málaga y Melilla. En 2017 declaró su bisexualidad y actualmente mantiene una relación con un hombre.
Chanel consiguió con el bronce el mejor resultado de España en muchos años la pasada edición. Claro que tampoco es que la habanera criada en Cataluña lo haya amortizado demasiado y, un año después, es jurado de un talent show de Televisión Española. A sus 33 años, Blanca Paloma, nombre artístico y real, ha reivindicado durante estas semanas el legado de Remedios Amaya, la primera gitana que pisó descalza Eurovisión y que en 1983 cantó en Múnich '¿Quién maneja mi barca?'. Obtuvo cero puntos y quedó en último lugar.
El 'Ea ea' de la artista ilicitana también puede calificarse de flamenco, aunque tamizado por un colchón electrónico y un sonido world music. Al menos, la letra no era demencial como en 'SloMo' en 2022 y entre las palmas y las bases pregrabadas el poderío vocal de Blanca Paloma arrulla a un niño en una nana que también podría pasar por villancico. La canción ganadora del Benidorm Fest, dedicada a la abuela de la cantante, Carmen, sevillana y modista, y de espíritu lorquiano, no es un tema bailable, pero actualiza con gusto el folclore tradicional. Un batiburrillo étnico y pop que Blanca Paloma ejecutó a la perfección para admiración de sus fans, bautizados pichones, y la atención de una Europa que lo contemplaba como una actualización de los espectáculos para guiris en los tablaos flamencos. «Let's fly together, Europe», se despidió Blanca Paloma a pleno grito. Nos fue mejor con el reguetón en spanglish.
Eurovisión debería haberse celebrado este año en Kiev, donde las bombas sigue cayendo. El mismo día en que el presidente Volodímir Zelenski se entrevistaba con el Papa en Roma, los ucranios esperaban repetir el triunfo del año pasado con Kalush Orchestra, que actuaron en la apertura de la final. El folclore de entonces dio paso este año al pop comercial de Tvorchi, un dúo integrado por el cantante nigeriano Jeffery Kenny y el productor ucranio Andrew Hutsuliak. Cantada en inglés, 'Heart of Steel' (Corazón de acero) podría provenir de cualquier otro país, aunque es inevitable entender su mensaje de resistencia en clave bélica.
Liverpool, la cuna de los Beatles, asumió el reto de organizar el evento musical con mayor repercusión mundial, cuya final del año pasado vieron 161 millones de personas (casi 7 millones en España, con una cuota de pantalla del 51%) y que monopolizó 8 millones de tuits solo en la semana eurovisiva. Ucrania estuvo representada por una de las presentadoras, la cantante Julia Sanina, y con postales previas a las actuaciones con rincones turísticos de Ucrania y Reino Unido. Antes de las votaciones se conectó con el país en guerra mientras se interpretaba el 'You'll never walk alone' (Nunca caminarás solo), el himno del Liverpool que suena siempre antes de sus partidos.
26 artistas competían por el Micrófono de Cristal. El palmarés lo decidía al 50% los jurados profesionales de cada país y los votos de los espectadores, incluidos este año los de los países que no participaban, que se sumaban como si fuesen un estado más. Entre las actuaciones delirantes, las austriacas Teya y Selena homenajeando a Edgar Allan Poe en 'Who the Hell is Edgar?' (¿Quién diablos es Edgar?); los australianos 'Voyager', con un Toyota en el escenario; el moldavo Pasha Parfeni bailando con un acondroplásico disfrazado que tocaba la flauta; y los veteranos croatas Let 3 y su 'Mama sc!', un esperpento en calzoncillos que no salvaba ni su mensaje antibélico y antiPutin.
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