Hendrik Röver

Cantante y guitarra de Los Deltonos

«El funcionamiento monolítico de una multinacional es difícil de asumir si tienes ideas propias»

-¿Hacían falta 20 discos para revisitarse?

-Más que una revisitación, porque eran canciones que nunca se habían editado, era más una deuda pendiente con mi falso hermano pequeño.

-No estaban editadas, pero existían con otro sonido, de otra época. ¿Son las que mejor se podían actualizar de lo que había en el cajón?

-Son diez canciones de las cuales ocho las hemos regrabado, porque las probamos en el local y nos sentimos cómodas con ellas. Hay dos más, una remezclada de una maqueta que tenía en ocho pistas y otra de una maqueta de cuatro pistas en cassette.

-Y que están tocadas por la formación original de Hank.

-Eso es, Iñaki García a la batería y Berni Bustillo al bajo. Así cerramos el círculo.

-El resultado, tanto tiempo después, ¿es muy diferente?

-No, porque digamos que esas canciones encajaban con el sonido del segundo disco de Hank, 'Dios Mío Larry', que era un rollo melódico, pero bastante cañero. Al final, esa combinación no no supone ninguna dificultad para nosotros (ríe).

-No supone ninguna dificultad para una banda que se presenta como 'de efectividad probada'.

-Y es cierto. Fíjate que llevamos años y que venga alguien a afearnos algún concierto.

-¿Así lo traduce, el hecho de que en el directo todo esté donde debe estar para que la gente se lleve su dosis?

-Eso es. Somos un grupo muy resolutivo y cumplimos lo que prometemos.

-En esos 25 años, ¿que las canciones sigan funcionando significa que están bien estructuradas?

-Es que al final, estas canciones, me di cuenta de que llevaba tarareándolas desde entonces. Me acordaba de trozos de la letra. Otras cien las he olvidado, pero estas volvían de vez en cuando, con sus estribillos. Hank era más power pop, más pegadizo y por eso regresaban. No es que me encontrara una cinta perdida por ahí, sino que las canciones llevaban conmigo todo este tiempo.

-¿Y qué pasaba en su cabeza al ocurrir eso con tantos discos de por medio?

-Hay unos cuantos, sí. Pero el concepto Hank, como tal, se acabó en el 2000. Durante muchas épocas de Los Deltonos posteriores, esas canciones no hubieran pegado. Dentro de nuestro eclecticismo relativo de todas las ramas del árbol de raíces americanas, hubiera quedado un poco raro, pero ahora mismo resulta natural.

-Si eso hubiera pasado tan solo una década después, ¿quizá no hubiera pasado lo mismo?

-Sí. Al final fue escucharlas, probarlas y decir; están guay. Vamos a grabarlas. Como sabes, tampoco somos de pensar mucho las cosas. Y teniendo la churrería en casa, no ha hecho falta mucha programación. Son un par de días en el estudio y registrarlo.

-Si bien arrepentirse no es la palabra, ¿le hubiera gustado que Hank siguiera si no hubiera tenido que elegir?

-No. Realmente, la elección no fue obligada, sino por centrar todas las energías en un solo grupo. Es mucho curro y dividirlo en dos era muy difícil. Aunque en realidad era el mismo grupo dividido en dos conceptos y nos decidimos por aquel del que después salió 'Sólido'. Tengo maquetas y hay canciones de este disco de ahora que al final se quedaron fuera y setlist de principios de los 2000 en que ya tocábamos 'Transparente', el segundo single. Nunca ha sido una cosa ajena de coger algo muy raro y sacarlo ahora, sino canciones que siempre han sido de la familia.

-Esa familia que tuvo un paso por discográfica multinacional. ¿Se habría sentido cómodo permaneciendo ahí o si hubieran funcionado de otro modo?

-Tú los has dicho, si el funcionamiento hubiera sido de otra forma. Justo lo que es muy difícil de asumir si tienes un poco de inquietud o ideas propias es el funcionamiento monolítico, ya entonces, de las multinacionales. Ahora ya llevo tanto tiempo fuera de ahí que no sé ni lo que hacen. Ni me importa. Digamos que no era una forma muy cabal de trabajar.

-Dice que una de las claves para llegar aquí es olvidarse de lo que esperan los demás.

-Para empezar, tienes que ser egoísta, entre comillas, y estar muy de acuerdo, sobretodo contigo mismo. Olvidarte de lo que alguien pueda esperar de ti, porque nunca llueve a gusto de todos.

-¿Cuándo entendió que esa era la manera?

-Hace décadas (ríe). Lo más cerca que estuvimos del concepto de funcionamiento de multinacional fue con 'Horizonte eléctrico', pero justo cuando las peluqueras empezaron a tararear la canción, Dro decidió apostar por el siguiente single de Laura Pausini o quien fuera en ese momento y no hubo otro empujón.

-¿Cómo ve el eterno debate sobre la precariedad en el sector?

-Al final hay una cosa clara; la gente solo irá a ver tus conciertos si les propones algo que les interese. Ese es el único secreto, el único truco y la base de todo. La lucha es conseguir recordar a tu público que haces cosas que ellos pueden disfrutar. Entonces irán a verlo, comprarán tus discos y habrá una conexión. Solo tú puedes remediarlo, salvo que vayas a la ultamegapromoción, que no es el caso porque hablamos de working class grupos.

-Cuál de las dos partes es más exigente; ¿hacerlo o defenderlo después?

-Ahora, lo más difícil es conseguir y mantener los quince segundos de atención de la gente en redes. Hay tantos estímulos que tienes que conseguir esos chispazos de conexión.