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Érase una vez una ciudad industrial norteamericana, Chicago, donde en 1959 se vivía toda una cultura obrera mezclada con el más puro estilo del American Way of Life. En uno de sus institutos -la imaginaria Rydell High School- una pandilla de estudiantes termina etapa educativa ... donde lo más importante no es el estudio y sí el grupo, los amores, los coches, las fiestas y sus bailes. Esta es la época y sus circunstancias en la que Jim Jacobs y Warren Casey situaron en 1971 un musical de gran éxito, mayor todavía en la adaptación al cine de 1978 con John Travolta y Olivia Newton-John como protagonistas. El 50º aniversario del musical -52º, más bien- es el motivo para una nueva versión española que durante tres días ha llenado la Sala Argenta del Palacio de Festivales. La adaptación ha seleccionado 19 números musicales, readaptado al español las canciones y rehecho los diálogos. Ahora, los veinte jovencitos de 'alta escuela' del noroeste de Chicago parecen un grupo de adolescentes de bachillerato españoles, sin muchas ganas de estudiar y pendientes de lo que unos dicen de otras y otras dicen de unos. La misma vida 'académica' en uno u otro siglo. El musical comienza con una canción número 0, un preshow. Difícil explicar lo que puede ser un número cero, pero digamos que fue la presentación ruidosa de un locutor -que dice llamarse Vince Fontaine- que recuerda que cada noche se cuela en tu habitación, que va a hablar de amor y que no se lo digas a tus padres, mayoritarios entre el público. Es verano y en su lugar playero (¿en Illinois?), Sandy y Danisuco (infiltrado cántabro en el papel de Danny Zuko) se quieren. La atronadora música a gran volumen acústico del conocido tema 'Grease' rompe idilios y llena de ritmo más de dos horas de espectáculo. Cada escena ha sido cuidada en coreografía y estudiado atrezo, sean unas versátiles taquillas metálicas como fondo o un inmenso gato hinchable que no puede más ante tanto rock-and-roll. Las canciones se suceden veloces y las situaciones dialogadas son meros pasajes para el lucimiento de veinte bailarines, a veces cantantes. Destacan, como parece lógico, Mia Lardner y Quique Niza, dos protagonistas de buena voz y mejor danza. También el convincente actor Carlos Solano en su papel de veterano locutor. Un musical que vive de la nostalgia presentada con un barniz atemporal que no deja de ser retro. Se agradece la música en directo, aunque sea excesiva en volumen sonoro que hace indescifrables algunas letras. Como viene siendo habitual, suspenso en marketing: no hay programa de mano, ni photocall para recuerdos, ni una bienvenida agradable dentro o fuera de la sala; precios 'high' sin contrapartidas. 'Grease' es recuerdos, números de baile intensos, música reconocible en otro idioma. mucha gomina y un mensaje final: «Esta vida es un continuo ensayo y error». Razón tiene el guionista.
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