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PILAR G. RUIZ
santander.
Jueves, 17 de noviembre 2022, 01:00
Curtido en cientos de escenarios, con varias vueltas al mundo en su haber, intérpretes que dan vida a sus piezas desde Estados Unidos a Eslovenia, premios acumulados y docenas de alumnos a los que transmitir su pasión, Gorka Hermosa se planteó «escribir una carta a ... los Reyes Magos».
Si se metía a grabar un nuevo disco, el número 13, tenía que ser con algo realmente estimulante. En esa carta puso dos nombres. Y la magia ocurrió. No exactamente desde el Oriente, pero a Cantabria llegaron Carles Benavent y Tino Di Geraldo, dos capos de la fusión musical y el estilo propio que se han unido a Hermosa y a Garikoitz Mendizábal para pergeñar un nuevo álbum.
Mendizábal al txistu y Hermosa al acordeón se conocieron hace cuatro años y tras varias colaboraciones, se unieron en este proyecto, en el que ambos han ejercido como compositores. Un concierto en el Rvbicón sirvió de toma de contacto con las dos figuras nacionales. Una cerveza en común propició la relación y el empuje de Marcos, dueño del local, llevó a Hermosa a proponerles sumarse al trabajo. «Se dejaron embaucar y aquí estamos, en un sueño». Un sueño que ha tenido Cabuérniga como centro de operaciones y el estudio Vumeter, en Cabezón de la Sal, como escenario para la grabación.
La grabación les dejó con la sensación de un «trabajo bien hecho» que completaron con dos días intenso metidos en el estudio, prueba del dominio de estos cuatro experimentados artistas. La última jornada sonaba a rumba, bulería, fanfarrías... Inspirado en Piazzola, otro de sus referentes, Gorka Hermosa se planteó copiar su modelo de mezclar música tradicional con jazz, con música clásica... «Todos los temas están en medio de esas tres cosas; folclore a veces flamenco, a veces vasco, a veces urbano». Con el aire de jazz de Benavent y Geraldo y la formación clásica del acordeonista, unida al manejo de la tradición del txistulari. Una combinación compleja, pero efectiva.
«Intentamos que sea algo natural, no algo forzado o un invento de laboratorio. Que sea fluido, que haga bailar, porque si te mueve, significa que está bien», explica Benavent.
Hay un tema dedicado a Paco de Lucía, figura imprescindible para todos ellos. Benavent y Di Geraldo tocaron con el guitarrista durante más de 20 años, que para Hermosa es «el mejor músico español del siglo XX con Falla, probablemente». «Un músico tan estratosférico que ¿a quién no le llega eso?».
Todos ellos comenzaron a tocar pronto, en la adolescencia, aunque, como bromeaba el bajista catalán «los buenos concertistas empiezan a los siete». Como docente en el conservatorio Jesús de Monasterio, una verdadera vocación para Hermosa «el escenario es muy hedonista, pero si lo que haces le vale a otros chavales, les regalas una pasión y una profesión es maravilloso, me llena mucho».
Cada uno de los músicos anda metido en varios proyectos en paralelo. Di Geraldo lleva 30 años con Luz Casal y ha hecho cuatro discos en solitario, en ideas que han ido surgiendo. «Hay que ir reinventando cosas continuamente», dice. También por la necesidad de trabajar: «Esto no es un hobbie sino de lo que llenamos la nevera y de lo que comen nuestros hijos», argumenta. Aunque, critica «a los músicos españoles no se nos considera trabajadores, sino saltimbanquis». Como tantos otros artistas, fijan la mirada en la cercana Francia y su respeto hacia el arte. «Son muy de cuidar lo suyo, mientras que aquí siempre gusta más lo de fuera», añade Benavent. Una sensación que han tenido siempre y que ha mejorado un poco con los años. «Antes en los festivales de jazz ni aparecíamos», ejemplifica. «Los que no somos funcionarios, que éramos hippies y fuimos autodidactas, sin saber ni leer una partitura, estamos en la jungla; si tocamos hoy tenemos para comer y si no, no», dice el percusionista, a lo que el bajista añade: «La pandemia no ha cambiado tanto las cosas, aparte de estar confinado, porque para los músicos siempre ha sido un poco así, con épocas muy buenas y otras muy malas». «Es el precio que pagas por la libertad de hacer lo que quieres y no tener un jefe», concluye Benavent.
Mientras de fondo suenan una y otra vez los cortes con los que Javeta López va construyendo un todo, los tres músicos hacen el ejercicio de imaginarse a sí mismos ante la amplísima variedad de herramientas de investigación y aprendizaje que ofrecen las nuevas tecnologías. «Muchas veces pienso que si hubiera tenido esos tutoriales, para tocar la guitarra o hacer un tejado, con trece años, habría aprendido cosas que he aprendido con cuarenta».
«Yo no tengo ninguna nostalgia -dice Benavent- Tuvimos que espabilar y gracias a eso aprendimos a hacer cosas que no se hacían». En su caso tocar el bajo eléctrico, imitando a otros guitarristas, hasta convertirlo en una seña de identidad. «Hice mi camino gracias a esa dificultad y toco a mi manera, porque si hubiera estado en Berkeley, habría salido tocando como todos los alumnos de allí». Porque de eso tienen mucho ambos, como destaca Hermosa. «Aunque toque música noruega se nota que es Carles y aunque toque música hawaiana se nota que es Tino». Lo mismo le ocurre al acordeonista, al que llaman desde otros países para aprender las técnicas que ha desarrollado con su instrumento.
Instrumentos que le gusta sacar de contexto. «El txistu me parece horroroso, pero me encanta lo que ha hecho Gari, que es renovarlo por completo, algo que hace quince años no podía imaginar nadie». Todos ellos tienen en común haber sido pioneros en salirse de los modelos tradicionales y hacer aportaciones.
El resultado de este trabajo conjunto comienza ahora la fase de mezclas y se publicará en 2023. De momento, el título lo tienen: 'La revolución de las raíces'. Significante y significado van de la mano.
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