Con puntualidad británica y «a través de los ojos»; también con palmas y un ruedo lleno pero no masificado. Lo que podría decirse en equilibrio, vaya. Así comenzó el primer concierto del último ciclo musical programado este verano en la capital cántabra y, podría decirse, ... en casi toda la región. Lo hizo con Galicia como telón de fondo, con las canciones de Andrés Suárez y Luz Casal, y celebrando ambas trayectorias sobre el escenario. El primero, resaltando el privilegio de poder tocar con una artista consagrada como Casal; la segunda, diciendo sobre Suárez que le espera un gran futuro.
«Buenas noches Santander, es un orgullo para mí estar aquí y que la Plaza de Toros vuelva a hacer conciertos», saludaba el gallego a la tercera canción. «Imagínense el privilegio que siento de tocar aquí 16 años después de haberlo hecho en 'La Casa del Abuelo', cuando éramos sólo 3 en los conciertos. Viva la música. Bienvenidos».
El recinto de la Plaza de Toros acogió anoche al concierto del de Pantín (Ferrol) con luz propia, tenue pero íntima, llenando progresivamente las gradas y aplaudiendo —el público— siempre que así lo sintieron, siendo uno de esos momentos estelares la salida de Rulo al escenario para cantar 'Números Cardinales': «En estas tierras tengo un amigo que quiero mucho y uno de los mejores compositores de este país, mi hermano Rulo»; otro cuando se nombró a Pablo Milanés sobre el escenario: «Fue alguien que me ayudó cuando yo cantaba en el metro»; el tercero, y quizá el más alegre, cuando el escenario se convirtió en una batucada antes del 'bis' y, el cuarto y más emotivo, cuando el cantante interpretó 'Benijo' sin ayuda de ningún micrófono, sólo con su guitarra, haciendo suyo el recinto con nada más que su voz.
De ese metro en Madrid al escenario de anoche han pasado nueve discos, un Malecón, algunas canciones y seguidores que a ratos han dejado de serlo y que ahora han vuelto a engancharse. Lo han hecho en el 'Viaje de Ida y Vuelta', el noveno disco que el artista presentó anoche en Santander y del que, precisamente, sonó 'Valientes', un reggae para contar la historia de una pareja de Salamanca a la que el parkinson les ha puesto una lucha en su camino. Después de ese tema, y tras conversación del gallego con las primeras filas del ruedo, «el resto del concierto va dedicado a Elba». La espectadora, claro, feliz.
Luz Casal homenajea a las mujeres de su vida
A las 23.00 horas, tras media hora para el cambio de instrumentos y el despliegue escénico, la de Boimorto se subió a las tablas y llenó un recinto tan simbólico como la plaza, 'el templo' —según para quién—, para demostrar que otras artes son posibles en él. En forma y fondo: «Gracias por invitarnos a pasar esta noche con todos vosotros. Es una oportunidad poder ofreceros nuestras canciones, las nuevas, y las que tienen más tiempo. Hemos venido decididos a entregar nuestro corazón, cabeza y cuerpo para que os emocionéis, cantéis, bailéis y todo lo que queráis». Y así fue.
Con un repertorio en el que hubo espacio para las canciones de su último disco, 'Las Ventanas de mi Alma', y también para los temas que han marcado su discografía, Casal salió a escena abriendo una ventana gigante, como esas ventanas que marcan límites entre lo de fuera y lo de dentro, para dar cuenta de estar en un buen momento vital y hacer un guiño no sólo a ese último trabajo, sino también a su público. No en vano, ya lo canta en 'Inocencia', el segundo tema de su álbum más reciente: «Quiero dar un golpe de timón, cambiar de dirección. Voy a dar un golpe de timón y abrir de par en par, ventanas al azar».
La verdad sea dicha, mejores palabras que las de la propia Casal no van a encontrar en esta crónica.
¿A destacar de anoche? Su manera de sentar cátedra al cantar; la contundencia de un discurso en pro de la igualdad que siempre ha llevado en la garganta; la manera en que incorpora elementos de su afición, la danza, a su puesta en escena, y un largo etcétera que por mucho que les contemos, será mejor que lo vivan en primera persona si tienen ocasión, aunque aquí estemos para contarlo y debamos mencionar que anoche, ese discurso feminista tuvo especial protagonismo y relevancia en el mural que apareció tras la artista con los rostros de «las mujeres que han iluminado mi camino». En él, Edith Piaf, Janis Joplin, Patti Smith, María Callas y, una cara y nombre por encima del resto, Matilde Paz. «Soy su hija», sentenció la cantante. Y la plaza aplaudió.
Por estar en Cantabria, la gallega también quiso mencionar a quien ya saliera al escenario: «Aprovechar desde aquí para agradecer sus virtudes, que son muchas, a alguien a quien queréis mucho por aquí. Gracias Rulo». Y a pesar de que alguno de los asistentes se quedó con ganas de que el campurriano saliera a cantar, el doblete, finalmente, no fue.
Con 'Hola qué tal' la cantante conversó en pleno directo con Nazaret, una aficionada de Cambrils que, emocionada y por línea telefónica, se llevó el aplauso de toda la plaza: «Necesitamos tu música en este mundo, por favor no lo dejes». Ese, junto a los 2.800 asistentes coreando a pleno pulmón 'Rufino', 'Piensa en mí', 'Te dejé marchar' y 'Loca', —con el lanzamiento de balones rojos desde el escenario al público que no terminaron de encontrar su sitio en el recinto—, es el mejor cierre que una puede ofrecerles. Eso y que, no cabe duda; Luz Casal sigue siendo rocanrol y, sobre el escenario, no le importa nada.
Que así siga siendo.
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