María Rodés canta a las brujas del mundo

'Lilith' (2020) es el último trabajo de la compositora, un disco compuesto por nueve canciones que congregó en el auditorio del Centro Botín a algo más de un centenar de personas dispuestas a entender la cumbia, la ranchera y la copla como géneros narradores de historias, cuanto menos, curiosas. Y si no, que levante la mano quien ya conociera de antes el nombre de Maria Sabina, la curandera mexicana que hacía ritos chamánicos a la que iban a ver Los Beatles y protagoniza el quinto tema del disco: 'La Extraña'.

El evento, que formaba parte del ciclo 'Música abierta. Momentos Alhambra' trajo a la capital cántabra el aquelarre formado por Marta Roma (cello), Marina Tomás (guitarra eléctrica) e Isabelle Laudenbach (guitarra española), que junto a Rodés interpretaron durante hora y media un cancionero lleno de mujeres —brujas, a mucha honra— a las que en tiempos pretéritos relacionaron con la magia negra y que, a su manera, se opusieron a las presiones sociales a lo largo y ancho de la historia.

Los temas que allí sonaron, tanto del disco más reciente como de trabajos anteriores, fueron sucediéndose con sus correspondientes explicaciones hasta que a mitad de concierto la conversación densa cedió el turno de palabra al humor con una petición por parte del cuarteto: «estamos de espaldas a estas maravillosas vistas, así que si pasa un barco nos avisáis y hacemos una pausa en la canción para admirarlo». El público, obediente, avisó en repetidas ocasiones. Es lo que tiene ponerse a tocar en hora punta marítima.

Esa risa compartida entre quienes están encima del escenario y quienes están debajo es la que determinó cómo de positiva fue la jornada, y la presentación de 'Lilith' supo alcanzar el equilibrio perfecto entre humor y música. Quizá sea esa una de las virtudes de esta propuesta sobria y amena al mismo tiempo: interactuar con el público en su justa medida para hacerlo partícipe. Aunque escuchar decir a la artista que quiere vivir en Santander también ayuda.

A medida que María Rodés y sus músicas fueron interpretando 'La Bruja', 'Pelo Rojo' o 'Carta al diablo' (no, no hablamos de Miguel Bosé), la lógica iba imponiéndose y fue más fácil concordar con la crítica de otros medios al asegurar que este es uno de los mejores discos creados en clave nacional. Lo que pasa es que, como tantas otras veces, tardaremos unos años en darnos cuenta.

Versionadas Lola Flores ('Pena, penita, pena') y Cecilia ('Me quedaré soltera'), la ración doble de emoción la puso el homenaje póstumo al recién fallecido Franco Battiato. Mirándose entre ellas, y haciendo las cosas como quien ofrece su honestidad al mundo sin esperar nada a cambio, Marina, Marta, Isabelle y María entonaron 'Pobre Patria', «un homenaje de última hora» al artista italiano. Un tema, dicho sea de paso, que nunca tendrá las suficientes reproducciones mientras sigamos siendo testigos de crisis migratorias que nada tienen de humanitarias: «en esta tierra que el dolor ha devastado, ¿acaso no sentís nada de pena ante esos cuerpos tendidos sin vida?».

María Rodés lleva diez años de carrera. Durante el camino ha compuesto seis discos en los que ha investigado sobre astronomía como homenaje a un familiar vinculado con esa disciplina, pero también en los que ha musicalizado la historia de amor entre una luciérnaga y una estrella y, por si fuera poco, en los que ha escrito cartas al mismísimo Lucifer. Esas, como tantas otras, son las maneras que tiene la cantautora de abordar el misterio en cada una de sus composiciones. Tras verla actuar en el Centro Botín, solo queda preguntarse desde qué arista lo hará en su próximo disco.