Mediterráneo y los clásicos
Crítica de discos ·
El álbum, un homenaje a la que quizás sea la mejor colección de canciones jamás escritas en castellano, es una idea de Amaro Ferreiro producida bajo la finura de Ricky FalknerSecciones
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Crítica de discos ·
El álbum, un homenaje a la que quizás sea la mejor colección de canciones jamás escritas en castellano, es una idea de Amaro Ferreiro producida bajo la finura de Ricky FalknerEn un mundo con cada vez más focos y ventanas, las persianas son un lujo. Por eso, los grandes empresarios suelen ir con dos teléfonos en el bolsillo de la americana. Uno es un IPhone que consigue los contratos y el otro, un Nokia que ... los cierra. Algo similar ocurre en los westerns, donde a la hora de jugarse la vida, se empuña siempre el revólver que más pólvora ha conocido. Son esas pequeñas decisiones las que hacen de lo clásico lo imprescindible. También ocurre en la música. En plena tormenta de lanzamientos capaces de difuminar la línea entre lo talentoso y la pura farsa mercantil, la mano ganadora sigue estando en los clásicos. Es eso lo que hace de 'Hijos del Mediterráneo' un disco al que acudir para refugiarse de la duda.
El álbum, un homenaje a la que quizás sea la mejor colección de canciones jamás escritas en castellano, es una idea de Amaro Ferreiro producida bajo la finura de Ricky Falkner. Es conmovedor contemplar como en plena partida por ver quién sube más la apuesta de lo excéntrico, dos locos geniales reivindican la grandeza de lo clásico.
Ferreiro y Falkner trenzan una jugada que Andrés Calamaro, Jorge Drexler, Iván Ferreiro o Eva Amaral ejecutan, como casi siempre, con una facilidad insultante.
Delanteras míticas al servicio del gol, que diría el '10'. Si algo se le puede reprochar al disco es que asume pocos riesgos y apenas se desvía de la senda trazada por Joan Manuel Serrat en 1971. Por lo demás, es puro disfrute.
Cada intérprete toma una canción con la ilusión de una primera cita y la responsabilidad de una relación consolidada. No es para menos. 'Mediterráneo', que se concebió originalmente bajo el nombre que ahora luce su relectura, es una obra tan inabarcable como brillante, atemporal y vanguardista, estantería vitalicia para innumerables recuerdos. No hay verso que falle, no hay bala perdida, tampoco acento fuera de lugar. Como las líneas de Nazca, la precisión del disco solo se entiende desde la asunción de una ayuda divina. Que una persona haya sido capaz de crear composiciones en un mismo espacio-tiempo como 'Tío Alberto', 'Aquellas pequeñas cosas' o 'Qué va a ser de ti' conserva la esperanza y ahuyenta los fantasmas de la industria.
'Hijos del Mediterráneo' ofrece luz por calidad, pero también invita a preguntarse por qué este tipo de obras han dejado de ser comunes, al menos en cuanto a forma y pretensión. Resultan cada vez más escasos los discos de trasfondo, las invitaciones a pensar y a emocionarse con lo escrito. No es casualidad que este nuevo trabajo haya sido orquestado por Amaro Ferreiro. Él, junto a su hermano Iván, pertenece a una estirpe de músicos que siguen viendo el oficio con el respeto a la obra por encima del artista, una perspectiva en peligro de extinción. Podría ser cuestión de pureza, pero es, como casi todo, cuestión de prioridades.
Un repaso a las listas de discos más vendidos es suficiente para entender que, pese a ser España el país con más expertos en exhumaciones por metro cuadrado, el arte se nos ha vuelto a olvidar bajo tierra. Mientras, los contados supervivientes que han logrado encontrar el hueco, luchan por salir de la segunda fila sin perder pureza en el camino. Es el arte entendido como todo aquello capaz de generar sensaciones, recuerdos y trascendencia lo que está en el recuerdo. El arte entendido como revolución. Eso fue y es 'Mediterráneo', un alma que permace intacta en su relectura pedagógica. Al final, solo era cuestión de volver a los clásicos.
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