Memoria viva de la 'movida' cántabra

Precisamente contra el prejuicio de que «aquí no pasó casi nada y lo poco que pasó fue por imitación de la movida madrileña» nace este libro, 'Los orígenes de la cultura pop y rock en Cantabria' (Estvdio), una obra monumental con más de cuatrocientas páginas a todo color en la que se repasa no solo la aventura musical de cerca de multitud de bandas surgidas en la región, sino cómo ese espíritu renovador trascendió a todos los estamentos de la sociedad, empezando por los creativos y terminando en los más insospechados: «músicos, artistas, fotógrafos, camellos, camareros, dueños de bares…». Y todo eso, aquí mismo y mucho antes de que se empezase a hablar de inclusión o globalización.

Tras sacudirse la etiqueta de 'Marejada cántabra', bajo la que el autor no parece sentirse muy cómodo, Pellón emprende el recorrido del rock regional en la Cantabria de los años sesenta, con precursores con Los Vándalos o Los Latones, para continuar con los setenta y el rock progresivo de Ibio y Bloque, antes de arrancar con un recorrido año a año, desde 1977 hasta 1990, donde cada año ocupa un capítulo, con artículos sobre los grupos más destacados del momento. También la década de 'los 2000' tiene su espacio, donde Marcos Casal habla de sus veinte años en La Sonrisa de Julia, y Edu Karma rememora la historia de La Fuga, en un texto que seguramente resultará controvertido.

Cada bloque cronológico aparece encabezado por una sección recurrente, 'Cosas que ocurrían…'; en 1981 sería el golpe de estado, y en 1983 el país se escandalizaba porque en TVE aparecieron Las Vulpess cantando 'Me gusta ser una zorra'. La broma le costaría el trabajo al director del programa Caja de Ritmos, Carlos Tena.

Aunque tal vez una de las 'cosas' más importantes que ocurren en este periodo sea la ocurrida en mayo de 1977, cuando el periodista Federico Llata Carrera habló en Radio Cantabria sobre una nueva corriente musical que arrasaba en Londres, el punk rock: chupas de cuero negro con remaches metálicos, cadenas, pantalones rotos, collares de perro y pelos de colores «tiesos como las púas de un erizo». Luego, el locutor tuvo la osadía de pinchar 'God save the Queen'.

Aquel día, el adolescente Jose Pellón y su madre estaban escuchando el programa. Ella apagó la radio desencajada: «¡Es una vergüenza!». Pellón, en cambio, se había quedado con un dato muy importante: aquellos músicos apenas sabían tocar, y le pareció hasta sencillo imitar su sonido. Así que tras un paseo por el trastero familiar decidió reclutar a sus amigos para fundar una banda «como los Sex Pistols». Serían los Speed Punk Rock, de Torrelavega. La semilla de la rebeldía juvenil no solo estaba plantada, sino germinando y a punto de florecer.

Pero no solo Pellón ejerce de autor en este libro, sino que casi todos los capítulos son narrados en primera persona por sus propios protagonistas. De Fran Rodríguez de Mampi y los Egoístas, Javier Calvo de Dolmen o Carmelo López de K2 hasta Javeta de Varsovia, son los músicos quienes cuentan su historia. Y no solo, porque también aparecen periodistas y djs como Charly Charlón o Luis Avín. Una nómina apabullante, con testimonios de primera mano y, además, profusamente ilustrada; no solo aparecen fotos de los grupos y locales de la época, sino también toda esa 'memorabilia' que tanto fascina a los seguidores del género, desde carteles y entradas de conciertos hasta las primeras maquetas en cassette de las bandas.

El libro resulta, además, una auténtica caja de sorpresas. No solo por el juego del 'quién es quién' al que probablemente jugarán todos los que vivieron aquella época, sino porque también está lleno de pequeñas anécdotas; aparece, por ejemplo, Carli, «el más punki de Torrelavega' que, curiosamente, «era hermano de Poti el de la tele». O la batalla campal que cuenta Carlos 'el Caribeño' durante de Melopea un concierto en Bilbao, cuando unos punkis tiraron botellas al grupo y Pellón se las devolvió desde el escenario.

Claro que el rock y el pop no son tan solo estilos musicales, sino expresiones artísticas multidisciplinares. Así, aparecen por las páginas de este libro artistas como los pintores José Luis Mazarío, Tori Artrock y Jesús Alberto Pérez Castaños, o los creadores audiovisuales de Konieck Factory. Precisamente uno de ellos, el sociólogo y editor Esteban Ruiz, aporta en un artículo un análisis riguroso y muy ilustrativo de la 'movida' como fenómeno cultural: una generación que afronta su post adolescencia en plena crisis socioeconómica y conquista el bar como territorio y la noche como hábitat natural, y que opta por una estética libérrima y rompedora como signo diferencial. Y a cada lado, los dos grandes peligros de la época: la tentación de las drogas y las fuerzas políticas tratando de domesticar y sacar partido al movimiento, mediante la «movida promovida».

Medio siglo más tarde, aquella contracultura tal vez se haya convertido ya en alta cultura, y como tal le rinde homenaje esta obra de Jose Pellón que llegará en los próximos días a las librerías de la mano de un clásico, la editorial Estvdio. Publicada con una ayuda de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Cantabria, la presentación, programada para el próximo lunes a partir de las 19 horas en la librería Gil de Santander, promete ser toda una 'movida'.