Multitudinaria respuesta a la llamada de las músicas urbanas en Santander

Otro ejemplo de esa respuesta: casi dos mil personas acudieron a la 'pre-party' que se celebró el jueves en el centro comercial Peñacastillo como antesala de lo que serían los dos días de conciertos. «Lo habitual es que acudan 200 ó 300 personas», señalan desde Mouro Producciones y Negrita, promotores del evento. «Es un público ansioso», detallaban.

A última hora del jueves, Cruz Cafuné causó baja por enfermedad y fue necesario reorganizar los horarios del primer día. Samantha, una artista que se dio a conocer en la última edición de 'Operación Triunfo' abrió fuego en el escenario Aroma King. «Qué emocionante venir hasta aquí y oirles cantar en mi lengua», dijo la valenciana. Algo parecido a lo que poco después afirmaría La Pantera, uno de los traperos que está despuntando en las Islas Canarias, cantera para el género. «Vengo de la otra punta del país y ustedes me lo cantan todo». Porque sí, frente al escenario, cientos de jóvenes coreaban las rimas sobre unas potentes bases, algún que otro acople de sonido, autotune, humo y más de una nota fuera de su lugar de afinación.

El viento arreciaba complicando la vida del personal que trabaja en el evento -más de 200 personas-. «Es mejor la lluvia que estas ráfagas que lo complica todo», indicaban desde producción. Las capuchas de las sudaderas y las infinitas gorras hacían su función protectora.

En la entrada del recinto, Daniela, Julia, Estela y Dani, vecinos de Bezana, con la cara pintada de purpurina y 15 años de edad, se preparaban para una larga noche de música, con las ganas puestas en la noche de hoy para ver al internacional y millonario en reproducciones digitales Bizarrap.

Entre notables medidas de seguridad, en el exterior del imponente recinto, en el que cabrían según estimaciones, hasta 25.000 personas, Policía Local y Nacional controlaban los accesos, el aparcamiento y apoyaban al personal de seguridad en las colas de acceso. Hasta las once de la noche era posible salir y volver a entrar al complejo. Fuera, entre los arbustos y los maleteros, el botellón era norma.

Los autobuses lanzadera que iban llegando a la zona cargados hasta los topes cada media hora, se alternaban en el aparcamiento con padres y madres dejando a sus retoños adolescentes a las puertas del recinto. Adril, Bárbara y Jana, torrelaveguenses de 18 años, eran tres de esos ejemplos. Dentro ya de la explanada, con varias zonas de barras, 'foodtrucks', colocándose los chubasqueros, esperaban que llegara el momento de ver en directo a Rels B, el plato fuerte de la primera noche. Con los nervios y las ganas visibles a simple vista tenían claro el horizonte de las 3 de la madrugada. A la pregunta de qué harían ante una noche lluviosa, ninguna duda: «No pasa nada, aguantar hasta el final».