

Secciones
Servicios
Destacamos
Las hermanas Charlotte y Luana Kaslin empezaron con apenas dos años a amar la música. Su padre era pianista y su madre pintora. En casa ... escuchaban música clásica, Los Beatles... Cualquier disculpa era buena para subirse a una mesa y empezar a bailar. Charlotte Kaslin (Les Lilas, Francia, 1993) comenzó a tocar el violonchelo y su hermana Luana (Boissy l'Aillerie, Francia, 1996) también, aunque enseguida lo cambió por el piano. Adoran tocar juntas, aunque reconocen que sus estilos son muy diferentes, una es más pausada y tranquila y la otra más enérgica. La música lo es todo en su vida y han recibido consejos de grandes artistas como Edoardo Torbianelli, Stasnilav Pochekin o Alexander Chaushian en el caso de Charlotte. Se sienten afortunadas de formar parte del Encuentro de Música y Academia y señalan que es una gran oportunidad para compartir escenario y clase con grandes maestros y destacados jóvenes intérpretes de todo el mundo.
Charlotte Kaslin (Violonchelo) Les Lilas (Francia) 1993. Estudió en París hasta 2014 con Josephine Knight y Christoph Richter. Se graduó con distinciones y pasó al Royal College of Music de Londres. Ha recibido premios y becas.
Luana Kaslin (Piano) Boissy l'Aillerie (Francia) 1996. Estudió en París y en la Royal Academy of Music de Londres con Pascal Nemirovski y Tatiana Sarkissova. Finalizó sus estudios con distinciones y fue finalista del ClaviCologne.
Tenían dos y cinco años cuando comenzaron a vivir la música. Su padre ensayaba con su grupo de jazz y ellas bailaban. Crecieron con la música de la que dicen «va más allá que las palabras». Charlotte decidió con cinco años que quería tocar el chelo, pero recibió un violín. Después de un año tocándolo, fue a ver a una orquesta sinfónica y señaló a sus padres el chelo: «Este es el instrumento que yo quiero» y su sueño se cumplió. Su hermana pequeña, Luana, también empezó con el chelo. «Era increíble, tenía un gran talento», reconoce Charlotte, pero no era el destino de Luana. Descubrió el piano, un instrumento «cálido y familiar, ideal para cualquier repertorio, que crea más reacciones en el público y es un desafío porque el vibrato es diferente a la cuerda. Un piano tiene muchas voces aunque en ocasiones echo de menos el chelo por los sonidos tan bonitos que produce». Charlotte siguió con el chelo «con el que viajo a todas partes. Su sonido es amigable, cercano a la voz humana».
El XIX Encuentro de Música y Academia de Santander ofrece hoy tres conciertos, en Santander, Cabezón de la Sal y Setién. La Sala Pereda acoge hoy un concierto patrocinado por El Diario Montañés, a las 20.30 horas. El pianista canadiense Kerry Waller abrirá la velada con Mozart y, para finalizar, un cuarteto de cuerda, contrabajo y piano darán vida al amor brujo de Falla. En el escenario, Anna Csaba y Patricia Cordero (violines), Jean Baptiste Souchon (viola), Sara Gabalawi (chelo) y Erik Martínez (contrabajo). El canto llegará con Martin Enger Holm acompañado al piano por Ángel Cabrera. En Cabezón de la Sal habrá un recital de clarinete, violín y viola y en la iglesia de Setién fagot, viola y piano.
Este mes participan juntas en el XIX Encuentro de Música y Academia de la Fundación Albéniz. Un lujo porque «podemos compartir escenario con grandes maestros». Además les ha permitido tocar juntas, algo que les encanta pese a que sus estilos musicales son muy distintos. Luana enumera a todos los profesores con los que ha compartido espacio en el Encuentro, Claudio Martínez, Miguel da Silva... y Charlotte, como esponja, atrapa todo el conocimiento que recibe. «Son músicos fantásticos de los que aprendemos mucho. Pero también es duro por la enorme exigencia que nos piden».
Las hermanas Kaslin llevan la música en la mente y en el corazón. «La música está envuelta en misterio, toca directamente las emociones y llega al alma de la gente», explica la joven Luana para quien el mejor premio para un músico es cuando termina el recital «y el público te cuenta que ha llorado o se ha emocionado». Su hermana mayor insiste en que «la música es un idioma universal que todo el mundo entiende. Es el mejor arte de todos». Y perfila este sentimiento: «Me ayuda a entenderme mejor y ser paciente, porque ser músico requiere de mucha perseverancia», aclara.
Mientras hablan, se miran, asienten con la cabeza y ríen. Recuerdan anécdotas, manías y reconocen que la clave está en divertirse y disfrutar con la música. «Hay que olvidarse de la parte competitiva porque entonces dejas de disfrutar. No sólo tocamos por dinero, también porque disfrutamos de la música». Tocar para el público reconocen que todavía les pone nerviosas. Por eso, señalan que este encuentro ayuda a vencer ese miedo, dar un paso más y disfrutar de la audiencia.
La rutina diaria de estas hermanas pasa por tocar entre cuatro y seis horas al día. En el caso de Charlotte, explica que en Santander ensayan una media de ocho horas diarias, pero es debido a que participan en recitales y conciertos y deben preparar varias piezas en un solo mes. Pero, en general, dedica cuatro horas a ensayar cuando está en su casa. «La vida de un músico no es sólo ensayar, también hay que buscar la inspiración y la emoción que encuentras en otras actividades», dice. En el caso de Luana, ensaya cada día entre cinco y seis horas. «Preparar piezas para el piano lleva más tiempo», explica esta joven que señala que, a diferencia de otros instrumentos, «el pianista trabaja en solitario». Además, reconoce que durante años ensayó de una manera que no era la correcta. «Me centraba en repetir y repetir piezas sin inspiración ni alegría y lo importante para un músico es divertirse y disfrutar ensayando. Esa es la clave».
Ambas coinciden en que les gusta tocar juntas. Esta semana, además, han podido hacerlo de forma profesional. «Cuando tocamos juntas es divertido, aunque a veces nos peleamos, pero se nota que estamos en la misma onda», dice Charlotte. Y respecto al panorama musical, explican que hoy en día muchos jóvenes consiguen ser músicos famosos, lo que les alegra, pero «no se disfruta como antes de la música. Hay que buscar el equilibrio entre poder vivir de la música y no perder nunca la emoción. Nunca olvidaremos por qué empezamos con la música y fue porque nos hace muy felices».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.