Sabina Puértolas
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Sabina Puértolas
«Con un instrumento tan delicado como la voz, tan sensible, y que no podemos dejar en una funda cuando hemos terminado, es extremadamente importante elegir bien el repertorio para no dañarlo». Tras más de un cuarto de siglo de trayectoria, la voz de la ... soprano Sabina Puértolas crece su vínculo con el público gracias a una rotunda combinación de profesionalidad, estudio, conocimiento y exploración. La cantante aragonesa logró elevarse hacia el cielo de la lírica en 2001 tras su debut en la Scala, bajo la batuta de Riccardo Muti. Desde entonces, ha mantenido una intensa carrera internacional, con directores como David Curtis, Christophe Rousset, Alain Guingal, Gianluca Capuano, Jesús López-Cobos o Antonino Fogliani. En los últimos años, ha cantado Gilda ('Rigoletto') en la Royal Opera House, Covent Garden y Teatro Municipal de Santiago de Chile; Rosina ('Il Barbiere di Siviglia') en la Ópera de Seattle; Fiorilla ('Il Turco in Italia')... En septiembre debutó en el Carnegie Hall de Nueva York en una gala de música española. En la temporada pasada, además, interpretó el papel principal de 'Partenope', de Händel, y Daria, de 'Viva la mamma' de Donizetti, en el Teatro Real de Madrid, y Angelica, de 'Orlando' de Händel, en el Festival de Peralada. Este año pisa el Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela. En concierto, cantará el 'Stabat Mater' de Poulenc con la Orquesta Nacional de España, y un recital como solista en la Fundación Juan March, celebrando su carrera. Puértolas, ganadora de Operalia 2003 en la categoría de zarzuela, protagoniza este próximo sábado, junto al tenor Josep Carreras, el concierto especial del Año Jubilar Lebaniego en la explanada del monasterio de Santo Toribio de Liébana (20.00 horas) con el acompañamiento de la orquesta Andrés Segovia, bajo la dirección del maestro David Giménez.
-¿Qué supone compartir el escenario con Josep Carreras?
-Para mí siempre ha sido un referente, tanto a nivel estrictamente musical como por su seriedad, profesionalidad y respeto hacia nuestro arte. He tenido la fortuna de compartir con él muchos escenarios y siempre hay algo que puedes aprender. Además, claro, de divertirnos haciendo música juntos.
-¿Prefiere la intimidad de un recital de canto a la espectacularidad de una ópera?
-Son las dos caras de una misma moneda. En la ópera, en cierto modo, te escondes detrás de un personaje perfectamente peinado, maquillado y vestido para parecer otra persona, al que te entregas por completo para darle vida. En cambio, en el recital te enfrentas al público sin artificios, sola con tu arte y con la música que tienes que interpretar. Antes de ni siquiera soñar con hacer de mi pasión por la música la profesión de mi vida ya me subía a un escenario para cantar jotas navarras, y tras más de veinticinco años de carrera y aún con sus dificultades, sigo disfrutando sobre las tablas, sea en un recital o en una ópera escenificada.
-¿Han estado sometidos los cantantes, paradójicamente, a un cierto divismo de los directores de escena?
-Si nos paramos a analizarlo un poco, con calma y sobre todo de forma sincera, en todos los trabajos hay una cierta dosis de divismo. Lo que pasa es que quizá nosotros estamos más expuestos, o es más fácil seguir con ese cliché. Todos somos profesionales, cada uno de nuestro ámbito, y en esas coordenadas siempre es posible entenderse.
-Ser consciente de las limitaciones, elegir con coherencia repertorios y roles, ¿es clave para el éxito?
-La clave del éxito es no volverse loca con él. Con un instrumento tan delicado como la voz, tan sensible, que está dentro de nuestro cuerpo y que nos acompaña las 24 horas de cada día, que no podemos dejar en una funda cuando hemos terminado, es extremadamente importante elegir bien el repertorio para no dañarlo, pero hay otros muchos factores que influyen. Tienes que amar mucho este trabajo y ser fuerte mentalmente, porque cuando el telón se baja y los aplausos se apagan vuelves sola a tu apartamento o tu hotel, en el que pasas varias semanas lejos de los tuyos, producción tras producción. Mi familia es mi mayor fuente de energía, quienes me dan fuerzas para afrontar el siguiente reto.
-Desde su intensa experiencia, ¿ha constatado una evolución en los públicos de la lírica?
-Observo más gente joven entre el público, y es algo que me da mucha alegría. Se está haciendo un importante esfuerzo por parte de los programadores para atraer nuevos públicos. La ópera es una expresión cultural de primera magnitud, la más completa, y como tal necesita todo el apoyo que podamos darle, público e instituciones, para que llegue al mayor número de personas posible.
-A una voz, ¿se la doma, domestica, somete o sencillamente se trata de seguir atenta a su evolución?
-Cada persona es diferente, gracias a Dios, y cada voz es un mundo. Cuando entre producciones tengo la oportunidad y el tiempo para trabajar con jóvenes cantantes, trato de hacerles ver la importancia de respetar su instrumento, y de contar con una técnica fuerte y sana que les evite hacerse daño, para que puedan tener muchos años de carrera por delante. También, cuando te encuentras con personas que utilizan técnicas que no se ajustan a sus instrumentos, hay que ayudarles a salir del pozo donde se encuentran, para encaminarles a una forma de emisión más sana. Y a los que tienen la suerte de haber nacido con una voz natural en una buena posición, guiarles para que sigan por ese camino.
-¿Con qué combina la disciplina? ¿Se aprende a cada paso o el oficio conlleva cierto acomodo?
-No he tenido acomodo en ningún momento de mi vida, y debuto en nuevos papeles de forma casi constante, del barroco al belcanto. Sigo estudiando, sigo buscando nuevas vetas de expresión, sigo experimentando. Amo mi trabajo y aún cuando hay momentos negativos, como en cualquier otra profesión, los positivos son muchos más. La labor artística nunca termina.
-¿Está necesitada la ópera de una revolución, o de un cambio radical?
-Ya hay evolución. Se busca siempre innovar, y estoy absolutamente a favor de ello. Enraizados en la tradición pero mirando a las estrellas. Solo se equivoca el que lo intenta, el que hace algo para mostrar al mundo lo que lleva dentro. El cambio radical no lo veo, quizá por mi carácter: paso seguro y firme, pero sin prisas innecesarias.
-¿Vislumbra nuevas voces que garanticen un relevo generacional?
-Hay muy buenas voces, que lo hacen francamente bien, y me encanta compartir escenario con ellas.
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