Patti Smith, más barro y menos élite

Finalmente, Patti Smith no será la imagen de la nueva campaña de Yves Saint Laurent. Y menos mal, porque cuesta imaginarla enfundada en galas de lujo francés cuando lo suyo es el don de poeta callejera.

Que sus aires neoyorkinos y su estatus de mega emblema del rock sea la puja más sonada de las casas de moda, no sorprende; tampoco que la oferta llegara a sus manos a los setenta y dos años en esta lucha global por desmitificar los cánones de belleza. Pero mientras seguíamos haciendo la digestión de esta noticia que se nos hizo bola a más de uno hace unas semanas, la firma gala ha saltado de nuevo a la actualidad para desmentirla, asegurando que Smith no entra dentro de sus planes comerciales.

Mejor así, que no veo yo a Patti pidiendo hora en una centro de depilación a estas alturas, con lo orgullosa que ha estado siempre de su salvaje albedrío mental y corporal.

Que ya pesa bastante la mochila de que el punk nació - según algunos - de la visionaria idea del magnate Malcolm McLaren y su consorte la diseñadora Vivienne Westwood con unos conejillos de indias llamados Sex Pistols, como para que ahora -cuarenta años después de la explosión del imperdible- tengamos que ver a uno de los iconos del movimiento disfrazada de señorita maniquí.

Conocido por todos - y también manido- es el filón que el cosmos rock supone en el de la moda. Porque no hay nada más seductor que un rostro rebelde y transgresor poniendo cara al clasismo para romper barreras sociales y edulcorar la imagen de élite; una élite que nunca va a dejar de serlo a pesar de que, a veces, le de la vena de apostar por el imaginario 'canalla' (les encanta este adjetivo) para divertirse o desdramatizar su propio drama.

Mejor así; que ellos permanezcan ideando y soñando desde sus suntuosas alturas, mientras nosotros, desde aquí abajo, celebramos que Patti Smith estará en el Azkena del próximo año.

Esta sí es una buena noticia. Y no atraganta.