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Desde un sótano vestido de rojo, medio centenar de personas viajaron con un guía experimentado en recorrer mundo. Diego García, Twangero, regresaba a Santander con una nueva criatura bajo el brazo. 'Panamérica' es el nombre del barco en el que vivía en Los Ángeles y ... una colección de diez canciones que, nuevamente, demuestran que no tiene límites. Sentado, con un micro y un foco, una única guitarra y la calma como nota dominante, el virtuoso guitarrista invitó a los asistentes a un viaje que se asomó a ratos al Pacífico y a ratos miró hacia África, al origen de sonidos vetustos.
La 'Leyenda del cañaveral' la compuso en la selva de Costa Rica, cuando intentaba conversar con los pájaros «porque los músicos estamos así de flipaos» y descubrió que las aves cantan en re mayor. No son los únicos elementos naturales en expresarse. También lo hacen los árboles. Con ellos trató de charlar tras un trago de ayahuasca y aquí encontró un re menor «porque estaban más tristes» como queda patente en 'La samba de la jungla', ambas incluidas en su disco de hace dos años, 'Carreteras Secundarias II'.
«Ver Youtube puede ser interesante, pero no es lo mismo que vivir las cosas en directo», defendió el intérprete, que por momentos parecía tener más manos que cualquier mortal. En el costarricense pueblo de Limón pasó otra temporada, «buscando el eslabón entre norte y sur América'. Y de ahí surgió 'El blues del cafetal', cuya sonoridad le sienta como un guante al otrora rockabilly, hoy imbuido de sonidos tropicales.
Entre el público, un silencio respetuoso, ese que se tiene ante el riesgo de que romper el silencio estropee la magia que diez dedos y seis cuerdas son capaces de generar, sin fallar ni una nota en su simbiosis perfecta. No es de extrañar que guitarristas cántabros devotos de su instrumento como Mario Inocencia, Nico Gutiérrez o Yoel Molina, acudieran a la llamada de Twanguero.
La segunda parte del viaje volvió al norte, imitando el viaje que el valenciano realizó entre Chicago y Nashville, vestido de folk y bluegrass. Ahí soñó 'Carreteras secundarias' que enlazó con un 'Hit the road Jack', que terminó entonando, y homenajeó a Chet Atkins «el primer héroe de la guitarra americana» con 'Mister Sandman'. Cantaría de nuevo con 'Pupilas', de su último disco, antes de terminar en la India con 'El Camino' y la milonguera 'Guitarra dímelo tú' que hace diez años grabó con Bunbury en 'Argentina Songbook'.
La noche terminó como si apenas hubieran pasado cinco minutos, observando embelesados el zigzagueo de los dedos de Twanguero sobre el nylon, en una nueva etapa de su viaje que, esperemos tenga próximas paradas en Santander.
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