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De pequeña solía pensar en que llegado el día en que superara en edad a los jugadores de fútbol del momento, podría decirse que me habría hecho mayor. Y era el deporte estrella la referencia porque ya sabemos que los músicos, aunque más presentes en ... nuestras vidas, nunca fueron merecedores de tantos minutos de televisión, nuestra ventana al mundo más infalible en aquellos fantásticos noventa cuando la enorme telaraña digital no nos había engullido todavía.
Hoy, sin embargo, bien entrada en la treintena, el tiempo pasa más deprisa. Ya no se detiene como antes. Y superando con creces los años que ahora poseen los astros del pantalón corto, resulta que las obsesiones de la vejez se han transformado en citas de calendario que celebran las décadas cumplidas por algunas de nuestras bandas más emblemáticas. Porque ahora, y gracias a Internet, sí, a la música y a sus creadores se les ha devuelto el mimo y la atención que debieron ocupar siempre, el que se les debía.
El nuevo milenio y sus avances trajeron consigo una revolución musical tal, que obligó al mundo a mirar hacia escenas subterráneas que habían permanecido latentes pero a la sombra de los dinosaurios. Por fin salían a la palestra proyectos de calado alternativo, que debieron reivindicar sus formas y sus métodos para luchar contra el gigante mainstream; bandas como Vetusta Morla desde Madrid, Love of Lesbian, Dorian y Sidonie desde Barcelona, La Habitación Roja desde Valencia, Tachenko desde Zaragoza, Deluxe desde Coruña o Niños Mutantes y Lori Meyers desde Granada, entre otros muchos, contribuyeron a forjar un movimiento que cambiaría el sino de la música de nuestro país para siempre.
Todos ellos han cumplido ya dos décadas de carretera y tablas. Atrás quedan veinte años de golpes, medallas, muchos discos, más canciones y demasiadas cosas; tantas que la acepción «indie», la etiqueta que parecía distinguirles en este mundo de clones, se desvanece en debates pasionales que casi han olvidado la cruenta batalla a la que tocó asistir entonces sobre lo comercial y lo independiente. Solo para los puretas, dicen, han quedado tales asuntos porque, ahora sí, la araña es capaz de alimentarlos a todos en su red.
Pero a algunos nos cuesta olvidar que, hace diez años, las discográficas cerraban sus puertas a Vetusta Morla cuando se dejaban caer por sus oficinas con 'Un día en el Mundo' entre las manos; sin embargo, hace apenas unos meses, Madrid abarrotaba su recinto referencial para conmemorar en 16.000 voces ese disco que cambió el destino de estos seis chicos y el de alguno más. O que Xoel López y Love of Lesbian iniciaron sus carreras dándole al british, repartiendo alegría cuando se decantaron por el castellano con himnos que empezamos a acertar cantando como 'Que no' o 'Allí dónde solíamos gritar'. Que La Habitación Roja creció ante la mirada masiva a base de tocar en barrios obreros como el de San Blas en Madrid, bajo la lluvia, ante un público minoritario, pero con la pasión de siempre. Que la belleza andalusí de La Alhambra no logró hacer sombra al sonido que se movía por las calles de Granada, y hoy Niños Mutantes cantan al naufragio a salvo y Lori Meyers se alzan anfitriones de cumpleaños multitudinarios al son de los 'Nuevos tiempos'. Porque el futuro, contradiciendo a Dorian, sí es de alguien. Es vuestro, es nuestro y es ahora.
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