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La iglesia de Santa Cruz de Bezana acogerá esta tarde el concierto 'Gloria', centrado en la obra de Vivaldi, que se celebrará en beneficio de Cáritas Parroquial y que estará dirigido por el santanderino Óscar Rodríguez Pastora. Al frente de la actuación, que tendrá lugar ... a las 20.00 horas, se halla un joven de 23 años que se inició en la música clásica a los 11 de la mano de su madre y que ha pasado de ser una gran promesa a uno de los exponentes más consolidados de la música clásica en Cantabria. Es organista en la iglesia de Santa Lucía, está a punto de concluir los estudios de director de orquesta en Musikane (San Sebastián), recientemente ha estrenado una composición propia, 'La Suite Montañesa'...., y en su currículum, además, figuran un gran número de premios como el nacional de órgano.
El concierto que dirigirá esta noche contará además con la actuación de Sara Castrillo, Lucía Gómez y Noemí López como solistas; la Agrupación Coral Adamar Música Antigua, bajo la dirección de Isidro González, y la Agrupación Orquestal de Música Antigua de Santander con el violín concertino de Daniel García.
Un grupo que trabaja con ahínco en sacar adelante un proyecto solidario y que tiene mucha relación con la primavera, y con la apertura del Año Jubilar ya que Bezana es un punto de paso del Camino Lebaniego. «El 'Gloria' de Vivaldi refleja la alegría que es lo que queremos transmitir en estos tiempos», señala Rodríguez.
El músico, que comenzó sus estudios de música en el conservatorio lleva cinco años residiendo en San Sebastián. Los dos primeros para acabar los estudios superiores de órgano y los tres último cursando dirección de orquesta. «Es una lástima que en Santander no se puedan seguir los estudios superiores ni que Cantabria no tenga una orquesta sinfónica como otras tantas comunidades», lamenta.
Él comenzó a estudiar música de bien niño y pronto empezó a despuntar – con 14 años compuso una misa para coro mixto, solistas y órgano que se estrenó en 2018 en la iglesia de Santa Lucía de Santander– «Todavía no tengo muy claro a que me quiero dedicar en el futuro. De momento estoy formándome lo más posible para que el día de mañana tenga el mayor número de posibilidades aunque sí me gustaría ejercer las dos carreras, la de organista y la de director», explica.
Pese a que fue un músico y compositor precoz, también con 14 años ya era el organista de la iglesia de La Compañía, no se ha considerado nunca un niño prodigio. «Para nada. Si me etiquetasen como niño trabajador, eso sí que lo compro porque, de verdad, que nadie me ha regalado nada. Aunque suena a tópico la vida y la carrera de músico es muy dura y sacrificada. Hay que estudiar mucho y tener conocimientos de muchísimas áreas porque no sirve solo con practicar la obra y dominar la técnica del instrumento, es necesario que también se conozca el contexto en que fue escrita, todo lo relacionado con el compositor y la época en la que vivió... Así que realmente de prodigio tengo poco, he trabajado mucho y de forma concienzuda para ir consiguiendo poco a poco algunos objetivos», reconoce.
Su primer instrumento fue el clarinete, hasta que una mañana, siendo ya alumno del conservatorio, asistió a un concierto de órgano y tuvo bien claro que ese era el que quería tocar. «Es que tiene tantas posibilidades... Posee tras de sí una historia larguísima y también una evolución. Siempre ha habido órganos en todas las localizaciones de Europa. En Alemania, Francia, Italia... Y, por su puesto, en España y en todas las épocas. A mí lo que me llama la atención del órgano es el gran abanico de repertorios que puede abarcar», dice, y también niega tajantemente que se trate de un instrumento en extinción. «El órgano está más vivo que nunca y cada día más personas jóvenes se interesan por él. Protagoniza un montón de conciertos en las programaciones de toda la geografía española y también se están rehabilitando y restaurando muchísimos al tiempo que se están construyendo muchos nuevos. Realmente es un instrumento que está de moda y en los conservatorios superiores de España hay un montón de alumnos formándose para el día de mañana ser organistas profesionales».
En su caso, es la iglesia de Santa Lucía donde lo toca cada vez que viene de San Sebastián. «Este templo tiene un instrumento de 1905 de la empresa Mutin Cavaillé-Coll. Una pieza del periodo romántico francés que se trajo a Santander en el año 1923 de un palacio parisino y para mí es el instrumento con más posibilidades y mejor conservado de los que tenemos en Cantabria».
Pero hoy, debuta como director de orquesta, una carrera que está a punto de concluir y que no hubiera cursado nunca sin haber tenido antes los conocimientos que le han proporcionado la interpretación. «Es fundamental que un director tenga una formación instrumental solida y experiencia con algún instrumento. En un concierto estará frente a unos músicos y él es el único que no va a tocar ningún instrumento así que debe ponerse en su piel». En un futuro le gustaría ser uno de esos directores que piensa mucho en sus músicos sin olvidar a los espectadores que siguen el concierto. «El público es súper importante porque sí hacemos lo que hacemos es para ellos, tanto los intérpretes, como los compositores y, por su puesto que los directores de orquesta. Pero eso no quiere decir que un director se olvide de los músicos, tiene que ser capaz de coordinar y unificar todas sensibilidades de cada uno de ellos».
Entre sus referentes en la dirección hay un buen puñado. Desde los que están más centrados en la llamada música antigua como Gardiner a otros como Karajan o Juanjo Mena. En cuanto a lo que respecta a sus estudios se siente afortunado de poder seguirlos en España, aunque no descarta completar la formación en algún país extranjero por la experiencia en sí que eso le supondría en lo personal porque, afortunadamente en la actualidad los músicos españoles ya no tienen la necesidad de salir para formarse. «Al contrario, en Musikane por ejemplo vienen a darnos clase profesores de muchos sitios de Europa y ya no necesitamos ir a donde ellos. A mí están dando clase profesores que vienen de París o Eslovenia cada quince días. Y no es él único centro. Me consta que pasa lo mismo con otros tantos. Así que me da muchísima pena que esto no se pueda hacer en Santander, una ciudad en la que hay alumnos con muchísimo talento», concluye.
En cuanto a la composición, aunque recalca que no se siente compositor porque no se ha formado para ello, tiene también muchas obras en la cabeza.
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