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Ana del Castillo
Santander
Martes, 22 de noviembre 2022, 13:42
Eran las diez de la noche del 25 de agosto de 1995. Pablo Milanés y Víctor Manuel salían al escenario de la Plaza de Toros de Santander empujados por una tremendísima ovación. No era para menos, dos de los mejores cantautores del panorama estaban en la capital cántabra, frente a 7.000 espectadores, hermanando para siempre a Cuba y a Asturias a través de la música y la poesía. Las críticas del concierto, que formaba parte de la gira 'Blanco y negro', no escatimaron en elogios: «Un recital intimista», «un sobresaliente repertorio plagado de nostalgia implacable»... El concierto sirvió para, además de enterrar los rumores de que Víctor Manuel tenía «poca voz», para demostrar que el fundador del movimiento de la nueva trova cubana tenía un timbre único y una manera de interpretar como ningún otro era capaz. Sin embargo, las reseñas de la noche no pasaron por alto la tristeza que invadió a muchos de los seguidores de Milanés, conscientes de las dificultades del artista para caminar por el escenario -apoyado en el hombro de su compañero- hasta sentarse en su habitual silla desde la que enamoraba, no solo a 'Yolanda', también a todo aquel que le escuchaba con atención. Aquel día Víctor Manuel fue explícito: «Pablo está tan mal y tan bien como hace veinte años. Cuando se cuida está mejor. Lo que pasa es que se cuida muy de vez en cuando. Y cuando se encuentra mal es cuando mejor canta. Esta noche, por ejemplo, se encontraba muy mal». Su delicada salud le permitió, sin embargo, vivir otros 27 años después de aquel concierto inolvidable en Santander donde Milanés se dejó la voz y el alma, a pesar de encontrarse indispuesto.
Tres años después de aquel agosto de 1995, el artista cubano regresó a Santander para ofrecer un concierto 'íntimo', con 1.600 espectadores, dentro del ciclo de recitales del Palacio de Festivales. Milanés no solo aprovechó su presencia de nuevo en Cantabria para presentar el que era por aquel entonces su último trabajo de estudio ('Despertares'), sino que repasó, a modo de regalo, algunos de sus temas, ya convertidos en himnos y odas al amor, como 'Yolanda', 'Yo pisaré las calles' o 'Para vivir'. Aquella noche en la Sala Argenta volvió a demostrar que la enfermedad que padecía y que le impedía mantenerse en pie en el escenario no afectaba a sus cuerdas vocales, a tenor del «éxito» que describieron las crónicas del concierto. El público le pidió dos bises y Pablito, como le llamaban en Cuba, no decepcionó y casi sin acompañamiento instrumental se volvió a dejar la voz en Santander.
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Milanés actuó por última vez en Cantabria el 13 de octubre de 2007, en un Teatro Concha Espina de Torrelavega lleno (dos días antes se agotaron las entradas). Otra visita a la región en la que, además de una gran ovación del público, que se puso en pie al término del concierto, se llevó también el reconocimiento de Cantabria a su trayectoria y a esa forma tan especial de hacer música y de, lo que es más importante, transmitirla.
Hoy, esa voz de profunda sensibilidad, se ha apagado para siempre. Milanés falleció esta madrugada en Madrid, a los 79 años, tras una enfermedad oncohematológica contra la que luchaba desde hace tiempo.
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Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Álvaro Machín | Santander
Guillermo Balbona | Santander
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