«Poder volver a los escenarios tras la pandemia es como si te tocara la lotería»

-Familia de cantaores por parte de padre, de bailaoras por parte de madre y sevillana. Eso es una 'encerrona flamenca'...

-La verdad es que lo tenía todo a mano. Tenía en casa la música y el flamenco, y también la curiosidad por este mundo desde muy pequeña. Para mí empezó siendo como un juego que ha acabado convirtiéndose en mi lenguaje natural. De expresión, de ser y de vivir, porque al final eres flamenca para todo. Eres flamenca cuanto te levantas, cuando haces música, cuando comes... Además de flamencos, en mi casa somos muy libres. Mi padre y mi madre me han inculcado siempre esa libertad y me han llenado la casa de instrumentos, así que de alguna manera sólo he tenido que decidir que eso era lo que quería hacer, porque la búsqueda la había resuelto ya en casa.

-Ha trasladado usted esa libertad al flamenco, un género en muchos casos bastante rígido.

-Sí, al final ese carácter se traslada a todo, al flamenco, a tu forma de dedicarte a él, a tu forma de vivir y de ser... Siempre va a haber personas que están más o menos de acuerdo con lo que haces. Al final lo único que hago es no tratar de hacer lo que se espera de mi sino lo que realmente quiero contar. Trato de ser honesta conmigo misma y de contar las cosas desde mi lugar, huyendo de clichés, de normas y de reglas. Si coinciden, bien, pero si no también. Creo que es fundamental que un artista se exprese desde su más absoluta verdad.

-Se ha atrevido a mezclar el flamenco con otros géneros y sonidos... ¿Cómo definiría ese estilo tan propio?

-Se ha materializado en cosas tan sencillas como levantarme de una silla y no cantar tan encorsetada, en quitarme una forma de vestir con volantes y mantones que me habían inculcado desde pequeñita. Desde esos detalles al hecho de cambiar la estructura del cante, que se suponía que tenía que ser siempre igual, a coger una berbebenera y acompañarla con sintetizadores o cualquier otra cosa que pueda surgir. O tener la suerte de poder juntarme con gente de otras disciplinas artísticas o de la escena, de cualquier otro tipo de músicos, y de poder desarrollar mi cante y mi lenguaje natural, que es el flamenco, por su supuesto, de una forma que para mí es lógica, que yo entiendo así y con la que me siento cómoda.

-Pertenece a una generación de mujeres que ha cambiado el flamenco. ¿Qué están aportando las nuevas creadoras a este género?

-Al final el flamenco está evolucionando de la misma forma que está evolucionando la sociedad porque es un espejo de ella. La mujer tiene ahora mismo un papel fundamental porque llevamos muchos años luchando por ello, porque nos lo merecemos y porque estamos aportando la fuerza, la honestidad y la verdad que nos es propia. Es un cambio natural, sin más importancia. Las mujeres tienen ahora un papel social fundamental porque lo han luchado y porque se lo merecen, y en el flamenco está ocurriendo lo mismo.

-Usted, la 'Tremendita', publica 'Tremenda'. ¿Habla este álbum de madurez?

-Sí. Estoy viviendo un momento en el que me siento muy coherente conmigo misma y con mi trabajo. Veníamos de 'Delirium Tremens', que era un viaje bastante 'heavy metal' a nivel emocional y en el que contábamos todos los procesos provocados por la crisis, y de pronto hemos llegado a 'Tremenda', que es un doble álbum en el que pongo en coherencia todas mis inquietudes y todas mis necesidades artísticas, y muestro cómo conviven entre ellas a la perfección.

-Se ha abierto camino en un género complejo y en una industria muy competitiva. ¿Cómo lo ha hecho?

-Creo que las claves son mucho trabajo y mucho esfuerzo, así como ser muy coherente conmigo misma más allá de las modas, de lo que ocurra, de lo que pase, de lo que opinen, de lo que digan y de lo que se espere de ti. Para mi es fundamental el esfuerzo, el trabajo diario y la coherencia en lo que hagas.

-Llega a Santander para actuar tras un periodo en que la pandemia paró todo. ¿Qué supone poder regresar al escenario?

-Para mi volver a un escenario es como volver a la vida, porque la escena me encanta y es algo que necesito. La pandemia me ha enseñado a valorar a cada persona que entra a un teatro y se sienta a verte. Antes lo valoraba, pero no tenía una conciencia tan intensa de que esa persona ha comprado su entrada para dedicando dos horas de tu tiempo. Eso para mí ha cobrado un valor que antes no lo tenía. Para mí subir ahora a un escenario y ver el teatro lleno es como si me hubiera tocado la lotería.