«No quiero hacer el mismo disco siempre; prefiero afrontarlo como un 'qué va a pasar'»

Todo comenzó cuando sin cumplir los 12 años le compraron su primera guitarra eléctrica. Después llegaron Suizidio y Escape, germen de La Fuga y ya con su inseparable Fito Garmendia, cuyos conciertos iba a ver en Reinosa hasta que le involucró en su proyecto. Desde entonces, muchas cosas han cambiado, pero no la esencia. «Nunca eres el mismo con el paso de los años, porque todos somos consecuencia de lo que hemos vivido, pero la esencia y la ilusión por la música tengo incluso más, y quien me conoce lo sabe. Es lo que más miedo me daría perder. La ilusión con el oficio no la han aplacado los años; al contrario».

Entre esas vivencias está una infancia marcada por los incidentes de Forjas y Aceros de 1987, una herida que dejó una gran cicatriz en Campoo. Recuerda «sentir el miedo en la casa. Mi padre, mis tíos y mi abuelo trabajaban en la fábrica, y mi hermana trabaja allí ahora. Salir del colegio y oír la sirena significaba que había que ir rápidamente a casa porque se olía el miedo. Recuerdo los helicópteros, ir con mi padre, que era el hombre más pacífico del mundo, a cortar las vías del tren y jugar con las pelotas de goma cuando no había lío. Todo eso se me grabó a fuego; cierro los ojos y lo veo».

«Reinosa sigue pagando el peaje de la desindustrialización», reflexiona, y «de no haber muerto Gonzalo Ruiz no hubiera sido tan traumático para todos; la vida es lo único irremplazable». Un Gonzalo Ruiz cuya hija fue a verle a un concierto en Aguilar de Campoo: «Se presentó, me dio un abrazo y nos pusimos a llorar».

Ahora su vida transita, cuando no está de gira, entre Madrid, Santander, Reinosa y Zahara de los Atunes. «Da igual en qué lugar del mundo esté más; yo sigo empadronado en Reinosa», explica. «Siempre, ya con la Fuga, dijimos que no nos íbamos a ir. Teníamos ahí el cuartel, pero me fui a Madrid por una cosa mucho más bonita que la música, que es por amor. Y no es que viva allí permanentemente, sino que tengo lo mejor de Madrid y lo mejor de Cantabria, porque mi hija mayor vive aquí. Uno está donde está su círculo afectivo». Como el que ha construido también en Zahara. «Mi amigo Dani Martín -padrino de su hijo- tiene casa ahí y vamos muchísimo. Me gusta el Zahara que no está lleno; en agosto no voy allí. Me gusta ir cuando no hay mucha gente y nos hemos hecho un círculo afectivo muy bonito».

El salto de La Fuga a La Contrabanda fue duro y abrupto, después de unas desavenencias con otro miembro de la banda que no se pudieron superar. «Los últimos años de La Fuga, los de más éxito, fue en los que más infeliz era. Todo sucede con vocación de eternidad, pero todo termina, y te llevas un palo tremendo. La sangre no llegó al río porque yo fui quien dije que tenía que terminar». Le acompañó en la nueva aventura Fito, su inseparable guitarrista desde los primeros tiempos: «Se vino conmigo porque era natural, porque tenemos una misma forma de ver la música y la vida. Somos hermanos, en realidad. Yo estoy tocando, le veo a mi lado y digo, todo va bien».

El salto fue también musical. «Ni siquiera el primer disco de La Fuga tiene mucho que ver con el último que hicimos. La evolución no solo es de un proyecto a otro, sino que dentro de los propios proyectos también la hay», explica mientras insiste en explorar nuevas experiencias: «Intento no hacer siempre lo mismo para no aburrirme, pero espero que la salud me respete y con sesenta y pico años pueda dar un concierto y después irme a cenar con la banda. «No quiero hacer el mismo disco permanentemente. Afronto cada disco como un 'qué va a pasar ahora'. De hecho, intento cambiar también de productores».

Rulo vertebrará este 2022 con una gira para conmemorar sus 25 años en la música –incluido el estreno de una canción inédita– y la grabación de un nuevo disco de estudio, que se publicará en 2023. «Ya tengo algunos temas compuestos que me gustan, seguiré componiendo y después, a grabarlo, pero también quiero celebrar esos 25 años». Volverá así a cantar sobre el escenario temas emblemáticos de su primera época en una propuesta que recorrerá toda su carrera. «La he llamado 'Noches de Fuga y Contrabando' porque la mitad de las canciones, más o menos, fueron compuestas con la Fuga y la otra mitad, en el seno de La Contrabanda. Una gira de las que cantar todas; todo rock. Así como en la anterior gira todos queríamos caricia, yo al menos lo que quiero ahora es sacudida», detalla.

Antes llegó un libro, 'Vértigos y norias', que recoge «cosas que no caben en canciones, porque no todo cabe en las canciones. Hay mucho aforismo y juego de palabras, pero también el reto de escribir otro tipo de cosas. Yo soy escritor de canciones y compositor; no soy escritor de verdad, que me perdonen los escritores».

Otra faceta en un recorrido que promete ser muy largo tras un viaje «alucinante». «Apenas sabíamos tocar cuando empezamos y lo que se consiguió fue alucinante». La clave, o al menos una de ellas la tenacidad; esa que le llevó incluso a autoeditar alguno de sus primeros trabajos. «No me atrevo da dar consejos, sobre todo porque yo incumplí todos los que me daban. El único que doy es el de perseverancia, al menos intentarlo». A él le funcionó.

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