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«Dicen algunos que mi apellido es de Cantabria». Al final va a tener razón Francisco Javier Labandón (Sevilla, 1969), más conocido como El Arrebato, cuando se confesó ante una Porticada abarrotada el sábado por la noche, apenas pasada media hora de su concierto. Será ... esa química que intercambia con el público, ese nervio que le sale para pedir un rotulador y firmar una bandera mientras presenta a la señora banda que trajo consigo, o sus himnos –no sólo el del Sevilla F.C.– que todo el mundo cantó a viva voz en la recta final del recital, pero la respuesta de Santander a la rumba y el flamenco del hispalense dejó, en suma, una noche redonda.
Y fueron de esas que empiezan poco a poco, «acurrucados en el sofá» o, que diría él en la tapa de un disco, 'Que salga el amor por donde quiera'; pero la velada terminó con eso, un arrebato tras otro, con palmas, brazos en alza y excusas para tomar la mano, primero y, al cabo de un rato, la cintura. O como también traduciría el amigo, 'Como un colega de siempre'.
Al final va a ser eso. Que Santander ya tenía ganas de bailar el primer sábado de la Semana Grande. Y si tenían que ser dos horas, pues dos horas. No iba a ser porque el cantante no lo intentara. Se presentó diciendo que «sólo soy un necio» en 'Hoy me dio por ser honesto' para pedir «una oportunidad» en 'Deberíamos hablar'. «Pues hablemos», debió responder la capital. Y así llegaron los «¿cómo estáis? ¿cómo de bien? y ¿cómo de mucho?», sonrisas de moda, brazos abiertos y sumando cada vez más voces a la réplica general y haciendo que los pañuelos azules de los jóvenes y no tan jóvenes que reventaron la plaza quedaran del revés mucho antes del bis.
Al pronóstico de 'Hoy todo va a salirme bien' siguieron confidencias más personales como «mi vida siempre ha sido como un garabato en un papel», frase de su último single, 'En el último segundo', que presentó ante público cántabro. Así hasta que, pasada más de una hora, El Arrebato se empezó a sorprender de «cómo pasa el tiempo», en 'Cantaré'. A la misma conclusión parecía llegar la Porticada que, para entonces, ya era casi un tablao flamenco en las más rápidas y, sino, una postal de brazos (y alguna cabeza) por encima del hombro ajeno, en las baladas.
'Aquí me tienes', entregaba crecido El Arrebato, mientras saltaba de una tarima a otra del escenario y prescindía cada vez más del piloto automático en la última hora de la noche. Santander lo agradeció y, en cuanto empezó a escuchar los temas más conocidos, siempre genialmente respaldado por los ocho músicos que dictaron la rumba –entre los que brilló con luz propia la fabulosa voz de la corista jerezana Alicia Jiménez, que cantó a dúo 'Cuando quieras quiero'–, Santander se dejó la garganta en un rosario de canciones que ya son auténticas marchas en la discografía del sevillano.
Inevitable que salieran los móviles a grabar pasada ya la medianoche. 'A mi na ma', 'Lady Luna', 'Dame cariño', 'Poquito a poco' –uno de los puntos fuertes del concierto–, una segunda primera vez para 'En el último segundo' y hasta una versión de 'Todo tiene su fin', del grupo gaditano El Barrio, fueron añadiendo oros al broche rumbero. Eso sin contar el himno del centenario del Sevilla F.C., que el público entonó como propio tras una sentida dedicatoria a Antonio Puerta y José Antonio Reyes, exfutbolistas fallecidos del cuadro hispalense.
La última sonrisa quedó grabada por culpa de una orden que ya sienta cátedra en sus conciertos: 'Búscate un hombre que te quiera'. Locura total aquí. Pero si algo quedó claro, es que Santander lo encontró.
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