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Viernes, 15 de mayo 2020
Como aquel primer mítico álbum suyo en directo, el de La Unión ha sido un «tren de largo recorrido» que se aferró a las vías de la incipiente industria musical española para aullarle a «la luna llena sobre París» con vocación literaria, elegancia, pasión y ambición instrumental.
Tras el anuncio de la disolución de la banda este jueves tras más de 30 años, ningún testimonio puede narrar mejor su historia que la larga lista de éxitos conformada por Rafa Sánchez y compañía en este tiempo, en el que fueron capaces de despachar más de 3 millones de discos.
Basado en un cuento de Boris Vian, fue su primer gran éxito y uno de los primeros temas que compusieron como cuarteto, con Luis Bolín (bajo), Mario Martínez (guitarra) e Íñigo Zabala (teclados). Con producción de Nacho Cano y Rafael Abitbol, en 1984 llegó al número 1 en ventas durante 9 semanas consecutivas y despachó más de 200.000 copias.
El éxito de aquel tema propició la salida pocos meses después de su álbum de debut, «Mil siluetas» (1984), que recogía cortes como este, otro número 1 cuyo título alude al país imaginario descrito en «Las aventuras de Tintín» y que les acercaba al «new wave» del que fueron abanderados en España.
Extraída de su segundo disco, el conceptual «El maldito viento» (1985), esta bella canción mostraba una atmósfera menos optimista dominada por los instrumentos de viento, con algo de The Cure e influjo anglófilo. Como curiosidad, Ouka Lele hizo las fotos del disco y Javier de Juan, la portada.
«Dónde estabais - En los malos tiempos»: El tercer álbum, «4x4» (1987), fue la respuesta a la tibia reacción mostrada por el público a su anterior trabajo. Entre los últimos temas producidos por Cano y Abitbol estaba este corte, un punzante saldo de cuentas con forma de susurro.
Con su icónica secuencia al sintetizador, dio título al que probablemente fue su disco más emblemático, que fue lanzado en 1988 e inició su llamada segunda etapa. Esta vez ellos asumían la producción y el grupo pasaba a ser un trío tras la salida de Zabala, justo cuando comenzaba su mayor salto y su proyección hacia América.
Una fría tarde de promoción en Nueva York y un taxista de origen venezolano que conduce a la banda por la ciudad y les propone escribir una canción sobre su ciudad de origen. Ahí radica el origen de este clásico que se hizo querer junto a otros temas del álbum como el dedicado a la rebelde «Natalia».
Una de las facetas por las que La Unión destacó fue por imprimir gran sensualidad a sus atrevidas letras y a sus sinuosas progresiones musicales. Desde ese «Haz conmigo lo que quieras, nena» hasta ese «Cabalgando en la pasión», esta canción era un tránsito al orgasmo.
Arranca la década de los 90 con el disco «Tentación», producido por Mike Howlett, que era una manifiesto de emociones desbordadas como este relato entre la pasión y la confesión, más propio de la crónica erótico-policíaca y asaeteado por una guitarra hipnótica.
La Unión redunda aquí en el tema del anhelo, hábilmente contenido en las estrofas, liberado en un estribillo que era puro empoderamiento femenino en cuanto idolatra a una mujer dueña de su cuerpo, de su deseo y de la situación.
Tras el directo «Tren de largo recorrido» (1992), otro enorme éxito en ventas que los acreditaba como banda de grandes espacios, emprenden viaje a la psicodelia sin olvidar sus raíces rock y funk que les conduce a «Psyconfunkster Au Lait» (1993), su álbum quizás más político, con guiños a la ecología como este tema publicado un lustro antes del Protocolo de Kyoto.
En «Hiperespacio» (1996) el grupo madrileño se entregó de pleno a las músicas negras en lo que definieron como «uno de los pocos esfuerzos por volver a poner de actualidad un estilo fundamental de la música de nuestro tiempo». Bajo la producción de Paul O'Duffy se alumbró así este retorno al funk de los 70 y piezas como este tema alumbrado... en Menorca.
Las ventas empezaban a resentirse cuando La Unión lanzó «Fluye» (1998), un disco de atmósferas místicas (como constata este corte), definido como «una huida hacia delante en un panorama poco receptivo a las nuevas sensaciones».
Curiosamente no fue hasta su noveno disco de estudio que el grupo no le dio su propio nombre a uno de sus trabajos, «La Unión» (1999), también conocido como su «disco blanco» por el color de la portada. Este fue el corte que lo abría y también su primer sencillo, anticipando la deriva hacia las influencias latinas.
Amigos de homenajear a sus artistas predilectos, La Unión incluyó como baza estrella en su primer gran recopilatorio del año 2000 esta versión del «Tainted Love» de Ed Cobb & Gloria Jones.
Su renacimiento comercial y el disco que los reconectó con una generación algunos años más joven fue «El mar de la fertilidad» (2002), abanderado por un «Vuelve el amor» que con sus campanadas y su cabalgada desprejuicidamente ochentera supuso una contagiosa inyección de vitalidad.
Obvia reafirmación la de este tema, uno de los pocos inéditos que integraron su recopilatorio «Colección Audiovisual» (2004) en conmemoración de sus 20 años en la música.
«El fin siempre es un comienzo» proclamaban en «Big Bang» (2010), su último disco de estudio. Embarcado en un proceso de búsqueda de nuevos matices y reelaboración de sus clásicos, a menudo con aires electrónicos, en esta última década el grupo no mostró demasiado interés en alumbrar material nuevo y sufrió además la salida de Mario Martínez por problemas de salud.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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