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40 años de 'Sound Affects', el disco más perspicaz de The Jam

40 años de 'Sound Affects', el disco más perspicaz de The Jam

La banda británica brilló como nunca con este quinto álbum de estudio, en el que Paul Weller apostó por la narrativa de la percepción y el pop inteligente

Sábado, 21 de noviembre 2020, 07:04

El eterno enfado del adolescente continuó girando durante años en los discos de The Jam. Aquella era una arenga muy socorrida en la cultura británica desde los tiempos de posguerra, por veraz, por describir honesta y fiel el ambiente que se respiraba en las grisáceas calles de Inglaterra desde entonces y que hizo saltar todo por los aires con la eclosión del punk a mediados de los setenta.

Paul Weller solía decir que «no se puede evitar que te afecte la época que vives»; y por eso, por esa contextualización permanente y arraigo a la realidad, jamás se distanció del tiempo y el espacio que tocaban, a pesar de que supiera darles un aire de distinción preciso y particular en cada embestida discográfica.

Una de ellas, la más efectiva, fue «Sound Affects». El álbum que los tres de The Jam publicaron el 28 de noviembre de 1980, con el que se ganaron el título de «mejor banda del año» por los lectores de la NME y, por fin, América comenzó a prestarles cierta atención.

Pop de piedras preciosas

A unas raíces punk rock que no quedaban tan lejanas, y ya inmersos en la cruzada de la new wave como coetáneos de escena, Paul Weller, Bruce Foxton y Rick Buckler se obstinaron en un pop sobresaliente, pegadizo y efectista para levantar el repertorio de este trabajo. Un disco audaz, sabio a pesar de su timbre juvenil, con el que introdujeron acertadamente algunos toques funk, psicodélicos e incluso post punk en un estupendo alarde creativo, para seguir merodeando por el desencanto existencial desde una perspectiva urbana.

Para la ocasión, Weller decidió no ser tan directo en verbo. Tampoco dejó de ser incisivo, pero se paseó por el drama cotidiano con elegancia callejera y una forma de relatar más abstracta que otras veces aunque igual de poderosa y adictiva. Al fin y al cabo se le consideraba la voz de muchos sueños y reveses anglosajones, y siempre ha sabido cómo transformar la crítica hacia la sociedad de consumo en un despliegue de pop art encantador. Y así lo hizo a través de la canción 'Pretty green', acerca de las corrientes capitalistas huecas, al tiempo que iba creciendo como compositor y letrista en temas como 'Monday', 'Boy about town' y la formidable 'Man in the corner shop', esa pista pegajosa que nunca fue single pero debió haberlo sido a ojos (y oídos) de muchos.

La desesperación al estilo Weller, al estilo The Jam, suena en este álbum a través de una punzante «Scrape away», porque aunque «Sound affects» nunca fue concebido como un disco conceptual, sí maneja con soltura el desencanto y el descontento por la inercia social ya no tanto del adolescente atormentado, sino del hombre desencantado. El trío creció como nunca con estas canciones. Y eso que también les llovieron sonados rapapolvos por 'Start!' con esa línea de bajo tan 'Taxman' de los Beatles; pero claro, ahí estaba 'That's entertainment', la piedra preciosa del disco para salvarlo todo, hasta los años. Una de las mejores letras de Weller, que al parecer escribió en diez minutos una noche que llegó borracho a casa, y se alza todavía hoy como joya de la corona británica. Su runa acústica fue el bálsamo de un disco que se torna crudo por momentos; pero lo que es aún más importante: con ella, con 'That's entertainment', The Jam dejaron claro de lo que eran capaces, lo que habían venido a hacer, y es esto mismo por lo que la historia les mantiene intactos.

Y todavía deberían transitar por dunas desesperadas colgando en cierto modo sus hábitos mod cuando, al poco tiempo de la publicación de «Sound affects», Weller iba a atravesar una etapa oscura y complicada por la muerte de su ídolo John Lennon y las continuas discusiones con su novia. El año 1980 había sido enorme para los Jam, 1981 se ahogó para ellos en la inestabilidad emocional y cierto estatismo que solo salvaron con la publicación de dos singles muy influidos por el sonido Joy Division: «Funeral pyre» y «Absolute beginners». Pero en 1982 regresarían por todo lo alto con «The gift», su sexto álbum de estudio, con el que alcanzarían el número uno en ventas; aunque también sería su despedida. Un adiós que nunca lo fue tanto, porque su obra sigue siendo una generosa compañera con un sonido que nos afecta, y mucho.

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