Cómo se construye un concierto
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Detrás de un bolo hay muchas personas trabajando a destajo para que todo salga a las mil maravillas, como la madrileña Silvia González, que se encarga de que nada falle en los conciertos de IzalSecciones
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Detrás de un bolo hay muchas personas trabajando a destajo para que todo salga a las mil maravillas, como la madrileña Silvia González, que se encarga de que nada falle en los conciertos de IzalHace unos años, una figura de referencia en la escena musical nacional me comentaba que hay tal trabajo detrás de algunas de las giras más importantes de nuestro país que «la gente alucinaría si pasara un solo día en ellas». Lo cierto es que la cantidad de personas que trabajan para que los 'shows' de formaciones como Izal o Vetusta Morla salgan a la perfección, asusta. Junto a los primeros está viajando actualmente un grupo de unas veinte personas, entre las que encontramos a técnicos de escenario, técnicos de sonido o conductores, entre otros profesionales.
Silvia González es la persona que se encarga de coordinar a todo el equipo. Lleva meses trabajando para que conciertos como el que la banda dio el pasado jueves en el festival 'La plaza' de Santander puedan llevarse a cabo sin problemas y el grupo consiga enamorar a los asistentes.
- Izal es una de las formaciones nacionales que más público mueve actualmente, ¿cuánta gente participa en cada espectáculo del grupo?
- Ahora mismo estamos viajando unas veinticinco personas en cada 'show', incluyendo a los componentes de la banda. Eso sí, hay mucha más gente que trabaja constantemente con el grupo, como los miembros de la oficina de 'management', que son los encargados de cerrar las fechas de los conciertos o de gestionar las entrevistas con los medios de comunicación, entre otras cosas. Comparado con algunos 'tours' internacionales, lo de Izal no deja de ser una gira pequeña: en su tiempo, formé parte de la gira europea de Soy Luna, una serie de Disney que fue todo un éxito, en la que, además de los artistas principales, había ocho bailarinas, cinco músicos, cincuenta técnicos, un equipo de sastrería y seis personas dedicadas a la parte de producción, a gestionar todo.
- ¿Cuál es su función en los 'shows' de Izal?
- Soy la 'tour manager' del grupo, me encargo de coordinar el trabajo y la logística de los técnicos de la banda. Por ejemplo, desde la oficina de oficina de 'management', nos van pasando las fechas de las actuaciones que van cerrando y yo me ocupo de hablar con los promotores locales y de transmitirles nuestras necesidades. Entre mis funciones, está la de ir generando junto a los técnicos un documento, que se conoce como 'rider', con todo lo que necesitan, incluyendo comidas o camerinos. Hay otra figura con la que trabajo conjuntamente, que es el 'road manager', la persona que se ocupa de los miembros de la banda: prepara los viajes de los músicos, reserva su alojamiento o gestiona que cuando lleguen a un sitio tengan en el camerino lo que han pedido.
- ¿Cómo fueron sus primeros pasos en la profesión? ¿Cómo se forma una persona para ser 'tour manager'?
- Estudié Comunicación Audiovisual y, cuando acabé la carrera, hice un módulo de Técnico Superior en Producción de Audiovisuales y Espectáculos. Estuve haciendo prácticas en una empresa grande del sector, trabajé para festivales como el FIB o el SOS 4.8 y a principios de año me he incorporado al equipo de Izal.
- Cuando llegan por la mañana al recinto donde van a celebrar una actuación, ¿cuál es el primer paso que dan?
- Los eventos cuentan con sus propios técnicos, con los que tenemos que coordinarnos en todo momento. Según llegamos a un sitio, por ejemplo, nuestros técnicos de sonido se van con los técnicos de sonido locales, para que les expliquen cómo está todo montado, aunque ya les habían informado de antemano. En Izal tenemos a Antoñito y a Mike trabajando en el sonido, a Gonzalo y Javi en vídeo y realización, a Joel, Abel y Pablo gestionando las luces, este último también echa una mano en realización durante el bolo, y a Rober y David como 'backliners', que son los encargados de cambiar los instrumentos de los músicos durante los conciertos y de que estos estén en perfectas condiciones. Una parte de mis funciones consiste en ir llegando a acuerdos con todo el mundo: desde iluminación me comentan sus necesidades por adelantado y yo se las envío al promotor del evento, este me manda un esquema de las luces que me pueden facilitar y yo me vuelvo a reunir con nuestro equipo a ver si nos sirven, si podemos adaptarnos o si tenemos que hacer alguna petición.
- Los días de concierto, ¿cuál es el plan de la jornada? ¿A qué hora comienzan a montar todo?
- Hace unos días estuvimos tocando en Salamanca y, como está cerca de Madrid, salimos a las ocho de la mañana para comenzar a montar a las once. Normalmente, intentamos tener todo listo antes de las tres de la tarde, ya que los miembros del grupo suelen realizar la prueba de sonido de cinco a seis. Al final, no paramos en todo el día. Cuando los conciertos empiezan a las diez de la noche, solemos acabar sobre las dos, ya que, después de un bolo, tardamos aproximadamente una hora y media en desmontar y recoger todo. Los músicos suelen viajar más tarde que los técnicos, hasta la prueba de sonido no les hace falta estar en el recinto.
- En Santander actuaron junto a Maren, una de las artistas jóvenes más interesantes de nuestro país. Cuando tocan con otros músicos o tienen un telonero, ¿cómo se coordinan?
- Tienes que ir hablando y negociando con la gente que se encarga de la preproducción del resto de músicos que participan en un evento. Normalmente, la primera persona que toca es la última en hacer la prueba de sonido, ya que así deja sus cosas ya montadas sobre el escenario. Después del 'show' de un telonero, solemos tener aproximadamente media hora para hacer el cambio entre un artista y otro, para volver a montar parte de nuestro equipo. Solemos utilizar tarimas con ruedas, que nos permiten, por ejemplo, cambiar una batería por otra en un momento.
- ¿Cómo realizan los viajes?
- Si tenemos un concierto suelto, viajamos en furgoneta y nos quedamos a dormir en un hotel, pero, cuando tenemos dos bolos seguidos, vamos en un 'sleeper', un autobús con camas que nos permite salir hacia nuestro nuevo destino nada más acabar un 'show' e ir durmiendo por el camino. Los músicos siempre intentan viajar en una furgoneta o en tren, ya que no tienen la necesidad de estar a primera hora en el recinto donde actúan y es lo más cómodo. La oficina de 'management' nos va pasando las fechas de las actuaciones que van cerrando con antelación, incluso mucho antes de que se anuncien, porque al final tenemos que planificar con tiempo cómo nos vamos a mover y en qué hoteles nos vamos a quedar, teniendo en cuenta, además, que, cuanto antes busquemos el alojamiento, más barato nos saldrá.
- ¿Han tenido días malos? ¿Cuál ha sido su peor día con Izal?
- La verdad es que es muy raro que todo salga a la perfección. Siempre hay cosas que fallan, pero, por suerte, aún no hemos tenido ningún problema grave, no hemos tenido que cancelar un concierto. Sí que en varias ocasiones parecía que el montaje estaba perfecto y, de repente, en la prueba de sonido fallaban las cosas. Por eso intentamos hacerlo todo con el suficiente margen de tiempo.
- Izal retomó este verano la gira de despedida de su disco 'Autoterapia', que tuvo que interrumpir por culpa de la pandemia. La verdad es que están teniendo bastantes conciertos, ¿no?
- Desde que arrancamos el 18 de junio en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, no hemos parado. El sábado estuvimos en Vitoria, el martes en Salamanca y mañana estaremos en Bilbao. Este verano haremos más de veinte 'shows', algo que no está nada mal. Había ganas de volver a ver a la banda en directo: por ejemplo, en Madrid hicimos dos bolos para 5.000 personas y se agotaron las entradas. La pandemia fue muy dura, ya que la formación tenía una gira larga montada, pero apenas pudieron hacer tres o cuatro fechas. Mucha gente había estado trabajando duro durante meses e invirtiendo mucho dinero en algo que no se pudo llevar a cabo. El año pasado estuve trabajando para el festival Mad Cool y, al principio, pensábamos que en verano ya estaría todo arreglado y que el evento se podría realizar. Los festivales siguieron con la gente en plantilla hasta bien avanzada la primavera, ya que parar la preproducción significaba tener que cancelar un evento en el que habían invertido mucho esfuerzo y dinero.
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