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¿Qué curso les espera a las salas de conciertos?
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DMúsica charla con Escenario Santander, Razznmatazz, Sala El Sol y Café Pop Torgal sobre la situación que viven y sus expectativas de mejoraSecciones
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DMúsica charla con Escenario Santander, Razznmatazz, Sala El Sol y Café Pop Torgal sobre la situación que viven y sus expectativas de mejoraLo siento, Don Pedro Calderón de la Barca, pero estaba usted equivocado. Porque por mucho que triunfase con aquello de «la vida es sueño», le aseguro que yo iba a salas de conciertos. Y no, no era producto de mi imaginación. Entraba, saludaba, pedía un botellín en la barra y veía a grupos, consagrados o noveles, dejarse allí la piel mientras bailábamos y cantábamos. Y no era el siglo XVII, Don Pedro, se lo aseguro a vuesa merced. Era hace menos de dos años. Pero llegó marzo de 2020 y nuestra Armada Invencible musical se nos quedó anclada a puerto en unos casos y hundida definitivamente en otros.
Año y medio «horribillis» después, las salas de conciertos españolas se preparan para navegar un nuevo curso. DMúsica ha contactado con cuatro emblemáticos recintos de diferente tamaño y región para conocer su situación actual, planes y expectativas de mejora. De menor a mayor, Café Pop Torgal (Ourense), Sala El Sol (Madrid), Escenario Santander y Sala Razzmattazz (Barcelona).
¿Se afronta este segundo curso tras la aparición de la pandemia con más ilusión que el anterior? «Lo encaramos con optimismo, como no puede ser de otra manera», señala José Luis Quirós, uno de los gestores de Escenario Santander, que incide en un buen manejo de las expectativas. «Simplemente tratamos de centrarnos en lo que podemos solucionar, trabajar o controlar. Esto nos permite gestionar mejor nuestro estado de ánimo y nuestra energía, que en esta situación es fundamental».
En este punto coincide David Pedrouzo, fundador en 2003 del Café Pop Torgal junto a su hermano Isaac. «Todo es una incógnita. Expectativas no tenemos al margen de que la música vuelva a sonar y de que la gente venga a disfrutar de ella». Más contraste hay entre dos de las salas icónicas de Madrid y Barcelona. «Nuestras esperanzas están puestas en una futura relajación de las medidas y contamos con un público fiel que nos ha acompañado siempre», señala Mar Rojo, programadora de la Sala El Sol de Madrid. «Por ahora, lamentablemente no podemos ser muy optimistas, ya que desconocemos cuándo podremos volver a abrir. Estamos esperanzados con los datos de vacunación, que van a buen ritmo», comenta a DMúsica.A Lluis Torrents, gerente de Razzmatazz, templo de conciertos barcelonés.
Como vemos, ánimos variables. ¿Y las programaciones? ¿Están ya agendados conciertos para este otoño/invierno? «Tenemos algunas cosas que ya hemos avanzado y otras en cartera, esperando a ver en qué formato lo vamos a poder hacer. El trabajo y la incertidumbre son grandes», analizan desde Escenario Santander. En su web vemos programados los conciertos gratuitos del ciclo local La Escena, impulsado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Santander, pero también a artistas como Will Johnson, Depedro o Natalia Lacunza.
Incertidumbre es la palabra clave en el sector y se repite en boca de la barcelonesa Razzmatazz. «Tenemos la sala reservada para algunos conciertos de otros promotores, que constantemente están cambiando de fecha por la incertidumbre en la que nos encontramos y en la que nos es imposible hacer una previsión de cuándo podremos abrir con unas mínimas condiciones que permitan ejercer nuestra actividad. También estamos programando nosotros, pero con mucha prudencia y dejando abiertas las fechas para poder ir haciendo los cambios pertinentes».
«En Café Torgal tenemos programación a partir de noviembre, con aforo super reducido, sentado y con la intención de ir muy poquito a poco. Correr ahora no tiene sentido, intentaremos hacer las cosas bien. Sabemos que no será rentable, pero creemos que es nuestro deber». La Sala El Sol es una de las más solicitadas del país y eso no lo ha cambiado la la pandemia. «Si, la verdad es que el calendario está muy completo y confiamos en que será un éxito. Hay muchas ganas por parte de artistas, promotores y público. Temo sin embargo que habrá cancelaciones de última hora, y además de la Covid-19, si no se resuelve el tema de los visados con Reino Unido, veremos reducidas las giras internacionales».
Como vemos, el navío comienza a poder navegar. Pero una galerna que dura 18 meses no deja daños menores. ¿Cómo están eco- -nómicamente? ¿Han recibido alguna ayuda para achicar las vías de agua y mantenerse a flote?
«Todo el personal de Razzmatazz está en un ERTE, la gran mayoría al 100%, y una pequeña parte, unas 10 personas, están desafectados parcialmente para hacer trabajos mínimos de mantenimiento, administración, booking, etc. Hemos dejado de facturar unos 18M€ y dejado de organizar unos 600 conciertos. Calculamos las perdidas en unos 2M€, que se están asumiendo con fondos propios, préstamos bancarios y algunas ayudas por parte de los departamentos de Cultura y Empresa de la Generalitat, Cultura del Ayuntamiento de Barcelona y del Gobierno central a través del INAEM».
También la Sala El Sol ha recurrido a los ERTE y a la ayuda pública. «Para poder salir a flote, afortunadamente hemos recibido apoyo del Ministerio de Cultura, Ayuntamiento y Comunidad. Las ayudas directas al alquiler, que se volvieron a proponer en este nuevo curso, son absolutamente necesarias. Pero no todas las salas están en la misma situación. Y cada local que cierre será una pérdida para el tejido cultural de la ciudad. Se ha echado en falta una respuesta conjunta para todo el sector del directo, no estamos atomizados como puede parecer, somos todos piezas de un mismo puzzle».
Escenario Santander apela a ese espíritu de colaboración. «Hemos sentido el apoyo del Ayuntamiento de Santander a través por ejemplo del ciclo que ahora mismo estamos celebrando: La Escena. Toda ayuda es poca, es obvio que estamos en una situación desesperada, como sucede en muchos sectores. Las consecuencias que se van a derivar de esta situación no han llegado. Entendemos que se agravarán porque en algún momento las ayudas no se podrán mantener y eso nos traerá grandes problemas que debemos de resolver conjuntamente. No estamos en una época para batallar, estamos en una era de colaboración, y esto nos lo debemos de grabar a fuego».
No sólo la ayuda pública es vital para fomentar la cultura y la música en las salas. También patrocinadores privados (fundamentalmente cerveceras) han sostenido la escena en estos tiempos críticos al patrocinar conciertos y ciclos completos. «En Torgal hemos recibido ayudas varias, pero más bien las enfocadas a la parte de hostelería. Pero la mejor ha sido sin duda, permíteme decirlo, la de nuestro partner SON Estrella Galicia, que jamás nos ha dejado solos». Lo mismo pueden contar desde la Sala El Sol respecto a Mahou, seguramente a día de hoy el mayor patrocinador/promotor de conciertos de nuestro país.
La diferencia de aforo entre el de siempre y el aforo COVID/sentados es abismal en todas las salas: Razzmatazz (2.200/500), Escenario Santander (978/180), El Sol (300/90), Torgal (90/35). Se puede comprender que la diferencia económica también lo es.
El curso arranca y el objetivo de nuestro «profesorado» está muy claro: lograr cuanto antes que regresen los conciertos de pie y los aforos previos a la pandemia. Eso no ha sido posible en los festivales de verano pese a las esperanzas que recogíamos a comienzos de 2021.
¿Cuándo? es sin duda la pregunta del millón. La respuesta no la sabe nadie, aunque todos miran (miramos) con envidia como lugares como Estados Unidos, Inglaterra o más recientemente Berlín disfrutan ya de sus salas y festivales sin distancia, bailando y sin mascarillas. Lo hacen a través del pasaporte de vacunación, una herramienta no exenta de polémica ética y que por ejemplo en Baleares acaba de tumbar el Tribunal Superior de Justicia.
«Sería difícil de explicar que cuando lleguemos a más de un 90% de vacunados, las cosas no empiecen a normalizarse. Por nuestra parte, en el Torgal no vamos a volver a los aforos y formatos de antes hasta que esto sea algo general y lleve un tiempo. Somos un sótano pequeño y queremos que la gente se sienta segura y a gusto. Empezar con aforos de pie al 50% e ir subiendo, eso sería un gran avance. Al estar de pie la gente siente más libertad, hay más movilidad y eso hace que la barras roten mucho más, algo fundamental económicamente para las salas», analiza David Pedrouzo para DMÚSICA.
Mar Rojo (Sala El Sol) coincide con él en la necesidad de activar las barras. «Ya antes de la pandemia, la programación de conciertos era una actividad prevalentemente deficitaria, que se complementaba con la noche, con la parte de hostelería y también al apoyo de algunas marcas que apoyan la música en vivo. A pesar de que se amplíen aforos, si hemos de mantener sillas y distancia, es inviable económicamente mantener el modelo durante mucho más tiempo».
¿En Razzmatazz vislumbran fecha de reapertura? «No lo podemos saber, pero da la sensación de que hasta el mes de octubre, en el que las escuelas estén abiertas, los índices de contagio sean más bajos que este verano y el porcentaje de vacunación más alto, en Salut no se van a plantear nuestra apertura», responde su gerente, Lluis Torrents. «Sólo podemos abrir si el público está de pie. Y para que tengamos algún margen de beneficio, debería ser por encima del 70% del aforo, aunque ahora lo que nos importa más es poder abrir para dejar de perder dinero y dejar de endeudarnos. Aunque no haya margen de beneficio, estaremos encantados de abrir y recuperar la actividad para acabar con esta pesadilla y con la angustia que está teniendo toda la plantilla».
José Luis Quirós, de Escenario Santander, ni siquiera entra a hacer cábalas temporales. «No somos magos, ni adivinos. No tenemos ninguna base para creer cuando va a suceder lo que nos preguntas. Lo que hacemos es programar, ya lo estamos haciendo, planteando proyectos de cara a 2022 y finales de 2021. Y si no los podemos llevar a cabo, los replantearemos».
Y así, surcando las olas que vengan, trabajando duro en el timón y en los cabos, las salas quieren seguir navegando. Soñando cada día, en voz baja o en voz alta, con alcanzar esa playa a la que le cantaba Xoel López. La playa de los conciertos, el ambiente y los números de antes. Se lo digo, Don Pedro, no sé si la vida será sueño como usted escribió, pero esta pesadilla debería de terminar cuanto antes.
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