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El disco con el que Kate Bush se hizo mayor

El disco con el que Kate Bush se hizo mayor

'The Sensual World' advirtió desde el instante de su concepción el detallismo del creador que se sienta a reflexionar, que huye de los prejuicios, de la ornamentación pegajosa, de la presión de lo esperado y que sin miedo, aunque con cautela, se lanza.

Domingo, 1 de diciembre 2019, 08:26

«Para la mayoría de la gente, crecer es intentar dejar de huir... Pero no estoy segura de que la gente crezca del modo adecuado», confesaba la cantante en 1989 durante una de sus entrevistas con los medios para presentar The Sensual World.

Y es que Kate, aquel año y con aquel álbum se despedía definitivamente de su semblante de teenager romántica y entusiasta con el que había engendrado sus cinco discos anteriores, para encaminarse hacia la madurez, hacia la asimilación de una existencia que buscaba algo más que el canto rebelde en nanas para adolescentes enamorados e incomprendidos.

Acababa de cumplir treinta años y su objetivo pasó de las ondas de instituto y la radiofórmula facilona a los oídos de un público más adulto, incluso mayor que ella, que se detuviera a valorar la materia prima que comenzaba a brotar de su don compositivo y artístico.

Sin renunciar a su pasado más inmediato con los mega hits que la habían alzado al reconocimiento mundial años antes, como 'Wuthering heights' o 'Running up that hill', y a sabiendas de que este cambio de registro podría acarrear críticas entre los más fieles devotos de su estilo juvenil, Kate Bush se embarcó en la aventura de complicar su música, de otorgarle un rictus de madurez y seriedad que, sin esperarlo, terminó superando sus propias expectativas y su propio éxito.

Raíces y literatura

'The Sensual World' advirtió desde el instante de su concepción el detallismo del creador que se sienta a reflexionar. Que huye de los prejuicios, de la ornamentación pegajosa, de la presión de lo esperado y que sin miedo, aunque con cautela, se lanza y se abre huyendo de la vergüenza y el pudor que siempre terminan desapareciendo a cierta edad. Porque, en aquel momento, sobre Kate primaba la necesidad de reivindicarse a sí misma, sus raíces, su identidad... Por eso no cuesta reconocerla haciendo alarde de su herencia irlandesa en este disco y gusta verla transitar por los sonidos celtas que decoran su ambiente a manos de violines, silbatos e incluso de pipas uilleann, las autóctonas gaitas de Irlanda.

Que no tuvo reparos en reconocer su devoción por la obra de su 'paisano'; James Joyce y sin temor por caer en la pedantería -que además no lo hace- envolvió el gran tema del álbum -el homónimo'The sensual world';- con la narrativa y las influencias de la legendaria novela 'Ulises' y su personaje más sensual, Molly Bloom, al que también hace referencia desde la cubierta del disco.

Y que, por si fuera poco, se empapó de la música étnica que le iba presentando su hermano Paddy; y en su nuevo afán por experimentar y atreverse decidió incluir ciertas reminiscencias en canciones como 'Deeper understanding', 'Never be mine'; y 'Rocket', donde se escucha la colaboración de las cantantes búlgaras del Trío Bulgarka enriqueciendo la escena.

Como también lo hace la presencia vocal de su padre (acreditado como Dr. Bush) en el diálogo del tema 'The fog' que trata sobre cómo un padre enseña a nadar a su hijo. El simbolismo no pudo ser más palpable, Kate se hacía mayor y nos lo fue contando a ritmo de estas composiciones.

De diva juvenil a reinta del art pop

Todo su esfuerzo y riesgo por ampliar miras, en unas apuestas sonoras y líricas hasta este disco intransitadas por la británica, fueron alabadas por la crítica en aquel 1989 y The sensual world consiguió posicionarse en el número dos de la lista de mejores álbumes del año en Reino Unido.

Un álbum que, certificado Platino en su país y Oro en Estados Unidos, supuso el punto de no retorno de una artista que creció en directo ante los ojos del público y del mundo, poniendo en sus manos su obra más ecléctica y a la vez más accesible.

Que entre susurros y delicias a capella, pero también bajo el ímpetu de una energía arrolladora como derrocha en "Love and anger" donde, por cierto, el ex Pink Floyd David Gilmour toca la guitarra, consiguió conquistar los corazones de una masa que comenzaba a asumir los avances tecnológicos que iba a traer consigo la década de los noventa.

The sensual world, el primer paso en la carrera de Kate Bush hacia la extravagancia como embajadora del pop barroco. Un álbum que este 2019 cumple los mismos años con los que contaba su alma mater cuando le dio vida y alas para hacerle un sitio en la historia. Los mismos con los que cualquiera comienza a echar la vista atrás en ese intento por dejar de huir, acertadamente, o no.

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