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Momento incómodo en la televisión italiana. Programa de lo que a finales de los noventa se llamaba música juvenil, léase actuaciones en riguroso playback, ruido de fondo continuo y chavales bailando invariablemente allá donde enfoque la cámara. El imberbe presentador está inquieto porque esa noche le toca hacer un par de preguntas a Franco Battiato. Se le ve nervioso, sin saber muy bien cómo actuar ante un artista tan diferente a los que suelen frecuentar el plató. Tampoco puede decirse que el invitado sea un prodigio de campechanía. El presentador se embarulla e, intentando congraciarse con él, le dice que lo admira enormemente por haber sido capaz de conseguir el éxito comercial sin haberlo buscado nunca. Alzando una ceja, Battiato hace una mueca de sorna y responde: '¿Qué no lo he buscado? ¡Claro que lo he buscado! ¡Y no sabes cómo!'. El joven sólo es capaz de hacer un gesto tras el que se lee claramente un tierra trágame.
Y eso que, en el fondo, al muchacho no le faltaba razón. La carrera de Battiato dista de leerse como la de un cantante que persiga desesperadamente las modas. Pero en 1979 el siciliano había tomado la decisión de abandonar la música experimental. Y al emplear el término experimental nos referimos a experimental: discos sobre sociedades distópicas titulados 'Fetus' con, efectivamente, la foto de un feto ensangrentado en portada; conciertos en los que se limita a reproducir obsesivamente las misma secuencia de notas en el sintetizador. Suena un poco enloquecido, pero no debía andar del todo desencaminado: su disco 'L'Egitto prima delle sabbie', conformado por dos temas de veinte minutos en los que repetía una y otra vez la misma escala, alcanzaría el prestigiosísimo Premio Stockhausen.
Todo parecía tener sentido en la Italia libérrima de los años de plomo. Pero con los ochenta en lontananza Battiato entiende que el mundo avanzaba por otros caminos y que aquello sólo conducía a una vía muerta. Lo ve claro: su siguiente disco se encaminará hacia el pop, con un ojo puesto en los esquemas clásicos de los años dorados de la música italiana y otro en la new wave que parecía invadirlo todo en ese momento. Eso sí, las letras seguirían su propio camino, apuntando hacia objetivos tan poco habituales en la música popular como el esoterismo y la filosofía oriental. Y sin ningún tipo de reparo: ya el primer single, el que daría título al álbum, era 'L'era del cinghiale bianco', esto es, 'La era del jabalí blanco', un tema compuesto bajo la luz de las crípticas enseñanzas del escritor místico René Guénon.
¿Un cóctel de difícil digestión? Posiblemente, porque el disco resultó un fracaso comercial. Al menos en un primer momento: con el paso de los años su cotización se dispararía al alza y hoy en día es considerado uno de los grandes álbumes de la música italiana y el LP con el que Battiato haría una primera prueba de todo lo que llegaría dos años más tarde con 'La voce del padrone', un éxito sin precedentes, primer disco italiano que superaría el millón de copias vendidas.
Cuarenta años más tarde Universal reedita 'L'era del cinghiale bianco', convertido ya en una piedra capital de la obra de Battiato. Lo hace en diversos formatos, desde el disco sencillo hasta el vinilo (blanco) numerado y con una portada reelaborada sin perder el espíritu de la original. En todos ellos están los siete temas del álbum correctamente remasterizados, pero lo mollar lo componen los extras, seleccionados por el mismo Battiato. Allí podemos localizar las demos originales de varios de los temas, pero también dos versiones, la muy popular 'La era del jabalí blanco' en castellano —vía en la que ahondaría y con inmenso éxito a partir de entonces— y la menos conocida 'The King of the World' en inglés —no, nunca consiguió Battiato entrar en el mercado anglófono—.
Aunque para comprobar el alcance de un álbum como éste lo conveniente es centrar nuestra atención en los cortes en directo. Son cuatro y de diferentes etapas, lo que permite mostrar el proceso de adaptación que haría de ellos con el paso de los años. Uno de ellos resulta particularmente simbólico. Había pasado una década, había llegado un éxito de dimensiones faraónicas, Battiato se sintió atrapado en la cárcel del éxito que tanto había buscado y decidió retirarse a Oriente para meditar y profundizar en la doctrina sufí. Fue entonces cuando le llegó la propuesta de actuar en el Bagdad asolado por la Operación Tormenta del Desierto. Muy delgado y con una larga barba, Battiato subió al escenario del Teatro Nacional de Irak para desarrollar un concierto centrado en sus temas más orientados hacia la espiritualidad y permitiéndose incluso cantar alguno de ellos en árabe. Aunque la grabación circula generosamente entre los coleccionistas en todo tipo de copias piratas, esta reedición permite escuchar por primera vez de manera oficial uno de sus cortes, 'Il re del mondo'. A la luz del espíritu que había dado pie a 'L'era del cinghiale bianco' —y de los problemas de salud que desgraciadamente hacen difícil esperar continuidad a la carrera de Battiato— su escucha supone el completo cierre de un ciclo abierto cuatro décadas atrás.
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