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olatz hernández
Lunes, 3 de febrero 2020, 18:56
El 3 de febrero de 1959 es una fecha grabada a fuego en la historia del rock and roll. Aquel día, hace hoy 61 años, tres de sus más brillantes estrellas – Buddy Holly, Ritchie Valens y J. P. 'The Big Bopper' Richardson– murieron en un fatal accidente de avión que cambiaría para siempre el mundo de la música. La tragedia se convirtió en leyenda y, tiempo después, aquel día sería conocido popularmente –e inmortalizado en la canción 'American Pie' de Don McLean– como el día en el que murió la música.
Los tres artistas estaban inmersos en el 'Winter Dance Party Tour', que les iba a llevar durante tres semanas a 24 localidades del medio oeste americano. Tras un concierto en Clear Lake (Iowa), Buddy Holly decidió alquilar un avión privado hasta la siguiente parada, en Moorhead (Minessota) y así ahorrarse el terrible viaje de 600 kilómetros por carretera. Cansado de pasar frío en el destartalado autobús de la gira, guardó el resto de asientos de la avioneta para otros dos miembros de su banda: Tommy Allsup y Waylon Jennings.
Ninguno de los dos subió al aparato. Allsup se jugó su puesto en un lanzamiento de moneda que ganó Ritchie Valens y Jennings decidió ceder su asiento en el último momento a 'The Big Bopper', enfermo de gripe. «Espero que tu maldito autobús se congele otra vez», le dijo burlonamente Holly a Jennings antes de embarcar. «Pues yo espero que tu vieja avioneta se estrelle», le respondió éste. La aeronave desapareció en medio de una tormenta de nieve y se estrelló pocos minutos después. Sus restos quedaron esparcidos en un campo de maíz y todos sus ocupantes murieron.
Se dio a conocer cuando actuó como telonero de Elvis Presley en su ciudad natal, en Texas. Solo estuvo en activo tres años, pero compuso algunos de los himnos fundacionales del rock and roll.
De ascendencia mexicana, con solo 16 años era conocido como el 'Little Richard' de Los Ángeles. Fue un pionero en el rock chicano americano y logró el éxito con una versión rockera de 'La Bamba'.
Al día siguiente el mundo despertó con la trágica noticia. «Joven cantante de Texas muere en accidente de avión», tituló 'The Daily Tribune'. 'Tres estrellas del rock and roll mueren en un accidente de avión' rezaba el 'Mirror News'. Aquel día, Don McLean, que entonces tenía 13 años, guardó los recortes de todos los diarios de noticias. «Estaba en shock, Buddy Holly era mi héroe y el periódico ni siquiera mencionaba su nombre. Así de insignificante era el rock and roll en aquellos tiempos para el público en general», recuerda. Si aquel accidente trascendió fue, en parte, gracias al propio McLean, que doce años después, junto al río Hudson en Nueva York compuso aquella primera estrofa de la canción 'American Pie' que se clavaría para siempre en el imaginario colectivo: «Hace mucho, mucho tiempo recuerdo cómo la música solía hacerme sonreír...».
Buddy Holly fue su máximo referente y una de las razones por las que acabó dedicándose a la música. En los tres años que estuvo en activo – de 1956 a 1959– el cantante de Texas se las arregló para cambiar completamente el panorama musical de la época. Se dio a conocer cuando actuó como telonero de Elvis Presley en su ciudad natal y en 1956 firmó con el sello discográfico Decca. Tras una serie de frustrados intentos por lograr un número uno formó un nuevo grupo 'The Crickets' (Los Grillos) con los que publicó el himno 'That Will Be the Day', inspirado en una frase de John Wayne de la película 'Centauros del desierto'.
Empezó como DJ y cantante en una radio local en Texas. Tras componer la canción 'Chantilly Lace' le llovieron las ofertas. Fue el mayor éxito de su carrera y con ella llegó al número 1 en 1958.
El tour comenzó en Milwaukee y cubría 24 ciudades. Los viajes en autobús eran de unos 600 kilómetros, con temperaturas de hasta -36 grados. Muchos de los artistas enfermaron, lo que llevó a Holly a alquilar el avión de cuatro plazas en Iowa. Abajo, el lugar del accidente.
Después llegarían otros hits como 'Peggy Sue' y '¡Oh Boy!', todas ellas escritas e instrumentalizadas por el propio Holly, algo inusual para un músico en aquella época. Su imagen también era atípica, con unas gafas de pasta que le hacían parecer un cerebrito. Pero con una guitarra en las manos se transformaba. De sus cuerdas salían canciones sencillas, pero pegadizas, con un marcado ritmo rhythm and blues que hacía enloquecer a sus fans y que pasarían a la posteridad como los temas fundacionales del rock and roll.
Murió con sólo 22 años, pero logró influir en varias generaciones de grandes músicos. John Lennon y Paul McCartney crecieron con sus canciones y su banda, The Beatles, es un homenaje a los Crickets de Holly. Bob Dylan acudió a uno de sus conciertos en Minnesota días antes del accidente que acabaría con su vida y asistió a una actuación que guardaría siempre en la memoria. «Me miró directamente a los ojos y me transmitió algo, no sé qué...», reconoció Dylan en una entrevista. El británico Elton John también empezó a usar gafas en sus actuaciones para emular a su ídolo.
Muchas bandas reconocieron la influencia de Holly grabando algunas de sus canciones. Los Beatles grabaron su 'Words of Love' en 1964 con las voces de Lennon y McCartney creando armonías. Los Rolling Stones imprimieron su propio estilo, más agresivo, a la canción pop 'Not Fade Away'. Grateful Dead también hizo suyo este tema de Holly y llegaron a alargarlo hasta los 15 minutos con varios solos de guitarra y batería durante un concierto en 1977. Blondie con 'I'm Gonna Love You Too', Bruce Springsteen con 'Oh Boy' y el francés Johnny Hallyday con su adaptación de 'Rave on' –'C'est Bon'– fueron algunos de los artistas que rindieron tributo a Holly. Parece que la música no murió aquel 3 de febrero de 1959 después de todo.
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