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Quizás sea esa textura extraña que se instala entre lo cálido y lo melancólico. A Norah Jones se le puede acusar de arriesgar poco y de componer y cantar una música que busca en ocasiones cierto hábitat acomodaticio. Pero no se le puede negar coherencia, ... estilo y personalidad a la hora de conjugar el jazz, mover sus parámetros, jugar con otras formas musicales, y de expresar esa manera sutil de contar historias desde una atalaya de hibridación, conocimiento y vocalismo rotundo. «Si todos somos libres, ¿por qué simplemente no podemos serlo?», casi reza en 'Flipside'. Cerca de cumplirse dos décadas de su inesperado éxito, 'Come away with me', llegó a vender cerca de treinta millones de copias de su debut, la también compositora y actriz publica ahora el primer disco en directo de su carrera. Son esos veinte años de trayectoria de la pianista que se asoma con un primer álbum completo en directo, bajo el epígrafe 'Til we meet again'. Uno de los rasgos de Norah Jones, nada impostado, es esa querencia por el intimismo dentro de la globalización que ha alcanzado su música. También esa discreta y fluida conciencia de un lugar en el mundo musical que combina cierta naturalidad y sencillez, donde talento y capacidad para componer himnos se traducen en un delicado discurso generacional.
Norah Jones (Nueva York, 1979), hija del legendario músico hindú Ravi Shankar y autora de temas ya clavados en la diana de una forma de sentir la música, desde 'Sunrise' a 'Don't know why', o 'Those sweet words', entre otros muchos, posee (no es la única, claro), una virtuosa facilidad para mezclar la composición y la interpretación con poderoso equilibrio. Es posiblemente ese dominio de la diversidad de estilos lo que proporciona un aliento de reescritura y de sutil miscelánea entre el pop, el country y el blues, incluso el folk, sin olvidar nunca el sedimento y la raíz jazzística. El compromiso entre Jones y su piano, la referencia a la tradición de la música popular estadounidense, la libertad sonora sin perder el rumbo de los cánones clásicos, la constante apelación a una sencillez nunca sofisticada son señas de identidad de eso que llamamos estilo.
Norah Jones ha reflejado esa diversidad, pluralidad y desapego a sujetarse a lugares comunes mediante una libertad de decisiones. Y ello se ha reflejado en el hecho de tener tantos seguidores como detractores que reconocen su talento pero critican su conservadurismo o una tendencia que se interpreta como comercialidad. Entre las huellas que salpican su carrera se halla el productor Danger Mouse, la grabación de un disco de versiones con Billy Joe Armstrong (Green Day), los duetos (ya opción estándar) con Tony Bennett, Willie Nelson o Dolly Parton... y, por supuesto, sus conciertos, casi siempre merecedores de elogios por su facilidad para conectar con el público.
La ganadora de nueve Premios Grammy ha ido edificando una banda sonora particular que se utiliza, a veces manipula, para todo tipo de contextos y ambientes. La protagonista de 'My blueberry nights '(2007) junto a Jude Law, Rachel Weisz y Natalie Portman, no obstante, al margen de estas paradas e hitos con mayor o menor acierto, mantiene la frescura, solvencia y calidez de su voz, ensalzadas cuando vuelve a sus primeros registros. Jones zarandea a veces las referencias del jazz con lo que descoloca a los puristas y también a quienes, conformistas, buscan su lado más reglado y convencional.
Por eso sigue vinculada a una composición que responde a esa melancólica dicción y sonido musical de temas con envoltura y coloratura y, a su vez, agitando el tiempo con versiones de clásicos como Hoagy Carmichael y Hank Williams.
De hecho, Jones ha crecido musicalmente también con otra singularidad construida entre la colaboración y la experimentación. Es clara su inspiración en músicos como Tom Waits, bebió tanto de sonidos épicos como de arriesgadas fuentes, además de buscar siempre hacer algo distinto, oscilando entre el mismo grupo de músicos y cambios necesarios.
En el disco en directo, que se revela ahora, se incluyen catorce temas que abarcan desde su debut en 2002 a 'Little broken hearts', pasando por 'Day beaksm', a sus temas recientes, caso de 'Begin again' e 'It was you' y la interpretación al piano de 'Black hole sun', a modo de evocación de Chris Cornell, grabado en Detroit, poco después de su muerte. Un homenaje a las gentes que forman parte de la industria de la música en vivo a través de la selección de actuaciones realizadas entre 2017 y 2019 por todo el mundo.
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