Publicar menos para llegar más lejos

Basta un simple vistazo a las plataformas digitales musicales para quedarse con la impresión de que el formato más utilizado desde los años sesenta del siglo pasado, el elepé o LP, un álbum de larga duración, está perdiendo protagonismo, sustituido cada vez más habitualmente por otros modelos de publicación, que hace apenas dos décadas parecían condenados al olvido, y sin embargo ese extraño efecto de revivalismo y nostalgia tecnológica ha acabado por volver a poner de moda: el single, el EP, el mini-LP…

La música comercial malvive, por supuesto, en su universo casi autónomo de radiofórmulas, talent-shows y celebridad prefabricada, pero en el ámbito de la edición independiente, auténtico laboratorio de tendencias y oráculo del futuro próximo, los nuevos lanzamientos de grupos y artistas, consagrados o noveles, tienden cada vez más al minimalismo de la pequeña distancia. Tal vez por aprovechar la inmediatez, por entrar en el debate público, como hacen Los Planetas con 'La nueva normalidad', single digital que 'repentiza' y sirve de crónica irónica de un mundo en crisis, con el pillaje y las revueltas del pasado verano en Estados Unidos. O por maximizar los recursos, como han hecho los vigueses Los Marcianos, que en lugar de publicar como álbum su última grabación de estudio, la fraccionaron en dos EP de cinco canciones: 'Nuevo orden cósmico' (2018) y 'Contra el mundo' (2019). Dos lanzamientos supone duplicar la atención mediática, y las posiblidades de llegar a un público ávido de novedades. Aún más allá, su último lanzamiento es un single, una versión de la sesentera 'Anduriña'.

Aunque la clave la pueden ofrecer los propios artistas. Kike Lázaro, cantante de los cántabros Stock, desvela que «estamos sacando temas poco a poco, por adaptarnos a los tiempos que corren. Ahora mismo la gente tiene mucha información, demasiada, y es difícil teniendo Spotify y demás, que se escuchen un álbum completo». Es la misma explicación que se intuye en uno de los EP más celebrados de la escena independiente el pasado año, el 'Dame 10:36 minutos' en el que ironizan con la duración del propio disco, de cuatro canciones.

Para el productor Carlos Hernández, «es un reflejo de cómo consumimos música hoy día, en plataformas y listas. Más que un EP, lo que cobra importancia son las canciones. Pero esto no es nuevo, ya ocurría en los años sesenta, cuando se publicaban singles con dos temazos en cara A y cara B que posteriormente se recopilaban en LP».

Hace casi dos décadas, en 2003, Alejandro Díez Garín, líder de Cooper, sorprendió a toda la escena musical con un curioso manifiesto en forma de decálogo, con el que anunciaba su intención de no publicar más elepés, por razones tanto creativas como ideológicas, en un postura que escapaba de los cánones comerciales de la industria, y cuya principal motivación era defender la importancia de la canción como obra de creación unitaria, frente al álbum como marco conceptual desfasado y 'carca'. Desde el tercer disco, todos menos el conceptual 'Mi universo' han sido singles, mini-elepés o lanzamientos no venales, recogidos a posteriori en álbumes recopilatorios. «Esa decisión fue la tumba comercial del grupo: los programadores de festivales o la prensa musical pasaron a ignorarnos; todo estaba preparado para discos de larga duración y nadie hacía caso a los singles, como si fueran una obra menor», recuerda el músico. «El negocio musical está muy esclerotizado. Poner en juicio los conceptos de la industria me ha hecho pagar un peaje muy alto».

Tal vez el ejemplo más claro estuvo en el single de 'Cierra los ojos' que no salió a la venta, sino que se regalaba en los conciertos, y no recibió ni una sola crítica. «Hasta que no lo publicamos en disco, nadie le hizo caso». Con el tiempo, el balance resulta agridulce; en su discográfica, Elefant, aceptaron con respeto la decisión, pero nunca faltaron las críticas. «Con los Flechazos cerramos con un mini LP, y nos machacaron mucho; yo había crecido con discos como 'Cuatro Rosas' y 'Dónde estabas tú en el 77' o 'Una décima de segundo', y me gustaba el formato». «Hacer un álbum tiene el encanto de lo tradicional, pero el formato clásico ya no funciona comercialmente, y la gente de la industria está intentando encontrar el formato que le permita sobrevivir».

Desde su retiro, observa el cambio de tendencia con cierta distancia: «Hoy hay tal cascada de información que pocos tienen tiempo de poner un disco entero; yo creo que sólo lo hago cuando voy conduciendo. Además, vivimos en un mundo en el que la gente hace lo que le da la gana, y eso está muy bien». Sin embargo, cuando se lo plantea en primera persona, sigue firme en su convicciones: «Si me volviera a picar el gusanillo, no haría un álbum. Seguramente haría una canción para un momento especial».

Más allá de lo que se pueda apreciar como moda, ¿realmente los formatos breves están sustituyendo a la larga duración? Luis Fernández, de la discográfica Sonido Muchacho, subraya que «esa tendencia la marcan los agregadores digitales, aunque no es nueva. Estar en una playlist es como estar en las antiguas listas de la radio comercial, que funcionaban con singles». Sin embargo, en el balance de resultados, y más en estos tiempos en que, sin conciertos, «hay que pelear cada céntimo; es cierto que el single está empezando a gustar a la gente, sobre todo como fetiche, pero seguimos publicando más álbumes. El disco siempre va a estar ahí, porque el elepé te confirma y es lo que te permite editar en disco, y salir de gira». Sin embargo, los sellos independientes siguen manteniendo cierto viso romántico: lo nuevo de Airbag llega esta semana a las tiendas y es un EP de diez pulgadas, 'Discotecas'. «Un poco capricho», admite Luis Fernández.

Entre los músicos, la larga distancia sigue manteniendo su gancho; Quique González subraya que, «afortunadamente, los coleccionistas siguen valorando el formato. Siempre ha habido cierto fetichismo en los fans de la música, y ellos son los que mantendrán el formato». Como creador, asegura que sigue «creyendo en el disco como obra completa, y no me influye pensar en el formato en el momento de hacer una canción».

«Me gusta escuchar un disco completo, porque creo que suelen tener un concepto. Tiene un sentido el orden de los temas y demás...», añade Kike Lázaro, de Stock. La banda ya prepara su tercer disco, 'La distancia', del que ha adelantado ya dos singles.

Desde dentro, las cosas se ven de otra manera. Irene Gutiérrez Edilla, cantante de Malamute, prefiere discos «de larga duración, pero me gusta comprar singles o EP también para apoyar a las bandas y además de algunos grupos me gusta tenerlo todo». En el horizonte está el formato largo: «Nos falta sacar un EP compartido y después ya nos vamos a poner con un disco largo». ¿Los motivos? El cambio de tendencia «tiene que ver con el consumo inmediato que se ha impuesto con Spotify o Youtube, pero al final, todos los artistas acaban sacando disco, desde el más indie a Rosalía o C Tangana: los LP van a seguir ahí».

También hay motivos creativos para elegir la corta distancia. Pepe Medina, bajista y compositor de Airbag, prefiere los EP para su proyecto paralelo, Soy La Playa: «decidí hacer EP de cinco canciones, porque si no iba a tardar muchísimo en sacar cada disco. Pero es también una manera de motivarme, con metas cortas». Sin embargo, le siguen gustando los discos completos, pero «no muy largos, de treinta minutos. Y que tengan cierta coherencia. La moda de las canciones sueltas me parece lógica, pero hay una diferencia creativa: cuando tienes ensayas y grabas varias canciones, van evolucionando y se nota hasta en el sonido».

Necesidad o virtud, los cambios de formato siempre son un proceso de largo recorrido, por más que las nuevas tecnologías los aceleren. Queda por ver, ahora la respuesta de los destinatarios: el público.

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