Un rabel y mil orígenes

Un buen ejemplo es lo que ocurre en reuniones de rabelistas y encuentros populares. El ambiente es distraído, relajado, ameno… hasta que alguien, sin saber lo que hace, asegura: «¡El rabel vino con los árabes!». Todo es silencio durante unos segundos en los que parece que los interlocutores cogen impulso para, hablando todos a la vez, hacer valor su opinión sobre las demás.

Siempre cómicos, estos momentos derivan en interesantísimas teorías a nivel popular donde nosotros, los rabelistas, estamos más cerca de lo que nos imaginaríamos de las teorías de los eruditos. Y no porque sepamos tanto como ellos, sino porque ellos desconocen tanto como nosotros.

Quizá cuanto más nos alejemos en el tiempo, más coincidamos en opinión. La lira bizantina, el instrumento representado por primera vez en un sarcófago de marfil alrededor del año 1000 y presente hoy en Florencia, parece ser el favorito en cuanto al origen, no solo del rabel, sino de la mayoría de los instrumentos europeos de cuerda frotada. Le sigue otro menos comentado; el ravanastron (3000 A.C), el instrumento de las epopeyas indias y culturalmente más distante para nosotros.

En aquel entonces, comienza el viaje del rabel, o del germen de este, que deja hermanos y primos en tantos países europeos y orientales. El kemence, la gadulka, la lira de Creta y un etcétera increíblemente largo están entre los ejemplos.

¿El viaje más interesantes y poco conocidos del ancestro de nuestro instrumento? ¡El de los vikingos, faltaría más! Alrededor del año 1000 y navegando por río llegan hasta el Mar Negro, y de ahí llevan a su tierra la lira de Nóvgorod. De hecho, en dicha ciudad noruega se encontró en unas excavaciones de 1190 una lira bizantina tal cual. Mientras, la lira calabresa y el gudok ruso son los mejores nominados a representantes aún vivos de esta lira.

Entonces comienza el conflicto y algunos hablan más alto que otros; si bien sabemos que el rabel entró por el Sur de la península, con el mundo árabe y durante el periodo de ocupación, no somos pocos los que revindicamos la entrada que hizo por el norte, presentando pruebas irrefutables como la estela de piedra del camino de Santiago.

Diferentes momentos y entradas que chocan y… conviven. Christian Rault en su trabajo 'Instrumentos de arco musulmanes y cristianos y sus influencias reciprocas', reflexiona muy acertadamente sobre la influencia que el norte aportó al sur. Hasta que alguien sugiere «Los vikingos hicieron muchas incursiones también en la península en esa misma época». Y otro responde: «Eso no es posible». El siguiente añade: «Sí es posible». «Lo trajeron unos pastores de Extremadura», concluye otro. De fondo alguien toca el rabel en un escenario mientras el grupo en conflicto sigue con la importante labor de encontrarle un origen al instrumento.

Mientras la música suena y la mañana avanza los partidarios de la piedra se han cerrado en un circulo más pequeño. «Esta claro, el rabel es la herencia viva de las fídulas medievales de la cual nuestra Península es la reina a nivel mundial». Todos asienten. Suena una jota de Campoo, alguien hizo una reinterpretación de una antigua grabación, dobles cuerdas con afinación de quintas. «Eso en música medieval se llamaba órganum. Escuchad esos adornos y ritmos; son música medieval pura… Tenemos una ventana abierta al medievo, ¡en Cantabria!». Entonces todos nos callamos para aplaudir tras el final del la canción.