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La formación neozelandesa Labretta Suede and the Motel 6 calienta motores en Santander un miércoles a las nueve de la noche. La sala Rock Beer ... The New es una parada más dentro de una extensa gira que les llevará por una veintena de recintos de conciertos de la geografía española. Es muy común que grupos internacionales poco conocidos hagan un alto entre semana en el local santanderino. «Muchas bandas extranjeras se lanzan a recorrer nuestro país durante varias semanas y, si pueden, dan catorce conciertos en quince días y cubren gastos».
Durante el fin de semana, en el recinto abundan los grupos nacionales, pero el resto de días suelen estar copados por formaciones de fuera de nuestro país, encantadas con la posibilidad de programar conciertos incluso un lunes o un martes.
Parece complicado que bandas extranjeras bastante desconocidas tengan público en la ciudad durante esos días, pero Juan Gómez, que, junto a su pareja —la DJ Lucy Kilmister— lleva treinta y dos años gestionando la sala Rock Beer The New, no duda en señalar que nos encontramos ante «proyectos que después será casi imposible ver en directo».
«No estamos hablando de músicos nacionales, que pueden tocar hasta en las fiestas de los pueblos«, indica, y señala que en este país »parece que el atractivo de grupos ingleses o americanos es mayor que el de las bandas de aquí, aunque musicalmente no tenemos nada que envidiar».
La cantidad de conciertos que programa la sala Rock Beer The New es ingente. Hay meses, como abril, en los que han pasado por el local más de veinticinco bandas. Juan recuerda que el escenario lo han pisado grupos de la talla de La Fuga o Los Deltonos, «cuando aún no eran famosos». «Uno de los conciertos más sonados fue cuando tocaron los míticos Napalm Death —que poco después llenaban estadios—. Se lo cuentas a las bandas que pasan por aquí y nadie se lo cree».
Lo más habitual es que los músicos contacten con la sala con seis meses de antelación para programar un evento, pero actualmente tienen ya cubiertas muchas fechas de conciertos para el año que viene. Gran parte del trabajo se resume en «ir tachando fechas sobre un calendario».
No cobran a los grupos por actuar. Los artistas se quedan con el importe de la taquilla y desde el local siempre intentan ahorrar costes con el objetivo de «que los precios sean asequibles».
«Aunque esto a veces es contraproducente: la gente piensa que si una entrada es barata, significa que los músicos no merecen la pena», explica Juan. «Con toda la información que podemos encontrar sobre las bandas actualmente, lo menos que puede hacer una persona es preocuparse un poco y mirar antes de juzgar«. »En los noventa la gente se preocupaba mucho más por los conciertos que se celebraban, y eso que tenían mucha menos información que ahora», afirma.
Juan se encarga hasta de sonorizar a los grupos, como una manera de que estos tengan menos gastos. No tiene ningún tipo de formación musical y lo que sabe lo ha ido aprendiendo con el paso de los años. «Nunca he sido músico, siempre he sido un patán para esas cosas, pero al final vas viendo como realizan las pruebas de sonido otras personas, tienes amigos que te van echando un cable y vas adquiriendo conocimientos».
«La gente de fuera da menos problemas que las bandas nacionales, saben en todo momento cómo quieren sonar, van a cañón en las pruebas, tienen su sonido muy trabajado y, además, tienden a ser gente muy agradecida«, añade.
Es imposible recorrer el local y sin fijarse en sus paredes, cubiertas por cientos de pegatinas. Los grupos no se dedican a dejar su firma con rotulador entre bastidores; en su lugar pegan su logo o su nombre junto a los baños, junto al escenario o incluso en la puerta de entrada, donde ya no queda ningún hueco libre.
Al final, sería una tarea titánica acordarse de todas las formaciones que han pasado por la sala durante sus más de treinta años de vida, y Juan es incapaz de dar un número aproximado, aunque ha habido etapas en las que estuvieron muy activos, como a finales de los años noventa, y otras en las que, por motivos de permisos y quejas de los vecinos, se celebraron menos conciertos, como a mediados de la década pasada.
Juan desvela una última curiosidad, actualmente hay varias personas terminando de rodar un documental sobre el Rock Beer The New, con entrevistas a bandas que han pasado por su escenario, gente activa en el panorama musical santanderino y público.
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