Ruth copeland, dame refugio
Fantasmas en la maquinaria ·
Hace casi 50 años del notable híbrido musical protagonizado por una artista teóricamente fuera de sitio a la que algunos consideraron la sucesora de Diana RossSecciones
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Fantasmas en la maquinaria ·
Hace casi 50 años del notable híbrido musical protagonizado por una artista teóricamente fuera de sitio a la que algunos consideraron la sucesora de Diana RossEn 1969, Detroit y su burbujeante escena musical sufrían la resaca de largos años de éxito empapados en conflictos de todo tipo, con un clima social –Vietnam, los derechos civiles, la contracultura- que amenazaba con reventar del todo, y numerosas cuestiones internas, casi siempre alrededor del vil metal y el reparto de las ganancias, que no parecía posible resolver.
Berry Gordy había decidido trasladar la base de operaciones de su imperio Tamla Motown a Los Ángeles, creando un hueco muy complicado de asumir para los músicos y productores que dejaba atrás. Así que, cuando Lamont Dozier y los hermanos Holland ganaron el pleito legal por los royalties que aún les adeudaba el sello de Gordy, tomaron la decisión de crear, desde cero, otra factoria de éxitos en la Motor City, con dos sellos (Invictus y Hot Wax) que aglutinaban a veteranos y sangre fresca, dispuestos a dar batalla con nuevos clásicos y un sonido reconocible, acorde a las transformaciones en forma y fondo que el soul del cambio de década estaba experimentando.
Y entonces, Jeffrey Bowen, uno de los escuderos más prometedores de H-D-H en su nuevo proyecto, se topó con una cantante, protegida de Edwin Starr, a la que imaginó como «la sucesora de Diana Ross, pero blanca esta vez», nada más y nada menos.
Efectivamente, la muy caucasiana Ruth Copeland, aquella hippychick de poderosa voz, había emigrado a Detroit en 1965 desde el Reino Unido, y a su amor por el blues añadía el gusto por incorporar en sus composiciones los ecos del folk de su Northumberland natal, algo que iba a dar mucho juego en su inminente colaboración con los nuevos colegas detroitianos. Tras un primer y único single como vocalista de The New Play, la Copeland se preparaba para el lanzamiento en solitario, y además, Bowen la encargó componer material original para un fichaje de altos vuelos…
Los Parliament de 1970 ya no eran, ni de lejos, el convencional grupo vocal de sus éxitos previos para Revilot, sino una banda autosuficiente que el gran George Clinton visualizó como la respuesta del ghetto a Cream y demás iconos del blues-rock psicodélico. Aunque habían fichado para Westbound bajo el nombre de Funkadelic, su contrato con Invictus les garantizaba el perfecto equilibrio entre continuidad y libertad creativa para explorar nuevos territorios, y el trabajo con Ruth Copeland y su ya marido Bowen continua sonando pletórico y extravagante a más no poder, incluyendo ¡las gaitas! del increible 'The Silent Boatman' que Ruth aportó a aquel 'Osmium' de 1970.
Esos mismos músicos de Clinton, futuras leyendas com Eddie Hazel, Bernie Worrell, Billy Nelson o Tiki Fullwood, son la sección de ritmo que galopa junto a Copeland en los dos magníficos álbumes, 'Self Portrait' y 'I Am What I Am', que se editaron posteriormente, incluyendo una versión simplemente extraordinaria del stoniano 'Gimme Shelter' (también grabó su muy personal lectura de 'Play With Fire', por cierto) y la mezcla, orgánica y sumamente atractiva, de las influencias de unos y otros.
Un notable híbrido musical protagonizado por una artista teóricamente fuera de sitio, pero que aportó al experimento/experiencia un componente esencial de verdad emocional, fructífero perfeccionismo (la descripción es del propio Clinton) y atrevimiento sónico sin cortapisas. Hace casi 50 años, aquel cómplice, libérrimo despliegue interracial, intercultural, igualitarista… seguro que resultaba algo más que exótico y, para según que miradas, peligroso incluso. No es el mismo mundo, desde luego, pero… ¿seguirá ocurriendo lo mismo con sus equivalentes del 2019?
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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