Una noche de reggae y rock de autor en La Magdalena

Lo suyo fue el ejemplo de tener algo más que tablas y defender sus canciones ante un aforo que no destacó en lo cuantitativo —para la cita de ayer se vendieron 5.000 entradas— y sí en lo cualitativo; destacaron las canciones y las historias que arrastran. ¿O acaso nadie ha tenido entre las manos alguna cinta de Revólver? Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Pasadas las primeras canciones, llegaron las presentaciones: «Como digo siempre, cualquier motivo es bueno para venir a esta ciudad vuestra; buenas noches. Tenemos el tiempo que tenemos para contener mi incontinencia verbal, así que hablaré poco, tocaremos mucho, y espero que cuando salgan de aquí piensen que ha merecido la pena».

Con ese objetivo, el de Ventas hizo de anoche su noche y la de los asistentes al interpretar temas como 'Tu noche y la mía' e invitar al público a cantarla con él, devolviendo éste un tímido murmullo entre las primeras filas; también apeló al paso del tiempo, «ahora viene una canción de las de antes», y recordó a 'Sara' a mitad del espectáculo. «Procuramos que se suba al escenario de vez en cuándo», comentó Goñi. Para entonces, la noche ya empezaba a caer. «¿Todo bien? Nada puede ir mal en un sitio como este. Va una de las canciones más optimistas: 'Odio'». Y el piano, el twist y los solos —que se prolongaron quizá más de lo debido— fueron rellenando el tiempo hasta que a diez minutos del cierre Goñi sacó la artillería pesada con temas como 'El Roce de tu piel' y 'El Dorado', con solos de guitarra pensados para lucirse y despidiendo el instrumental del grupo que estaba por venir, UB40, que desde el principio de la noche ya tuvo sus instrumentos encima del escenario.

Si preguntan por lo de UB40, se puede resumir en un «ir con todo». Y ese 'todo' fueron guitarras, coristas, batería con paneles protectores para controlar el volumen del instrumento, trompeta, saxo, timbales, doble teclado, bajo eléctrico y percusión con pandereta de aros, entre otros elementos sonoros. Todo ello, agitado, acabó en ovación por parte del público al acabar cada canción.

UB40, o lo que queda de aquella numerosa banda británica de los ochenta que sorprendió en su momento al fusionar reggae jamaicano con british pop, reunió anoche en Santander a toda clase de público: desde los que vestían camisas hawaianas, hasta los que vinieron a ver a Revólver y se quedaron. El ambiente pueden imaginarlo —también olerlo—; buen rollo, vaso en mano y cigarro entre tema y tema de un público que, de acudir a la Campa con alguna preocupación, hay un alto porcentaje de posibilidades de que el reggae de los de Birmingham la espantara de un plumazo.

Lo cierto es que anoche sobre el escenario hubo 10 músicos que desembarcaron en la capital cántabra para tocar, tocar y tocar; poca presentación y mucho setlist, que desfiló entre los temas 'The Way You Do The Things You Do', 'Please don't make me cry' o 'Champion'.

«Yo tenía 12 años cuando sonaba esto» u «hoy tengo que escuchar sí o sí ese tema mítico que tienen» fueron las frases más oídas de la cita con los británicos, antes y después del concierto, lo que de algún modo da a entender que para los asistentes, acudir anoche al concierto de UB40 fue cerrar un capítulo pendiente; rememorar viejos tiempos, y bailarlos. No en vano varias parejas se atrevieron a hacerlo sobre el terreno de la Campa, que en ningún momento llegó a estar ocupado más allá de la torre de sonido.

«Santander, thank you for coming and dancing». A las 00:00 horas, y con una carpa llena hasta la torre de sonido y una zona VIP en la que no faltó color, anoche la renovada formación celebró sobre el escenario su 40 aniversario: «Hace 40 años que estamos sobre los escenarios, y estamos trabajando en otro álbum nuevo para celebrarlo», dijo uno de los hermanos Campbell, líderes de la banda. Y aunque la sensación fuera la de no interesar tanto la música que está por venir como las canciones de antes, cabe destacar la longevidad de una formación tan numerosa. Los de Birmingham están en forma, y anoche sirvieron la elegancia sobre la mesa. Y si la digestión fue buena; el recuerdo ya hoy es aún mejor.