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Es sin duda uno de los mitos e iconos del siglo XX. Pero como en tantos otros, los estereotipos, las hipérboles, los fakes universalizados y las falsas biografías han prolongado la mentira en unas ocasiones, el dato falaz en otras, o en el mejor de ... los casos la persistencia de los lugares comunes. Es Frank Sinatra, 'La Voz'. Y siempre es posible explorar, indagar y hurgar en una vida expuesta, fascinante y, aunque no lo parezca, frágil, tendente a la soledad. El próximo 14 de mayo se cumplirá un cuarto de siglo de la muerte de Sinatra y en el contexto, que no oportunismo, acaba de editarse por primera vez en España, con un nuevo preludio, la evocación que, a modo de semblanza, tejió Pete Hamill, confidente y amigo del crooner, y una leyenda del reporterismo. Cuando fallece el cantante, la noticia sorprende a Hamill en un aeropuerto y a partir de ahí se sorprende por la superficialidad o simpleza de los obituarios. En 'Por qué importa Sinatra' (Libros del Kultrum) en menos de 200 páginas traza un retrato de 'La Voz', acaso el hombre más idolatrado de la canción estadounidense. El cronista ofrece una evocación ponderada de la esencia de Sinatra, «examinando su arte y su leyenda desde el punto de vista de un confidente y fan». No es una biografía. A partir de las conversaciones íntimas mantenidas a lo largo de muchos años, Hamill revela cómo Francis Albert Sinatra fue «cincelado por la xenofobia con la que se trató a la comunidad italoamericana durante su infancia».
Como si fuese una crónica de la propia historia de Estados Unidos en el libro se suceden y solapan «las iniquidades que trajeron consigo la Ley Seca, la Depresión; cómo pasó una juventud marcada por la guerra tras la cual hizo suya la lucha contra el racismo, con lo que se hizo acreedor a la furia de la derecha y de los medios sensacionalistas que lo asociaron a la mafia para afearle su apoyo a las causas progresistas que abrazó con bravura desde temprana edad; y acabó convirtiéndose en el trovador de la soledad urbana. Engendros ambos del mismo paisaje urbano, tanto a Hamill como a Sinatra «se les puede atribuir el mérito de haber dado voz a la ciudad y a sus gentes». Con sus canciones, Sinatra permitió a millones de personas «cantar sus propias historias, dotando a toda una generación de un sentido de la tradición musical al tiempo que legando la banda sonora de una época en la que le cupo el privilegio de nutrirse, en compañía de grandes intérpretes y arreglistas, de las grandes obras del American Songbook». Con él, una América más joven se abría paso en una época, «para mayor colmo y gloria, más inhóspita, durante la cual Sinatra sería la viva encarnación de la lealtad, la humildad, el remordimiento, la fuerza, el hundimiento y el éxito del ángel caído y renacido».
La obra, con prólogo y traducción de Jorge F. Hernández, refiere que Sinatra vivió muchas vidas: «fue un cantante de enorme éxito, un actor que ganó un Oscar, pero también alguien que se codeaba con el crimen organizado y a quien le fascinaba estar lo más cerca posible del poder. «Era un hombre con luces y sombras, una veces exageradas, pero otras veces con clase, con un estilo propio que tiene regusto a Jack Daniels y nos cubre con aroma de cigarrillo». El libro de Hamill se abre en un bar en el que Sinatra (gran lector) y el periodista y amigo discuten sobre si era mejor Hemingway o Scott Fitzgerald. El Angelo Maggio en 'De aquí a la eternidad' permaneció durante cuatro décadas en lo más alto de las listas con canciones imperecederas. Frente a la imagen que lo asocia a la imagen del sueño americano, del talento y la ambición desmesurados, el libro de Hamill trata de desbrozar los misterios. Las aparentes anécdotas o confesiones destilan la fuerza de la cercanía: Una noche de los setenta Hamill y Sinatra pasean en limusina por las calles deNueva York.
El cantante de 'Strangers in the night' le dijo: «Cómo ha cambiado esta ciudad. Antes era una hermosa e inmensa mujer. Ahora es como una puta lastimada». Situándose en la distancia, pero reflejo de numerosas conversaciones mantenidas con el cantante, la obra, a modo de ensayo, acerca al artista. Del cronista al crooner, la travesía a través de la América del siglo XX se plasma en un reflejo continuo de los recuerdos de Sinatra, entre datos, confidencias y revelaciones. Los editores han impulsado un libro que pretende que el lector «escuche a Sinatra de otra manera, y lo haga más personal y humano». Pete Hamill «acompañó a Robert Kennedy durante la fatídica campaña electoral de 1968, o siguió los pasos de Diego Rivera por los territorios mexicanos que tanto le fascinaban. Escribió también sobre boxeo, béisbol, Bob Dylan o el arte contemporáneo». Lo singular es que su perfil de Sinatra, considerado uno de sus mejores reportajes, es un fruto tardío. Sinatra le llegó a encargar que escribiera sus memorias, pero Hamill rechazó el encargo. Fallecido en 2020 ligado a la generación del Nuevo Periodismo, también fue corresponsal de guerra y colaboró con publicaciones como Esquire, The New Yorker y Rolling Stone.
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