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Donde música hubiere, cosa mala no existiere». Un lema que encaja con el espíritu disfrutón de dos baquetas que hacen sonar un bombo a negras común, desde dos perspectivas distintas. Dos socios que tienen dividida la tarea, como cantaba Alberto Pérez. Uno, Álex Pis, es ... el productor técnico y técnico de sonido, que graba y hace las labores de mezcla y el otro, Sergio Azcona, músico, también manager, hace las labores de productor ejecutivo. «Cuatro ojos ven más que dos», resume. Uno viene del punk, el post punk y la electrónica industrial. El otro del metal y el rock. Pero convergieron hace un par de años en un estudio que comenzó en 2007: «queremos grabar a gente que toque bien». No importa el estilo ni los gustos; «si todo suena bien, el trabajo fluye». De hecho, es algo que les ha «abierto los oídos» a corrientes que no imaginaban que se les diera bien. «Salirte de tu campo te da mucho aprendizaje», dice Pis. «Y además es divertido», añade Azcona. Ponen como ejemplo grabar corales en iglesias.
«Siempre decimos que cuando viene alguien a grabar hay que ser 25% músico, 25% técnico y 50% psicólogo». Porque en ese proceso aparentemente feliz y entretenido de compilar sonidos para dar forma a un disco, a veces hay que buscar una salida de situaciones en las que se crean tensiones. «Tienes que hacer esa parte de tranquilizar para que todo salga adelante», explica, mientras que Pis añade «o ponerles un poco tensos para que avancen».
Escalas de importancia, egos, roles... Gestionar personalidades y saber las destrezas de cada uno es parte de su trabajo. Hacer que se sientan cómodos «y todo sea lo más natural posible». La grabación de voces, en las primeras veces, es uno de los momentos más peliagudos. Tener mano izquierda es algo que se aprende con el tiempo. Uno con su visión orgánica, el otro quirúrgica. Trabajar el todo o por partes. «Dos puntos de vista diferentes que al final suman».
Dónde: ubicado en Cerrazo (Reocín)
Instalaciones: Antigua casa familiar rehabilitada
Inicio: 2007
Servicio: Producción, arreglos, grabación, edición, mezcla y mástering
Espacios: Sala de control, dos salas de grabación, sala de voces, cabina para amplis y sala backline
Proyectos: Güeyos de la Montaña, Numabela, Sinbat, Matt Horan, Dead Bronco, Darrel Bath, Dave Kusworth, GIl Rose, Kase O
En el escaparate que representa se web cuentan que tienen «algunos de los materiales previos analógicos más codiciados». ¿En qué se traduce esto? La tecnología de estudio de alto nivel es un equipamiento muy caro, con electrónica hecha a mano. Pero «puedes tener un Ferrari y conducirlo mal», dice Álex. Más o menos como canta Shakira. «Para subir un 5% de mejora en cuanto a equipamiento, puedes tener que subir el presupuesto un 200%». Pero esa cuenta supone una buena base de sonido. «La cadena de valor es importante». Aunque después termine sonando en un móvil, «el equipo analógico le da una calidez que lo demás no tiene».
Cuentan con un micro de 1972, previos de los años 90, y observan que los materiales actuales son réplicas de lo que se hacía hace años. «Los estándares de audio son de los 60 y 70 y no se han podido mejorar». Algo que vas a oír y reconocer «sin que sepas bien por qué». Salvo que, como en su caso, seas productor.
A Pis le gusta Steve Albini, Rick Rubin, los estudios Abbey Road «por todo lo que han creado», al igual que Azcona y a Marc Dupont como profesional. A día de hoy, un productor como Bizarrap ha cambiado el concepto de su función. «Son medio compositores, creadores de base». Hay productores que no tocan la mesa para nada, pero dan indicaciones a nivel de dirección artística. «Hay gente que se nombra así muy rápido porque ha hecho cuatro bases en internet pero no saben sonorizar una guitarra. No me parece correcto llamarles productores», dice Álex. Y su compañero reitera, «para empezar, un productor tiene que ser músico, porque si no sabes lo que estás haciendo, ¿cómo vas a dirigir a otra persona?».
También hay clientes con ganas de crear a los que les ofrecen una plataforma donde dar forma a lo que tienen en la cabeza, y grupos que ensayan en sus locales y llegan con una idea muy clara que solo necesita ser ejecutada. Pero, ¿todo el mundo puede aspirar a crear? «Bueno, la tecnología avanza mucho y hasta Paquirrín ha conseguido triunfar», bromea.
La amplitud del estudio, una antigua casa familiar al pie de la carretera de Cerrazo, es destacable. Cinco salas; de control, para percursiones y baterías, para grabar en acústico, una sala para voces y hasta una sala backline en la que ir haciendo pausas. Una colección de bombos denota la querencia por la batería de Azcona. Un Rhodes ocupa un rincón entre paneles rojos. En la pared, mapas de territorios imaginarios junto a vitrinas en las que se exponen, en silencio, parte de los numerosos trabajos que han producido. Trabajos en los que les cuesta muchísimo no implicarse. «Todos venimos desde un mismo mundo de músicas y empatizas con ellos en sus errores, sus frutraciones, sus puntos de vista». Al fin y al cabo, ambos han estado en el otro lado de la pantalla de control. «Cuando estás con los cascos, con los nervios, sabemos lo mal que se pasa y no nos gusta imponer nuestra forma de trabajo a los demás; tienes que adaptarte porque cada cliente es un mundo». Las figuras de autoridad y los sermones, a otra parte. «A nosotros nos gusta orientar, abrir abanicos de sonidos y «nunca decir a alguien que lo está haciendo mal». «No hay nada correcto o incorrecto de por sí». dice Azcona. Puedes estar desafinando, pero hasta eso puede ser buscado.
Esos clientes son, en su mayoría locales. Hacen también pinitos en el sector publicitario, grabando locuciones con Antonio Resines o siendo escenario de un spot para Ramón Bilbao. «La industria musical es muy hermética y se centra en Madrid y en Barcelona». Fuera, «mucho le tienes que ofrecer a quien va a grabar para que se mueva de esas grandes capitales, hay que destacar mucho». Con los pies en el suelo, lo que quieren es «seguir divirtiéndonos», porque al final, en los estudios, «tu mejor publicidad es tu propio trabajo».
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