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Sin haber nacido siquiera, Gonzalo Diego Ibarlucea (Santander, 2002) daba botes en el vientre materno, a donde le llegaban los ecos de las notas que ... Joaquín Achúcarro tocaba sobre el escenario, desplegando su maestría.
Algo más de dos décadas después, el cántabro sigue en la brecha, con la música como epicentro de su vida. Acaba de ser elegido para integrarse en la Joven Orquesta Juvenil de España, la Jonde, una exigente formación que representa una oportunidad para los músicos que arrancan sus carreras profesionales. Dos años de aprendizaje intensivo, contactos y posibilidades.
Reconoce Diego estar muy contento porque «es una orquesta en la que se encuentra toda la potencia a nivel profesional en la música de España, con un nivel bastante alto». Satisfecho de que el trabajo haya dado sus frutos. Mucho trabajo, pues Diego eligió el pentagrama como senda a seguir cuando apenas levantaba un palmo.
«En mi casa no hay tradición como tal, pero sí que tiran bastante por la cultura», recuerda. Aquel niño que con dos años oxidó una armónica en apenas un mes de tanto tocarla, escuchaba mucho a Beethoven o Vivaldi e iba «desde pequeñín» a conciertos de música nacional e internacional. Pone así de manifiesto, como en tantos casos, la importancia de un entorno atento y la educación con presencia de las artes en sus distintas disciplinas. En El Almacén de las Artes de Astillero empezó con el piano. Poco después, con lo que califica como «una suerte», conoció a una profesora que tocaba la trompeta «y me cautivó el instrumento». Decidió, tanto como puede decidir un preadolescente, que eso era a lo que quería dedicarse. En su caso, ese deseo inicial se ha mantenido hasta hoy. «Lo tuve claro desde el principio; nunca hubo dudas».
«Comparte con su padre, Jaime, un entusiasmo real, que se traduce en cada frase. No en vano, el respaldo de su familia fue determinante. «Soy una persona muy afortunada de tener unos padres que siempre me han apoyado tanto anímica como económicamente». Y no se ha quedado de brazos cruzados; la música es para él algo más que dedicación y empeño. «El trabajo nos apasiona; dicen que alimenta el alma y yo soy muy feliz haciendo lo que de verdad me gusta. Disfruto cada día que me dedico a ello», sean ensayos, viajes o tocar con una orquesta, ejemplifica. «Cuando empiezas a ver resultados y que de verdad te puedes dedicar a ello, es muy gratificante; merecen la pena todos los años de estudio y de esfuerzo». El click que determinó su vida profesional lo tiene claro. En 2014 ganó el V Concurso Regional de Música de Jóvenes Intérpretes 'Conservatorio de Torrelavega', así como el Premio Especial 'Excelentísimo Ayuntamiento de Torrelavega', otorgado al ganador absoluto de dicho certamen, en el que participaron 51 intérprete. Tenía 13 años. «Ahí hubo algo que me hizo pensar que podía vivir de ello». Después, en 2016, llegaría el XVII Concurso de Jóvenes Intérpretes 'Ciutat de Xátiva', en la especialidad de viento metal, donde quedó finalista entre otros 51 participantes. «Fue increíble, otro aliciente para seguir adelante».
Frente a esa carencia, está la programación de ciclos como el Festival Internacional de Santander o el extinto Concurso Internacional de Piano Santander Paloma O´Shea. «Se debería apoyar y no hacer solo durante el verano, como un atractivo turístico, sino durante todo el año». Y más aún: «Tener una orquesta profesional, igual que existe una banda municipal, con un abanico de posibilidades más grande, que atraiga también público más joven».
En su trayectoria ha sido fundamental el compositor Antonio Noguera, un referente que incluso compuso una obra para el joven cántabro: 'Introvari para Gonzalo' Op. 138. «Es una persona que ha sido profesor, mentor, inspiración y un apoyo desde pequeño». Estudiar, confiar, ver que vale la pena la profesión son tres de las lecciones que ha extraído durante estos años. «Conocer gente como Antonio es un regalo».
Desde el momento en que realizó la prueba de acceso a la Jonde, Diego estaba satisfecho. «Salí con muy buenas sensaciones». A la bolsa de esta edición se presentaron más de 130 músicos. Quedaron 40 en una primera criba y finalmente 18 entraron en la selección. «Los mejores músicos del país. Es algo increíble estar ahí»
Su sueño, a largo plazo, es acabar «en una de las mejores orquestas del mundo». Está aprendiendo alemán, dado que sus planes pasan por irse a Alemania a estudiar el máster de su especialidad. La Filarmónica de Berlín sería el top 1, pero la de Viena o la de Munich «muy potentes», le resultan igual de atractivas. Por entusiasmo que no quede.
Puestos a jugar, imaginando un escenario ideal, interpretaría las piezas «de mi compositor favorito desde pequeño, Gustav Mahler; es único, porque saca la parte heroica de la trompeta, ensalza el poder del instrumento a nivel solista». Quédense con su nombre; volverán a escucharlo.
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