Arde Bogotá | Banda de pop rock

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«Nos hemos visto superados por la magnitud que ha adquirido la banda»

– Lo suyo se puede definir como una carrera meteórica.

– Yo creo que la podríamos definir como extraordinaria: no es normal que una banda con tan poco tiempo de vida se pueda permitir tocar en Cantabria tres veces en menos de un año y medio, algo que habla muy bien de cómo ha sido nuestra trayectoria. A lo largo de nuestra carrera, creo que hemos hecho muchísimas cosas bien, pero que también nos ha sonreído la suerte.

– La primera vez que tocaron en Cantabria, señalaban en este medio que uno de sus sueños era pisar Bogotá, algo que han hecho recientemente.

–Muchos de los sueños que teníamos cuando comenzamos a hacer cosas juntos se han cumplido. Ahora tenemos que seguir marcándonos objetivos nuevos, que sean ambiciosos y no sean fáciles de conseguir.

– De todo lo que han vivido hasta el momento, ¿qué es lo que más le ha impactado?

–Me quedo con momentos concretos que he vivido sobre un escenario: es genial ver cómo reaccionan nuestros fans con las cosas que hacemos y como nos dan su amor en cada concierto. Siempre he estado muy al margen de nuestros números, de los hitos empresariales de la banda y mi único contacto con la realidad se ha producido cuando me he subido a un escenario y he visto que el público se sabía nuestras letras y celebraban el momento, que es algo que te impacta.

–¿En qué momento notaron que todo se les iba de las manos?

–Poco a poco, hemos ido sintiendo que el control que teníamos sobre una cosa que era 'amateur' era cada vez menor, que todo se iba profesionalizando de una manera rápida, que era cada vez más exigente y que teníamos muchas más cosas que hacer. Nos hemos visto superados por la magnitud que ha ido adquiriendo la banda. Ha habido conciertos que nos han marcado y que nos hicieron darnos cuenta de que todo iba en serio, como el del festival San San hace un par de años: fue uno de los primeros shows que se hicieron sin restricciones por culpa de la pandemia y, de repente, nos vimos tocando delante de muchísima más gente de la que esperábamos.

–Son un grupo que se ha ido haciendo un nombre a base de dar conciertos y gracias al boca a boca de la gente.

–Nuestro batería siempre comenta que no somos una formación con una cantidad ingente de seguidores en redes sociales, pero, sin embargo, viene muchísima gente a vernos y creo que es porque se ha corrido la voz de que lo que hacemos es como una fiesta y es muy divertido. Lo cierto es que no nos terminamos de creer todo lo que nos está pasando: nuestro nuevo álbum ha superado todas las expectativas que teníamos depositadas en él.

–¿Qué nos puede contar sobre el disco?

–Hemos creado un trabajo que habla sobre todo lo que nos ha pasado desde que publicamos nuestra primera canción y que suena a lo que sentíamos que nos estábamos convirtiendo en los últimos tiempos: una banda de rock. Cuando creamos 'La noche', nuestro primer álbum, hubo momentos en los que decidimos edulcorar algunas cosas 'rockeras'; pero luego hemos ido viendo qué es lo que de verdad nos gustaba hacer y qué era lo que de verdad disfrutábamos haciendo en directo. 'Cowboys de la A3' es un álbum que habla sobre los numerosos viajes que hemos ido haciendo desde que formamos la banda.

– De repente, un día, su 'hobby' se convirtió en su modo de vida.

–Nos tocó hacernos a la idea de que íbamos a tener que trabajar mientras la gente está pasándoselo bien, pero, una vez fuimos capaces de darle una vuelta a nuestras vidas, pudimos centrarnos en lo maravilloso que es currar de lo que más nos gusta.

–¿Qué temas de su nuevo trabajo son los que más están emocionando a la gente?

–'La salvación' es un tema en el que volcamos todos nuestros sentimientos y que creo que está marcando mucho a la gente. Hay canciones con las que ves que los fans se enajenan en los conciertos, lo que quiere decir que les han encontrado un significado, que puede ser muy emotivo, como el de 'La salvación' o 'Cowboys de la A3', o puede ser muy festivo, como el de 'Los perros'.

–'Cowboys de la A3' es una canción que da título a su nuevo disco, pero, a la vez, es un tema que hace una clara referencia a todo lo que han vivido juntos.

–Es una canción que está llena de nostalgia, pero que también mira hacia el futuro. Me gusta pensar que, cuando a alguien le gusta una banda, no le gusta un músico en concreto, sino que se enamora de un colectivo y que, sin quererlo, empieza a formar parte de él. Cuando en un concierto veo nuestro nombre o cualquier elemento que nos representa, veo algo que es muy superior a mí, algo que me gusta, porque quiere decir que no estamos haciendo una cosa individualista, sino que formamos parte de algo que es superior a cada uno de nosotros.

–Al final, han acabado pasando más tiempo juntos del que esperaban. ¿Cómo llevan lo de hacer tantos viajes en furgoneta?

–Decimos mucho que somos socios: nuestra relación excede la que tendríamos normalmente con un compañero de trabajo y es más cercana a una relación de familia, pero en la que la parte laboral tiene mucho peso. Tenemos claro que vivimos en un mismo barco y que el barco es incapaz de navegar si no remamos todos en la misma dirección. Hemos tenido muchos roces, pero hemos llegado a hacer cosas que por separado no hubiéramos sido capaces de hacer.

- Lo cierto es que, de momento, no les puede ir mejor: la gira de presentación de su nuevo trabajo es inmensa.

Tenemos muchísimas ganas de vivir nuevas aventuras: hace algunas semanas, Pedro (guitarrista) se quedó encerrado en el baño de una gasolinera, no había manera de abrir la puerta y tuvimos que forzar la cerradura para que saliera. Durante una gira, se viven muchos momentos muy duros, pero, al final, también se viven mil anécdotas divertidas, que es con lo que te acabas quedando.

- ¿Cuál ha sido el peor día de su carrera?

- En una ocasión, dimos un concierto en el que un técnico se olvidó de desenchufar una memoria USB con la que había puesto música mientras la gente llegaba al recinto y, cuando empezamos a tocar, nos dimos cuenta de que, aunque el público no estaba escuchando nada raro, por nuestros auriculares sonaba Estopa. Tuvimos que tocar las primeras cinco canciones del bolo sin poder escuchar nada de lo que hacíamos, mientras nuestro equipo intentaba adivinar qué es lo que estaba pasando y nadie entendía nada.