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María Ángeles Samperio Martín
Viernes, 1 de abril 2016, 07:17
La muerte de Carmen Ferrer Sala, hija de los fundadores de Freixenet, ha paralizado momentáneamente, pero no frenado, la posible venta de la compañía catalana al grupo alemán de espumosos Henkell. El consejo de administración que debía celebrarse el miércoles y en el que se ... iba a ventilar la división entre los tres grupos familiares de Freixenet se ha aplazado hasta una próxima fecha. Ayer, en el funeral celebrado en la parroquia de Santa Lucía de Santander toda la familia se dio cita para acompañar a los hijos, nietos y bisnietos de Carmen Ferrer.
Entre los asistentes estaba su hermano José Ferrer, presidente de honor de la compañía, el único descendiente directo vivo de los fundadores, después de que otra de sus hermanas, Pilar, de 98 años, falleciera en enero.
El telón de fondo de la desaparición de Carmen Ferrer no hace olvidar que existe una disputa familiar en torno al futuro de la gran compañía española de cava. La fallecida había cedido a sus descendientes el 29% de las acciones de la empresa, de la que su hijo Enrique Hevia Ferrer, es el actual vicepresidente y director financiero. Es precisamente esta rama la que está dispuesta a vender sus acciones al grupo Henkell. La oferta de este grupo se dirige al menos a un 51% de las acciones y valora a la compañía catalana en 500 millones de euros. La operación está condicionada a alcanzar el apoyo de la mayoría del capital.
De los tres grupos familiares la compañía los Hevia Ferrer, los Bonet Ferrer y los Ferrer Noguer son estos últimos los que más claramente se han manifestado en contra de la venta y han buscado el apoyo de la banca para ejercer su derecho de tanteo y evitar la entrada y, sobre todo, el control de un socio externo.
La muerte de Carmen ha seguido a la de su hermana Pilar el pasado mes de enero.Pilar acumulaba el 29% de las acciones de los Bonet Ferrer que fueron a parar a sus hijos José Luis,Pedro, Eudald y Pilar, con un 7,25% cada uno. Pilar siempre había confiado en su hermano José, de 90 años, presidente de honor de Freixenet y patriarca de los Ferrer Noguer, propietarios del 42% de la compañía. Pero su muerte ha dividido el accionariado y abre las puertas a la disputa familiar.
Con este panorama, Enrique Hevia, vicepresidente de Freixenet, lo tuvo claro. Era crítico con la gestión de sus primos (Pedro y José María Ferrer Noguer) y llevaba ya tiempo planteando cambios e incluso apostando por un consejero delegado ajeno a los grupos familiares para dirigirla. Sus hermanas (Agustina, Carmen y Montserrat) no participan en la gestión de la empresa.
Los Bonet Ferrer se encuentran divididos ante los cambios propuestos por Hevia, que decidió buscar un comprador y de ahí la llegada de la oferta alemana. El éxito de esta posible venta de acciones depende ahora de que Hevia pueda convencer al menos a tres de los hermanos Bonet Ferrer.
Por su parte, los Ferrer Noguer, según diversas fuentes financieras, han solicitado un crédito de 120 millones de euros para poder hacer una oferta que pueda competir con la de Henkell y podrían contar ya con el visto bueno de la banca a un crédito sindicato. Las mismas fuentes sostienen que para conseguirlo han tenido aceptar las exigencias de las entidades de profesionalizar la gestión de la compañía y reducir costes. Paradójicamente, la misma exigencia que les había planteado en su día Enrique Hevia.
El detonante de la crisis hay que buscarlo en las diferencias en la gestión y en el mal resultado económico de Freixenet, con los ingresos estancados y los beneficios a la baja. En el último ejercicio 2014-15, con una facturación de 503 millones, sólo ganó 2,2 millones de euros.
Un sencillo funeral
El funeral de Carmen Ferrer Sala se celebró a la una de la tarde de ayer en la parroquia de Santa Lucía de Santander y contó con la presencia de familiares y amigos así como de representantes de la sociedad cántabra como el director territorial de Banco Santander, Carlos Hazas, o los empresarios Luis del Río y Mariano Linares, entre otros.
Su hijo Enrique Hevia fue el encargado de dirigir unas breves palabras a los asistentes recordando la figura de su madre como «una buena persona», siempre preocupada de los suyos y con unos arraigados valores familiares y cristianos que la permitieron estar cerca de sus seres queridos en Cantabria pero también en Cataluña.
Recordó los tiempos duros de la Guerra Civil española y el hecho de que Carmen se quedó sin padre a los 19 años. También su llegada a Santander «por amor» ya que lo hizo para casarse con Enrique Hevia García. «Entonces recordó Enrique venirse de Barcelona a Santander era como trasladarse ahora a Estados Unidos o más lejos» y explicó que para ella fue muy duro.
Destacó en su intervención la presencia de su tío, José Ferrer, presidente honorífico de Freixenet y el único de los descendientes vivos de los fundadores de la compañía, Pere Ferrer y Dolors Sala.
El entierro tuvo lugar en el panteón familiar del cementerio de Ciriego.
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