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Abanca ha decidido tirar la toalla y cerrar la puerta a una potencial oferta por Liberbank después de dos intentos fallidos, el segundo de ellos ... incluso con una reprimenda de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El propio presidente de la organización gallega, Juan Carlos Escotet, descartó la adquisición del banco que integra a Caja Cantabria debido a que, según señaló, la entidad que pilota Manuel Menéndez «no tiene interés» en procesos de integración.
Preguntado el lunes tras la presentación de los resultados semestrales de Abanca, Escotet abundó en que «los esfuerzos en esa dirección están agotados», así como en que no se trata de una iniciativa que se pueda llevar a cabo en un futuro «inmediato», por lo que la corporación se centra en otros objetivos.
Escotet pone así de momento fin a una ofensiva que hasta la fecha ha vivido dos capítulos, los protagonizados en verano de 2017 y en febrero de este año, en pos de dar lugar al que sería el sexto mayor banco del país.
En la primera intentona, Abanca propuso que los accionistas de Liberbank poseyeran el 30% de la entidad resultante, que quedaría controlada por Escotet como propietario del banco gallego. En paralelo, una política de dividendos atractiva para los inversores, en especial para las fundaciones de las cajas fundadoras de Liberbank, esto es, Caja Cantabria, Cajastur y Caja Extremadura. Sin embargo, el movimiento no fructificó por la negativa de Liberbank, que en aquel momento consideró que podría negociar una operación de integración en mejores condiciones que las planteadas en esta operación.
La segunda ofensiva llegó por sorpresa, toda vez que Liberbank exploraba de forma decidida con Unicaja las opciones de una fusión. Después de conversaciones previas con varios accionistas, Escotet deslizó una oferta de compra de 0,56 euros por acción unida a una propuesta para las fundaciones bancarias de un canje para que se incorporasen al accionariado. Eso sí, pedía que la otra parte mostrara los libros de la entidad, algo a lo que Liberbank se negó.
De hecho, el Consejo consideró que la propuesta no se había presentado en la forma adecuada y la CNMV entendió igualmente que no se adaptaba a la ley de opas. Tras una advertencia del regulador, Abanca optó por renunciar el 26 de febrero.
Todo parecía quedar libre para la operación con Unicaja, aunque finalmente semanas después, el 14 de mayo, se rompían las negociaciones de la fusión ante las discrepancias sobre el reparto accionarial del nuevo banco, toda vez que desde la organización andaluza se reclamaba cerca del 60% de la propiedad de la entidad resultante, mientras que Liberbank no estaba dispuesta a quedarse con un porcentaje tan bajo.
Desde la corporación capitaneada por Menéndez se ha insistido en los últimos tiempos en que la compañía ve viable continuar su camino en solitario y no se mostrará activa a la hora de buscar y explorar potenciales alianzas. Eso sí, si llega algún tipo de propuesta se estudiará tal y como se ha hecho hasta la fecha.
La cuestión principal es el nuevo contexto que va a abordar la banca, con una expectativa de nueva bajada de tipos de interés que estreche todavía más los márgenes de rentabilidad. Además, procesos estructurales como la digitalización o exigencias regulatorias tampoco son asuntos baladí para la mediana banca, que ve cómo todos estos ingredientes mezclan en un caldo favorable a nuevos procesos de integración o fusión por la sencilla razón de que a mayor tamaño, más garantías de cara a los acontecimientos venideros.
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