Abriendo puertas
Colegio Santa María Micaela / 114 Aaños ·
Uno de los centros históricos de Santander, de las hermanas Adoratrices, estuvo desde su fundación en 1909 en la calle San Fernando y desde 1976 en Cazoña, también en la capitalSecciones
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Colegio Santa María Micaela / 114 Aaños ·
Uno de los centros históricos de Santander, de las hermanas Adoratrices, estuvo desde su fundación en 1909 en la calle San Fernando y desde 1976 en Cazoña, también en la capitalCada curso escolar el Colegio Santa María Micaela, más conocido como colegio de las Adoratrices, tiene un lema, y este curso ha sido 'Abriendo puertas'. Es otra de las entidades educativas centenarias en nuestra región. Alberto Basaras, jefe de estudios, me proporciona algunos datos útiles ... para la elaboración de esta página, justo homenaje a una institución histórica. Dejando aparte a Villacarriedo y al Instituto de Santander (actual Santa Clara), que podemos afirmar sin duda que tienen un contexto originario propio, figura este centro entre los creados con el impulso educativo que diferentes institutos de la Iglesia alentaron entre finales del siglo XIX y principios del XX. En general, personas bienhechoras, normalmente de clase alta, percibían la necesidad formativa que tenía la población infantil y juvenil, en una época con una alta tasa de analfabetismo y con una importante pugna entre la religiosidad y el laicismo. En este caso, la fundadora de las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad fue María Micaela Desmaissières, vizcondesa de Jorbalán, nacida en Madrid en 1809 y fallecida en Valencia, víctima del cólera, en 1865.
En abril de 1845 fundó un colegio para redimir a las chicas humildes que de manera casi irremediable estaban destinadas a la mala vida madrileña. Luego, entre 1856 y 1865, abrió otros colegios, no sin dificultades, en Zaragoza, Valencia, Barcelona, Burgos, Pinto e incluso se documenta una fundación en 1865 en Santander, de la que apenas tengo noticia, pero que en tal caso retrasaría notablemente la presencia de las Adoratrices en nuestra ciudad. Sonia Álvarez, que preparó en 2009 una exposición con motivo del centenario, recoge que María Micaela «en 1865 realiza su última fundación en vida en Santander a petición del prelado de la Diócesis»; parece que en realidad se trataba de un convento, no de una institución escolar. En todo caso, las constituciones de la nueva congregación habían sido aprobadas en 1861 y es claro que es en el año 1909 cuando, viendo la necesidad de una formación integral de la persona como prevención de futuras situaciones de marginación, se abrió el colegio Santa María Micaela en la calle San Fernando, junto a la zona de fábrica de cervezas que da nombre hoy a la espantosa 'plaza de las cervezas'.
Imagino que la fundación del nuevo colegio corrió a cargo de la sobrina de sor María Micaela, María Diega Desmaissières, que se encargaría después de la apertura de otro colegio en Guadalajara, en 1915. Por alguna foto antigua conservada del colegio, se puede ver su sobria fachada de estilo clásico en dos cuerpos, coronada con un frontón donde había una imagen seguramente mariana. El centro contaba con una 'casita blanca' donde se impartían algunas clases, al menos otro pabellón de aulas, un patio y una capilla de sencilla factura exterior. Las destinatarias del centro eran preferentemente niñas procedentes de familias con pocos recursos. Las enseñanzas eran fundamentalmente la lectura y escritura, el cálculo, la Historia Sagrada, cultura general y todas aquellas tareas que se consideraba que una señorita de la época debía dominar, como la costura, el planchado, el mecanografiado y nociones de economía doméstica. Especialmente sobresalían las Adoratrices en el arte del bordado y no hay duda de que muchas alumnas del centro se dedicaron después profesionalmente a lo textil. (¡Madre mía si las influencers de nuestra rabiosa actualidad supieran estas cosas!) En la exposición preparada en 2009 pudieron verse algunas de las herramientas y los materiales educativos que se habían utilizado a lo largo de la historia de la escuela, así como los uniformes, los hábitos y las custodias que habían llevado hermanas, profesores y alumnos.
Traslado a Cazoña
En la calle San Fernando tuvieron las Adoratrices su sede hasta 1976, cuando se trasladaron a las afueras de la ciudad, a Cazoña, en concreto a un moderno complejo arquitectónico en la calle Joaquín Bustamante. Además de las alumnas, las profesoras y la comunidad de hermanas, al nuevo emplazamiento se trasladó la imagen de la Virgen que estaba en el jardín del antiguo colegio y que hoy puede verse en el nuevo de las hermanas. El colegio atendía entonces a un grupo de jardín de infancia y otro de párvulos, e impartía una línea de E.G.B y de Formación Profesional en las ramas de Administrativo, Sanitario y Corte y confección, lo que muestra bien a las claras su visión adaptativa hacia el mundo laboral. No en vano en su misión está una constante actualización para adaptarse al cambio que la sociedad demanda, educando para hacer ciudadanos responsables y respetuosos.
Desde entonces, el centro, ya mixto, se ha ido adaptando, como no podía ser de otra manera, a las nuevas leyes educativas. Aunque las aulas de Formación Profesional han desaparecido, se han duplicado las líneas de las enseñanzas obligatorias. Está en un enclave privilegiado, en una de las zonas verdes más importantes de la ciudad, el parque del Doctor Morales, con un ambiente escolar apacible, despejado de edificios. El propio centro cuenta con un patio amplio, y zonas verdes, además de instalaciones deportivas, de las que una en concreto es utilizada para la práctica multideportiva por adultos y niños relacionados o no con el colegio. Actualmente, el colegio cuenta con 524 alumnos repartidos en las etapas de Educación Infantil, Primaria y ESO. Las herramientas de las que hoy en día se dispone no estaban en la mente de aquellas primeras hermanas Adoratrices ni podían si acaso imaginarlas, pero lo que no ha variado es el seguimiento de los ideales de Santa María Micaela. Su finalidad es lograr el pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos según la pedagogía micaeliana. Su proyecto educativo configura la identidad del centro como una escuela diferente, un lugar donde aprender, compartir y participar, donde a los alumnos se les ayuda y escucha, en el que las familias tienen acceso a la gratuidad, participan en la vida del centro y cuyos hijos son protagonistas de su educación, donde los educadores son guías y acompañantes del proceso educativo y donde aúnan esfuerzos por mejorar las relaciones.
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