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Joaquín Almunia, exministro y exvicepresidente de la Comisión Europea, es el ponente del Foro Económico de El Diario del próximo martes y su conferencia lleva ... por título 'Hay futuro después de la crisis'. El conferenciante considera que Europa está haciendo un buen papel al enfrentarse a las crisis e incertidumbres de estos años y que el Gobierno español está tomando las medidas oportunas.
Almunia, licenciado en Ciencias Económicas y Derecho por la Universidad de Deusto, ha sido vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de la política de Competencia y de Asuntos Económicos y Monetario. Asimismo, fue ministro de Trabajo y Seguridad Social y de Administraciones Públicas (1986-1991) así como miembro del Congreso de los Diputados y secretario general del PSOE.
–Crisis de 2008, la pandemia, el conflicto de Ucrania... ¿Crisis en vez de ciclos económicos?
–Los ciclos económicos van a existir siempre, con crisis o sin ellas. Antes de 2008, hubo quien llegó a afirmar que habían desaparecido ante la ausencia de fases de recesión y de otros desequilibrios como la inflación, pero la crisis financiera acabó con aquel espejismo. Ahora, llevamos unos años en los que se suceden impactos muy fuertes que generan caídas del PIB, aumentos del desempleo y últimamente alza elevada de los precios. Es obvio que si no hubiese habido una pandemia y la guerra de Ucrania todo ello no habría sucedido. Confiamos en que en los próximos años no haya que seguir haciendo frente a crisis tan agudas, y que la economía mejore y evolucione en un entorno de normalidad. Pero, no nos engañemos, los ciclos seguirán existiendo. La política económica debe suavizarlos, pero no puede suprimirlos.
– ¿Está Europa preparada para hacer frente a los retos económicos? ¿Qué opinión le merecen las medidas en marcha?
–La UE está demostrando en estos últimos años su capacidad para responder con rapidez y eficacia ante desafíos de gran envergadura: la crisis financiera de 2008, la pandemia, las fuertes alteraciones de los mercados energéticos y la guerra en Ucrania. Ante cada uno de ellos, los instrumentos disponibles no eran suficientes y Bruselas ha sabido crear nuevas palancas de actuación. Hace más de una década, las respuestas tardaron en producirse, y algunas recetas se demostraron erróneas, como la excesiva austeridad fiscal. Pero en 2020, la compra conjunta de vacunas contra el covid y, sobre todo, los Fondos de Recuperación junto con la emisión conjunta de deuda para financiarlos han sido un éxito. Ahora, las medidas en el terreno de la energía y las destinadas a apoyar a Ucrania en el terreno militar, económico y social, muestran que la UE está a la altura de las graves circunstancias por las que atravesamos debido a la intolerable agresión de la Rusia de Putin. Quienes durante años han venido anunciando la crisis del proyecto europeo siempre se han equivocado.
«Me parece correcto garantizar el poder adquisitivo de los pensionistas y ajustar el cálculo»
«Por experiencia, no creo que con menos impuestos se consiga llenar mejor las arcas públicas»
–¿Es el problema energético el más complejo en estos momentos para España?
–No cabe duda de que el aumento enorme de los precios del gas y del petróleo, junto con los cortes en el suministro de esos productos tan necesarios para el funcionamiento de la industria y los transportes, y tan importantes en las economías familiares, representan un enorme desafío para los gobiernos. Además, la política energética está sometida a cambios estructurales profundos ante la necesidad de luchar contra el cambio climático. España tiene grandes ventajas para afrontar con éxito esas reformas, pues disponemos en abundancia de las mejores fuentes de energía de cara al futuro, como son el sol y el viento, y también de una red muy notable de plantas regasificadoras, lo que nos permite depender mucho menos de suministradores poco fiables de gas natural. Nuestras ventajas comparativas no deben hacernos olvidar otras dimensiones del problema, como la escasez de interconexiones de nuestras infraestructuras energéticas con el resto del continente. La integración europea también juega aquí un papel imprescindible.
– ¿Podrán los fondos Next Generation paliar las consecuencias de la crisis?
–El volumen de recursos financieros que han empezado a llegar a España procedentes de los fondos Next Generation es enorme. De momento hemos recibido más de 30.000 millones de euros, y de aquí a unos años la cantidad total va a ascender a unos 170.000 millones. Se trata de unas cantidades astronómicas, que hay que saber utilizar de la mejor manera posible. Si las prioridades se definen con acierto y los programas a ejecutar están bien diseñados y orientados, nuestra economía y nuestro país serán los grandes beneficiados, dando un salto hacia delante que no hubiésemos podido financiar en ausencia de ellos. El Plan español de Recuperación y Resiliencia, que fija esas prioridades y los métodos para asignar esos recursos, está considerado por la UE como uno de los mejores que se han presentado. Soy muy optimista no sólo a corto plazo, sino al imaginar los avances que se van a producir a medio plazo gracias al Next Generation. Espero no equivocarme.
–¿Qué opinión le merecen las propuestas para reducir el impacto impositivo en España?
–En España tenemos un nivel de ingresos públicos bastante bajo en comparación con el de nuestros socios europeos. Lo que es aún más importante, cuando observamos las necesidades no cubiertas en materia de Sanidad, Educación, Servicios Sociales, Vivienda, Investigación…, el desfase es evidente. Si queremos ser un país más avanzado necesitamos contar con un sector público y unas políticas públicas mejor diseñadas, pero también mejor financiadas. Por experiencia, no creo en la tesis de que con menos impuestos se consigue llenar mejor las arcas públicas. Ni tampoco comparto el que la salud, la formación o el bienestar social mejoren cuanto menor sea la contribución de los ciudadanos a la satisfacción colectiva de esas necesidades. Sé que todos los impuestos no deben aumentar en un momento de dificultades económicas, pero también estoy convencido de que los sectores más débiles de la sociedad deben recibir apoyo público precisamente en estos momentos, y de que las desigualdades han de corregirse, aún con más razón, en circunstancias como las actuales.
–¿Cree que se está enfocando bien la reforma de las pensiones?
–Nuestro sistema de pensiones ha sido objeto de varias reformas, desde la primera de 1985 que tuve ocasión de protagonizar en mi época de ministro de Trabajo y Seguridad Social. Han transcurrido desde entonces casi cuatro décadas, y a lo largo del tiempo nuevas reformas han corregido o ajustado diferentes aspectos, siempre bajo la perspectiva de garantizar la solidez del sistema y la tranquilidad de nuestros pensionistas. Las circunstancias demográficas, económicas y laborales van cambiando, y la adaptación del sistema es necesaria. El acuerdo parlamentario del Pacto de Toledo marca la orientación de esas adaptaciones. En esa línea, lo que el actual Gobierno está haciendo me parece correcto: garantizar el poder adquisitivo de los pensionistas; descargar al sistema de algunos gastos que corresponde soportar al presupuesto estatal, y ajustar los parámetros para el cálculo de la cuantía de la pensión inicial a las nuevas circunstancias. Espero que, a pesar del clima político tan polarizado , el consenso básico del Pacto de Toledo no se quiebre.
–¿Podría dar algún consejo para el futuro de Cantabria?
–No soy quién para aconsejar a los cántabros. Seguro que sus autoridades y líderes políticos y sociales son conscientes de cuáles son sus prioridades y sus mejores activos, entre los que sin duda contarán con las mujeres y hombres de esta tierra. Puedo añadir mi confianza de que Cantabria seguirá siendo una Comunidad Autónoma solidaria con el resto de España y orgullosa de pertenecer a la Unión Europea.
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Ana del Castillo
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