Si una muerte honrosa puede glorificar una innoble vida, no es menos cierto que el arte de una tumba contribuye a dignificar y prolongar su ... memoria. Los panteones, capillas, nichos y en general el conjunto monumental del cementerio municipal de Ballena (Castro Urdiales), sigue velando el profundo sueño del que gozábamos antes de venir al mundo desde 1889, año en que se redactó su primer reglamento. La eternidad del descanso parece propagarse con idéntica duración por el talento artístico de este recinto funerario que es Bien de Interés Cultural desde 1994.
En los últimos años del siglo XIX el cementerio de Castro Urdiales, situado al lado de la iglesia de Santa María, comenzó a ser insuficiente, y el ayuntamiento de la villa planteó la construcción de otro alejado del casco urbano que se construiría por medio de una suscripción popular en el barrio de Urdiales, en el denominado lugar de Ballena. El arquitecto que lo diseñó fue Alfredo de la Escalera, que terminó su proyecto en 1889 dando al recinto un estilo funcional y siguiendo la mentalidad higienista de la época, algo que condicionaría su ubicación buscando un terreno idóneo y bien ventilado.
El arte ha ido emergiendo en este camposanto durante los siglos XIX y XX gracias a la sensibilidad de las familias acomodadas de Castro y de las que se asentaron en la villa, principalmente procedentes de Vizcaya, como los Ocharán, Artiñano, Goicuria o Carranza, hasta convertirse es uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura funeraria española.
Se accede al cementerio por una singular portada y su interior está organizado en avenidas y calles paralelas que descienden hacia el mar, formando un modélico ejemplo de actuación urbanizadora, como si fuera una ciudad, con obras arquitectónicas importantes diseñadas por destacadas firmas, como las de Eladio Laredo o Leonardo Rucabado.
Además del romántico paisaje que inspira el mar Cantábrico, el recorrido ofrece una gran variedad de esculturas (con varias representaciones de ángeles), pináculos, torres, cruces, candelabros, relieves, vidrieras, frescos, mosaicos y obeliscos que forman parte de los conjuntos funerarios. También pueden contemplarse sobresalientes capillas, como la de Castellanos que evoca un templo clásico, o la de Josefa Carranza, con toques modernistas. El visitante puede encontrarse con una gran variedad de panteones que se combinan con zonas verdes. Destacan los del estilo neomedieval de José Salvarey y el de la viuda de Amestoy, o el modernismo de los dedicados a Enrique Ocharán y González Martínez. En el cementerio también descansan los restos de importantes personajes castreños, como los del arquitecto Leonardo Rucabado, o los del gran músico y compositor Arturo Dúo Vital.
El cementerio dispone de una capilla con pórtico elevado y preparada para acoger al cadáver durante la ceremonia religiosa. También existe un depósito de cadáveres y la vivienda del sepulturero. Hay zonas destinadas a osario, a niños sin bautizar y suicidas y otro para enterramientos de los no católicos. Además se encuentra otro sencillo panteón dedicado a los castreños que fallecieron en tierras americanas.
Divulgación ejemplar
El ayuntamiento de Castro ha tenido una ejemplar sensibilidad a la hora de conservar este conjunto arquitectónico y de divulgarlo desde el punto de vista turístico y cultural, siendo en la actualidad uno de los importantes focos de interés en las visitas a la villa. En esa gestión de divulgación se llevan a cabo visitas guiadas, visitas teatralizadas, recitales de música y poesía y otras actividades para los niños.
Ha sido premiado en varias ocasiones en el concurso de cementerios organizados por la revista 'Adiós Cultural' que pretende reconocer el interés histórico, social, artístico y patrimonial de los cementerios españoles, y este año el camposanto castreño ha logrado situarse en la primera posición en la categoría de mejor actividad pública por las adaptaciones que la concejalía de Turismo y Patrimonio ha realizado para hacer accesibles los folletos y guías a las personas con alguna discapacidad. En esta categoría competían, junto al cementerio de Ballena, el de Valencia, que se alzó con el segundo premio y los de Reus y Bilbao que empataron para el tercer lugar. Este verano el ayuntamiento castreño puso en marcha un video guía en lengua de signos para conocer el cementerio con la información más relevante de la historia y de los monumentos funerarios más importantes que alberga.
En 2016 fue premiado como mejor cementerio y en 2017 se distinguió en su recinto al mejor monumento funerario, que fue el panteón modernista de la familia Del Sel, obra del arquitecto Leonardo Rucabado que diseñó para la familia de su mujer y en donde también sería enterrado. Lo llevaron a cabo en 1909 los escultores Cossío y Molina y se caracteriza por revivir el arte egipcio, por sus grandes dimensiones y por estar realizado en bronce, mármol y piedra caliza de las canteras de Escobedo.
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