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Actualmente, Ana Báez desarrolla su labor dentro de la Diputación de Huelva en dos puestos: jefa de Servicio de Arquitectura y miembro del i-LAB, el laboratorio de innovación provincial.
Desde ambos trata de construir cada día «valor público para los municipios, unas veces a través de la arquitectura y otras mediante la innovación y mejora en la prestación de servicios». Máster en Liderazgo y Dirección Pública por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Instituto Nacional de Administración Pública, Báez es también secretaria y cofundadora de la Asociación Mujeres en el Sector Público, así como miembro de los 100 de Cotec (Fundación Cotec) como experta en innovación pública. Ha sido distinguida con el Premio a la Innovadora Pública más destacada en CNIS 2018 y el Premio Novagob Excelencia 2019 a la mujer destacada en el Sector Público.
–¿Qué elementos cree usted que debería tener un territorio rural inteligente?
–Esencialmente dos, estar conectado y ofrecer las condiciones para el desarrollo personal. Con conexión me refiero no solo al acceso a internet, sino que cualquier persona, independientemente de que tenga vehículo propio, pueda desplazarse en un tiempo razonable para cubrir sus necesidades de salud, educación, deporte, cultura… Por otra parte, de poco sirve esto si no se dan las condiciones para que la gente pueda desarrollar su proyecto vital y profesional.
–¿Cuáles cree que son los principales problemas que acusan las zonas rurales y que son más urgentes de atajar?
–Sin duda la creciente despoblación, una espiral que se retroalimenta. La falta de oportunidades y servicios provoca la emigración de los jóvenes. En consecuencia, se produce un envejecimiento y disminución de la población, que hacen cada vez más inviables la prestación de servicios básicos y reducen la actividad económica.
–Y en el lado opuesto de la balanza, ¿cuáles considera que son sus puntos fuertes?
–Si algo hemos aprendido estos últimos años distópicos es que más no significa mejor. Las oportunidades que brinda la ciudad se pagan a veces a un precio muy alto: horas de desplazamientos, contaminación del aire que afecta directamente a la salud, viviendas minúsculas a precios imposibles… Y un problema a veces invisible, pero muy duro como sociedad, la soledad en la que viven muchas personas. En cambio, los entornos rurales ofrecen mayores posibilidades de vivir en contacto con la naturaleza, en un hogar con espacio y económicamente asequible, su escala nos permite caminar para ir al trabajo, a la escuela, conocer a los vecinos…
En 2015 en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en París, bajo el liderazgo de su alcaldesa Anne Hidalgo, la red C40 (grupo de grandes ciudades que aúnan esfuerzos para reducir las emisiones de carbono y luchar contra el cambio climático) se comprometió a adoptar 'la ciudad de los 15 minutos' como modelo urbano. ¿Qué es? Se trata de un diseño de ciudad en el que en menos de ese tiempo -ya sea a pie o en bicicleta-, llegas a tu trabajo, atiendes tus necesidades básicas, de consumo o de ocio. Se trata de rehumanizar la ciudad apostando por lo local y recuperando la vida en comunidad.
Y, si lo piensas un momento, ¿no son ya la mayoría de los pueblos 'ciudades de 15 minutos'? Los entornos rurales son más accesibles, cercanos y amables, con menores emisiones de CO2... Si la apuesta a nivel global es una vuelta a lo local, estas cualidades son, sin dudarlo, una gran fortaleza a desarrollar en el ámbito rural.
–Los expertos sitúan la digitalización y la innovación como los pilares sobre los que debe asentarse la transformación de los entornos rurales, ¿cómo pueden aplicarse procesos de este tipo en el área de la arquitectura?
–Lo primero es que me gusta mucho es la distinción entre digitalización e innovación, ya que se tiende a pensar que innovar es aplicar más tecnología.
Respecto a la digitalización, como explica Genis Roca en su charla TEDx sobre el proceso de transformación digital que afronta la sociedad, asistimos a un momento histórico único: por primera vez en la historia de la humanidad una misma tecnología -el hecho digital- altera nuestro sistema de producción pero también nuestro sistema de transmisión del conocimiento, nuestra forma de comunicarnos. Las posibilidades que abre internet respecto al teletrabajo, la deslocalización de la producción y nuestra relación con la administración, suponen una forma radicalmente distinta de concebir y vivir el espacio que habitamos.
–¿Y respecto a la innovación?
–La innovación juega un papel clave para no acabar simplemente haciendo en digital lo que ya hacemos en analógico. Es importante innovar en nuevos materiales y tecnologías que minimicen el consumo energético, mejoren el aislamiento térmico o reduzcan la generación de residuos, sin duda muy necesarios. Pero es imprescindible aplicar una mirada innovadora sobre los recursos disponibles y las formas de participación y cocreación multiactor (sector público, privado, centros de conocimiento y ciudadanía) para lograr soluciones imaginativas a las necesidades y retos a los que nos enfrentamos.
–¿Algún ejemplo destacable?
–Me resulta admirable la escuela construida por el arquitecto Francis Kéré en Burkina Faso, de adobe y chapa ondulada, no solo por el uso innovador de estos materiales, sino por cómo logró implicar a su comunidad en la construcción de la misma y la transformación social que supuso para su pueblo.
Otro ejemplo de innovación social dentro de la arquitectura española es el estudio Recetas Urbanas. Su centro sociocomunitario e intercultural en la Cañada Real esbrillante, tanto por los materiales y proceso constructivo, como por el proceso seguido. En cinco meses intervinieron más de 1.200 personas, entre ellas unos 600 menores, 17 entidades sociales, un centro penitenciario, tres universidades y otros muchos voluntarios, dando como resultado no solo un espacio comunitario, sino un proceso formativo para quienes participaron, además de un lugar lleno de dignidad, que la comunidad siente como propio al haberse implicado directamente en el proceso constructivo.
–¿Debieran ser los motores que muevan no solo los entornos rurales, sino también los urbanos, la relación entre ambos, las propias administraciones?
–Sí, pero no solo como impulsoras de iniciativas y cambios, sino también como facilitadoras cuando sean otros actores quienes las propongan.
–¿Qué papel juegan las administraciones públicas locales en este necesario cambio que debe darse en los entornos rurales?
–Sin duda uno esencial, ya que para lograr esos territorios rurales inteligentes es imprescindible resolver las necesidades de conexión y la prestación de servicios esenciales, ambas, funciones propias de lo público.
–En la relación que se establece entre los entes municipales y los siguientes niveles (autonómico, estatal, europeo), ¿hace falta simplificar la burocracia, mejorar la comunicación, facilitar el acceso a sus políticas…?
–A la ciudadanía no le interesa si somos el ayuntamiento, la diputación o la consejería, cuando se dirige a la administración, lo único que necesita es que le resuelva su problema. Y para eso el sector público debería funcionar como un sistema integrado, colaborativo y transversal en el cada cual desarrolle y preste los servicios en los que está especializado, apoyados en las posibilidades que nos brinda la tecnología para compartir información.
Todos nuestros esfuerzos deben encaminarse a convertirnos en una administración pública proactiva, ágil y eficiente, a la altura de la sociedad a la que servimos.
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