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Los acreedores bancarios han abandonado de forma definitiva sus posiciones en el Grupo Celsa, propietario en Cantabria de compañías como Global Steel Wire o Trefilerías Quijano, buques insignia de la industria autonómica. La última entidad que ha salido de la corporación ha sido ... Banco Santander, que finalmente ha vendido su deuda del grupo a fondos de inversión, un camino que ya recorrieron meses antes BBVA, Bankia, CaixaBank y Sabadell.
Como explicó días atrás Cinco Días, hace casi dos años que Celsa lograba cerrar un acuerdo con los bancos para su refinanciación, con Santander a la cabeza, que contaba con el 21% de la deuda y que siempre ha mantenido una posición dura. La familia Rubiralta conseguía refinanciar los 2.600 millones de deuda financiera a tipos más bajos y con unos plazos de vencimientos más amplios. Esta operación dejaba en principio beneficios para ambas partes, puesto que las entidades financieras igualmente se aseguraban la ejecución de los créditos y convertirlos en acciones si el grupo catalán no cumplía con los calendarios de pago establecidos en el nuevo acuerdo.
Sin embargo, el pasado junio trascendió que sus principales acreedores, liderados por BBVA, Bankia, CaixaBank y Sabadell, habían vendido su parte de los 1.250 millones de euros de deuda calificados como no sostenibles con pérdidas próximas al 50%. Sólo con estas transacciones, las organizaciones se deshicieron de ese montante a la mitad de su valor nominal en favor de 'hedge funds' o fondos oportunistas. ¿El motivo? El colectivo de acreedores entendía que será muy difícil recuperar el dinero dada la evolución del grupo siderúrgico.
Sólo quedó Banco Santander, el único prestamista que no quiso desprenderse entonces de su trozo de crédito sindicado al pedir un mayor precio por su participación. La entidad que preside Ana Botín fue de hecho la más beligerante a la hora de sellar la reestructuración en 2017. Sin embargo, Santander finalmente ha ido soltando lastre en los últimos tiempos hasta renunciar a su posición.
Consultado por este periódico, el Grupo Celsa sostiene que está cumpliendo plenamente su Plan Estratégico. Además, matiza que Banco Santander, como el resto, sigue presente en la financiación del circulante del Grupo. «Hasta la fecha de hoy el grupo no ha incumplido ninguno de los compromisos adquiridos con sus acreedores, en particular en lo relativo a la devolución de la deuda y el cumplimiento de covenants (compromisos de actuación). En esta línea, el 4 de noviembre el Grupo realizó un pago de 98 millones según previsto», manifiesta la corporación, que remacha que «la propiedad del grupo no ha cambiado de manos, que sigue estando en manos de la familia Rubiralta. Se trata de la deuda a largo plazo la que ha cambiado de manos».
El asunto de la propiedad no es baladí toda vez que el préstamo rubricado hace dos años tenía la condición de ser deuda convertible en capital, de modo que a su vencimiento podría ofrecer a los tenedores de este pasivo la posibilidad de quedarse con la mayoría de la acciones de la multinacional. En otras palabras, si la compañía no consigue ingresos extraordinarios para hacer frente a esta deuda, los fondos buitre serán los nuevos dueños de Celsa Group, que tiene 9.300 empleados en todo el mundo. Celsa suma cerca de 1.200 empleados directos y 4.000 indirectos en Cantabria.
El acuerdo cerrado a finales de 2017 se estructuró en dos tramos. El primero, por 1.425 millones, se tipificó como la deuda que la empresa podía amortizar en un plazo máximo de cinco años, hasta noviembre de 2022. A su vez, este primera parte estaba compuesta por 525 millones de euros de financiación del circulante y otros 900 millones con amortizaciones ordinarias semestrales crecientes a partir de mayo de 2018.
El segundo tramo ascendía a 1.250 millones y su vencimiento se extendió hasta 2023 en un solo pago. Pero se calificó de 'no sostenible', por lo que los acreedores ya daban por hecho que no podrían recobrar esta partida, casi un 40% del total. Según explicó en su momento El Confidencial, era una quita encubierta para permitir que Celsa siguiera en funcionamiento y, de esta forma, no tener que provisionar la deuda en su integridad.
Esta situación ya ha empezado a provocar cierta inquietud en las factorías cántabras, en especial ante la incertidumbre que se cierne sobre las instalaciones para el medio plazo en caso de que el grupo industrial no pueda cumplir los términos del préstamo rubricado.
Precisamente, GSW y Global Steel Special Products, emplazada en Los Corrales de Buelna, recibieron hace unas semanas cerca de 10,2 millones del programa Reindus del Ministerio de Industria para financiar la mejora de sus instalaciones y procesos productivos. Además, el pasado viernes el Consejo de Ministros dio ayudas para compensar las emisiones de CO2. En Cantabria, Grupo Celsa consiguió 4,6 millones.
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