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Basta una visita a la fábrica de cloro y derivados que la portuguesa Bondalti tiene en Torrelavega para comprobar la satisfacción que la evolución de la instalación en los últimos cuatro años ha provocado en el conglomerado empresarial familiar José de Mello. Una trayectoria en ... crecimiento sostenido, que arrancó en 2017 cuando la entonces lusa CUF adquirió a Solvay un complejo abocado al cierre tras la restricción regulatoria de la UE a la producción de cloro mediante el uso del mercurio. En su lugar, una cuantiosa inversión de 60 millones y dos años de obras para cambiar la metodología del proceso: electrolisis mediante tecnología de membranas. Como resultado, la empresa ha maximizado la capacidad del complejo, situado dentro del propio recinto que Solvay posee en Barreda; y ya piensa en nuevos nichos de mercado. Entre ellos, y marcado en rojo, la generación de hidrógeno verde.
Bondalti no esconde su ambición, y ya piensa en nuevas formas de elevar producciones y ampliar parámetros, incluso con inversiones futuras. El administrador de la organización, Luis Delgado, repasa el desarrollo de la factoría regional. «La fábrica de Torrelavega ha adquirido gran relevancia y ha contribuido a materializar un plan de expansión en España. Bondalti siempre ha tenido vocación ibérica y España es una geografía clave en nuestra estrategia de crecimiento. Además de la fábrica de Cantabria, también es en España donde tenemos gran parte del negocio de tratamiento y reutilización de aguas. Recientemente abrimos una sucursal en Madrid, que actúa como pivote de nuestras operaciones en España y que se suma a las otras seis sucursales que ya teníamos en este país. Con esta inversión en Cantabria nos convertimos en el principal productor del segmento cloro-álcali de la Península Ibérica. Este hecho claramente fortaleció nuestra posición en este sector y le dio mayor relevancia comercial, ya que asegura una mayor escala en nuestras operaciones», comienza el directivo.
Delgado va más allá y apunta que «desde la apertura de la fábrica el balance ha sido sumamente positivo y no podemos estar más satisfechos con esta inversión. No sólo desde el punto de vista comercial, sino también por la forma en la que ha sabido mantener una estrecha relación con la comunidad de Torrelavega, y Cantabria en general, en un buen ejemplo de integración entre la industria y lo social y económico de una comunidad local».
53 millones
de euros facturó Bondalti en su fábrica de Torrelavega en 2022, 150 en toda España.
Unas palabras que ratifican los números. Bondalti facturó el año pasado en Barreda 53 millones de euros, para una producción total prevista de 272.500 toneladas en 2023, una estadística que contrasta con las 2.500 toneladas de 2019, momento de arranque de la aventura. De esta cuantía, 50.000 corresponden a cloro y el resto de divide entre el hidrógeno que se extrae del proceso y otros derivados del cloro logrados químicamente en la factoría, donde trabajan cerca de 40 personas. Además, según estimaciones de la compañía, la actividad en el Besaya genera otros 150 puestos de trabajo de carácter indirecto.
Unos inicios que tuvieron como principal desafío la pandemia de 2020. Sin embargo, la planta no paró en ningún momento. Otro detalle no menor, el proceso fabril de Bondalti caracteriza a la instalación como fábrica electrointensiva, por lo que el incremento de los costes energéticos igualmente supuso otro reto de calado al pasar la luz del 30 o 35 por ciento del coste de producción al actual 65%.
«La fábrica de Torrelavega ya cuenta con las técnicas de producción más avanzadas, como es el cloro con tecnología de membranas, que destaca por su alta eficiencia energética y sostenibilidad ambiental, fruto de la profunda reforma que llevamos a cabo y que supuso una inversión de más de 60 millones. A pesar de esta posición de liderazgo tecnológico que ya ocupa, la fábrica de Torrelavega nunca dejará de ser un componente importante del pliego de condiciones que definamos de cara al cumplimiento de los grandes objetivos de descarbonización: no sólo es obligatorio, sino deseable. Esto significa que esta unidad seguirá los caminos de sostenibilidad que ha seguido hasta ahora, con la creciente incorporación de energías renovables en sus operaciones –que ya ronda el 40%– o jugando un papel relevante en nuevas cadenas de suministro de valor en el futuro donde estamos entrando, en el ámbito de la transición energética», detalla Delgado.
De ahí la apuesta por el hidrógeno verde, cuando toda la electricidad del proceso tenga certificado renovable. «El objetivo establecido es alcanzar la neutralidad de carbono en nuestras operaciones de aquí a 2030, pero también continuar con la contribución esencial que la industria química, en su conjunto, puede y debe hacer a la descarbonización de la economía y la reducción de la dependencia energética europea. Cabe recordar que esta industria, en su conjunto, está presente en el 95% de todos los productos fabricados a nivel mundial, por lo que su papel como 'proveedor de sostenibilidad' será sin duda decisivo para el éxito en el cumplimiento de los objetivos definidos a nivel global».
La fábrica cántabra dispone de una capacidad instalada de 68.000 toneladas de cloro, 50.000 producidas en 2023. A partir de ahí, igualmente fabrica otros productos como sosa cáustica, hidrógeno, ácido clorhídrico e hipoclorito de sodio. Este portfolio responde principalmente a la demanda del mercado para la producción de poliuretanos y PVC, tratamiento y purificación de aguas, producción de textiles, celulosa, aluminio, productos de limpieza y aplicaciones en la gran mayoría de productos manufacturados.
La fábrica de Bondalti en Torrelavega es uno de los eslabones que el grupo familiar José de Mello tiene para convertirse en un referente del sector del cloro en la Península Ibérica. Un conglomerado empresarial que, no obstante, mantiene una clara estrategia de diversificación.
La planta cántabra exporta un amplísimo porcentaje de su producción. Evidentemente, abastece a clientes nacionales y portugueses, pero también franceses e ingleses. En su mayor parte por carretera a través de camiones, una decisión motivada en buena medida por lo que la compañía entiende como unas conexiones ferrovias muy mejorables.
El Grupo José de Mello, uno de los mayores holding portugueses con presencia en varios sectores, cuenta con sociedades vinculadas a negocios como mantenimiento de instalaciones; producción de químicos y aguas –donde se incluye Bondalti–; infraestructuras y viales; prestación de servicios sanitarios; ingeniería de sistemas; geriátricos; o producción y comercialización de vinos. Muchos sectores diferentes.
En cuanto a Bondalti, es la mayor empresa portuguesa de la industria química, el mayor fabricante ibérico de cloro, en términos de capacidad de producción, y uno de los principales productores mundiales de anilina (compuesto orgánico utilizado en la fabricación de pinturas sintéticas, antioxidantes o espumas de poliuretano, entre otros).
La compañía exporta más del 90% de su producción a diversas zonas del mundo, incluyendo Europa Occidental y Oriental, Oriente Medio y África, llevando productos que forman parte de la vida cotidiana de millones de personas a diferentes geografías.
Recientemente amplió su actividad a nuevas áreas de negocio vinculadas a la sostenibilidad, en particular el tratamiento y la reutilización del agua y proyectos relacionados con la descarbonización, como el hidrógeno verde y el litio verde. En 2022 tuvo un volumen de negocio de 595 millones y una plantilla de 744 personas.
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