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El 24 de septiembre de 1886, el periódico 'El Atlántico' de Santander recogía la constitución de la Cámara de Comercio, nacida con la voluntad de ... trabajar por el progreso de la estructura económica de Cantabria. Modesto Piñeiro (Santander, 1953), presidente de la entidad desde 1998, hace balance de los últimos tiempos cuando la organización se asomó al abismo financiero y de la posterior recuperación de las cuentas. Saneado el balance, la institución aporta su granito de arena para, como hace 135 años, ayudar al tejido corporativo autonómico en una coyuntura compleja en la que además de la propia pandemia confluyen desafíos como los costes energéticos o las tribulaciones por el suministro de materias primas.
-135 años de la Cámara de Comercio. ¿Qué queda en la actualidad de aquel germen inicial?
-Muchas de las cámaras se crearon hace 135 años. La Cámara de Cantabria se constituyó el 23 de septiembre de 1886, por lo que hace escasas semanas celebramos el aniversario. Para ello se formó una Comisión con empresarios, comerciales e industriales de la entonces provincia de Santander. Los objetivos principales pasaban por proponer a la Administración una serie de proyectos para el desarrollo de la economía; actividades públicas con incidencia; y, por supuesto, la formación en diferentes ámbitos. Esos fueron los orígenes, pero con los años las funciones han cambiado. Ahora las cámaras somos conocidas por el apoyo a la internacionalización, gracias a la amplia red de cámaras por todo el mundo. Otra actividad que sigue siendo muy potente es la formación. Además, la consecución de proyectos con dinero europeo finalistas para las empresas también ha sido uno de nuestros puntos fuertes.
-De vuelta a la actualidad, la entidad atravesó una profunda crisis financiera hace unos años que llevó incluso a poner en venta la sede. Aquel bache se superó. ¿Cuál es la situación a día de hoy?
-En 2010 el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero anuló el recurso cameral, que era de donde venía la financiación: un porcentaje sobre los beneficios que tenían las empresas. Sólo pagaban las que tenían resultado positivo. Las pequeñas se beneficiaban de las grandes. Pasaron unos años hasta que en 2014 llegó la nueva Ley de Cámaras. Éramos corporaciones de derecho público, pero el tema de la financiación se les olvidó. Nos llevó a una situación en la que en 2017 tuvimos una crisis profunda. Varios de los empleados solicitaron darse de baja y se quedó una serie de gente que apostó por la Cámara. Gracias a su esfuerzo y compromiso, junto con un plan de reestructuración elaborado por el Comité Ejecutivo y la colaboración de alguna entidad financiera, hemos pasado de una situación en la que teníamos en venta el edificio, algo que no nos agradaba, a incrementar muchísimo la actividad y programas, sobre todo europeos. A algunos licitamos directamente y ganamos con otras entidades continentales. También otros se han conseguido vía Cámara de España. Por supuesto, programas con el Gobierno de Cantabria y actividades privadas. Ahora estamos en una situación saneada, con un fuerte control sobre el gasto. Hemos pasado de una plantilla que se nos quedó en 14 personas a 21, fruto del crecimiento en las actividades. La situación es francamente buena.
COVID
ENERGÍA
¿ÚLTIMO MANDATO?
-¿Cómo ha pasado la Cámara la crisis del covid?
-Creo que de las situaciones de crisis, al igual que de las quiebras, hay que sacar enseñanzas positivas. Estas situaciones dan oportunidad de revisar tu plan estratégico y adaptarte a la nueva situación. Hay temas como la digitalización que la pandemia ha acelerado muchísimo. A nosotros nos ha permitido no parar absolutamente nada, más allá de nuestras funciones esenciales. Por ejemplo, en formación hemos sido mucho más intensivos. Por otro lado, nos ha llevado a insistir en temas como la sostenibilidad. Son muchísimos los proyectos en los que participamos en este campo, liderando varios de ellos. Fuimos la primera Cámara en firmar el Acuerdo de París, en 2015. Hemos sido líderes a nivel nacional en otros campos, como con el Programa LaborESO, una iniciativa de apoyo a la orientación de la empleabilidad de los jóvenes elegido entre las tres prácticas nacionales para ser replicadas en otros países de la Unión Europea. Consiste en hacer prácticas de 15 días en las empresas. Han participado cerca de 900 alumnos y 600 entidades de diferente tipo.
-¿Cuál es la estrategia de la organización de cara al futuro?
-Hay dos temas importantes. El primero, la internacionalización, donde quiero destacar la colaboración que tenemos con Sodercán. A pesar de la pandemia no hemos dejado de llevar a cabo actividades con eventos virtuales. Es una actividad muy importante. Tanto en la crisis de 2007 como en esta última se ha reflejado su relevancia. Otro eje fundamental es la gestión de todos los proyectos europeos. Lideramos o participamos en consorcios, así como otros proyectos que vienen de Cámara España. Hemos sido muy activos con la difusión de los Fondos Next Generation de cara a las empresas, especialmente para las pymes. Esperemos que sean un revulsivo para la economía después de esta crisis tan dura.
-¿Es posible una integración con la Cámara de Torrelavega?
-Eso no depende de nosotros. Por nuestro lado no hay reticencias, todo lo contrario. Con nuestros compañeros compartimos sinergias y programas, como no podía ser de otra manera. Eso más que de nosotros depende de la Administración, de la Dirección General de Comercio, que es nuestra tutelante. Si en algún momento se planteara, nosotros no tenemos ningún inconveniente. Ambas estamos inmersas en las mismas actividades.
-¿Cómo va a condicionar el coste de la energía la recuperación económica ya constatada?
-Es un problema muy grave, que ya lo teníamos antes de los números que estamos viendo. Es un tema sobre el que hay que actuar. En España contamos además con el problema agravado de no ser productores e importar mucha energía. Si añadimos la carga fiscal importante, pues salen los resultados de ahora. Las grandes empresas electrointensivas no van a poder competir con sus homólogas europeas. Francia es el más barato gracias a sus 50 centrales nucleares, la energía más barata y menos contaminantes, se diga lo que se diga. Las renovables van a ayudar, pero se necesitan otro tipo de fuentes. En la transición energética tan malo es llegar tarde como ser los primeros. Hemos apostado por quitar de golpe el carbón, pero todo a su ritmo. Se quería impulsar el coche eléctrico. Lo peor que ha podido pasar para su desarrollo es esta escalada de la electricidad.
-¿Va a ser este su último mandato?
-De momento quedan unos años. Estoy aquí para trabajar en el día a día. No pienso más allá. Cuando llegue el próximo proceso electoral, hablaremos. Hay gente muy preparada tanto en el Comité como en el Pleno para tomar el relevo. Ahora no toca hablar de ello. Estoy centrado en que los servicios que demos sean lo más eficientes posibles.
- ¿Cómo ve la economía de Cantabria en la actualidad?
- Está despegando. Hay un sector servicios y turismo que es muy potente. El sector industrial creo que es el que mejor está yendo, así como el que goza de mayor estabilidad. Es importante que sigan viniendo industrias a asentarse. Creo que las buenas infraestructuras, la formación y la paz social son buenos ingredientes para la llegada de inversiones. Servicios tiene que verse complementado por otros campos. Tenemos un Puerto estupendo, un apoyo muy importante para nuestras empresas. Con todo eso, si conseguimos potenciarlo, el futuro será prometedor. Hay proyectos interesantes como el del Llano de La Pasiega, que puede ser un polígono importante para el establecimiento de empresas. Sí que es fundamental que intentemos solventar el problema que supone quedarnos fuera del Corredor Atlántico. En mi opinión, lo ideal sería la conexión con Bilbao, para unirnos al Atlántico y al Corredor Mediterráneo. Esto es esencial.
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Ana del Castillo
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