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En una coyuntura compleja como la que aborda el país, con una parálisis política que no acaba de cristalizar en un Gobierno nacional estable y con las 'enésimas' elecciones generales asomando de cara al otoño, la empresa española tiene mucho que decir. Más si cabe ... en un momento en que la inestabilidad internacional eleva las amenazas coyunturales para la economía patria mientras el ciclo expansivo reduce sus revoluciones. En este contexto, Antonio Garamendi (Vizcaya, 1958), tira de prudencia respecto al futuro en el Congreso, pero sí que pide «estabilidad y moderación». El portavoz de los empresarios estuvo el jueves en Santander en la presentación del nuevo concesionario Vidal de la Peña en Parayas y, para Cantabria, aconseja una apuesta firme por la industria.
Sobre el momento actual, sostiene que «cuando hablamos de la globalización entendemos que nos afecta lo que pasa en el mundo. Por tanto, España se halla inmersa en todos los procesos mundiales. Hay varios aspectos que conviene apuntar. En primer término, la guerra comercial, que va mucho más allá al tener como trasfondo un liderazgo en un cambio de paradigma por el que pugnan Estados Unidos y China. Está el Brexit, que no nos queremos dar cuenta pero para España es un tema vital al ser el segundo país inversor en Reino Unido y que prácticamente 400.000 británicos viven en nuestro territorio, con 20 millones de turistas, de los 80 totales, procedentes de Gran Bretaña. También hay una desaceleración en Alemania, con un segundo trimestre en negativo; Italia y Francia de aquella manera... No es un contexto sencillo para trabajar», detalla.
Garamendi igualmente pone el foco en una de las principales fortalezas en esta etapa de ciclo económico expansivo, el mercado exterior. «Igual que la exportación ha sido uno de los pilares españoles, al pasar del 22 al 34 por ciento en la internacionalización de las empresas, saltando de 50.000 a 200.000 compañías, ahora que la situación se complica, nos va a afectar. Ya se habló en su momento cuando la construcción pinchó, por lo que ahora que al resto le va mal nos va a perjudicar», agrega.
El empresario, además, vuelve a mirarse en el espejo germano. «Es cierto que Alemania está mal, pero tiene superávit y sólo un 50% de deuda, de forma que dispone de capacidad de endeudamiento o puede jugar el partido de forma expansionista, mientras que España, su Administración, no puede al tener una deuda mucho más elevada». ¿Qué piden los empresarios entonces? «Estabilidad y moderación, es decir, rigor presupuestario y ortodoxia económica. En este momento subir impuestos creemos que sería un problema, al igual que entrar en más gastos. Necesitamos estabilidad», abunda. Como corolario coyuntural, «no vienen bien dadas pero las empresas no están mal y lo único que hay que intentar es que se hagan las cosas ordenadamente».
Respecto a la economía cántabra, el presidente de CEOE afirma que «está en una situación similar al resto del país, con un turismo que sigue funcionando». Eso sí, y aquí Garamendi hace de prescriptor. «Un factor clave es el empleo, sobre todo para que haya crecimiento y la gente tenga una buena calidad de vida. El empleo estable y seguro es el industrial. El sector secundario es el que tira de la economía. En aquellas zonas donde el PIB industrial ronda el 25% el paro está cerca del 8%. En los territorios donde ese porcentaje decrece el desempleo aumenta. Dos ejemplos, en el País Vasco, donde su PIB industrial casi llega al 25%, con salarios altos, el paro está en el 10%. Otro caso, Burgos, donde el desempleo es similar con otro tipo de empresas industriales».
Con estos espejos, «Cantabria tiene que apostar de forma decidida por la industria, porque otros sectores como el turismo ya están teniendo buen comportamiento», agrega.
Otro aspecto, según Garamendi, es la educación. «La formación es clave. Hablamos de nuevos empleos, modos distintos de trabajar, nuevas tecnologías. Pero también tenemos que adaptarnos con rapidez a todos estos cambios tecnológicos. En este campo hay que incidir para mejorar», agrega.
El portavoz de los empresarios españoles igualmente repasa la situación impositiva y el margen para abordar una rebaja fiscal. «Cuando se habla de que en España las empresas pagan menos impuestos, eso no es cierto. Las cotizaciones sociales también son gravámenes. Igualmente cuando se aborda la captación de talento, una traba importante pasa por que a partir de 45.000 euros anuales de salario suban las cotizaciones un 30%. Todo ello son distorsiones. Nosotros tenemos un pensamiento siempre empresarial. Tenemos un área comercial, pero igualmente hablamos de gestión. La eficiencia siempre es importante. Cuando hay que invertir, se invierte, pero hay que gestionar de la mejor forma posible».
Según el empresario, «hay que empezar a mirar la eficiencia de las administraciones y de las empresas públicas. No es un problema de los funcionarios, ni mucho menos. Creemos que con menos impuestos hay más empleo, y éste lo crea el sector privado. Por ello, vamos a hacer un estudio acerca de cuáles pueden ser las eficiencias de la Administración», remata.
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