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«Cantabria pierde casi 30.000 de sus trabajadores jóvenes en los últimos 15 años» es el titular que este periódico dio en 2017 ante los datos que reflejaban que los ocupados en la comunidad de entre 16 y 34 años pasaban de los 78. ... 800 en 2002 a 51.800, un desplome del 34,26% que entonces todo indicaba que iría a más. Y así fue hasta el 2021, un año en el que, por primera vez, se frenó la sangría y se registró un cambio de tendencia que la última EPA (Encuesta de Población Activa) vuelve a confirmar al señalar que la región cuenta actualmente con 52.900 empleados menores de 34 años, más de dos puntos porcentuales por encima del dato de 2017.
Puede parecer que no es mucho la irrisoria subida que ha experimentado el número de ocupados jóvenes en Cantabria en la comparativa de los últimos datos de este año y los de hace menos de una década, pero cualquier paso que ayude a rejuvenecer la pirámide poblacional es significativo. Y ahora mismo estamos en un periodo en el que, año a año, poco a poco, se va mejorando. Sobre todo si enfrentamos la situación actual, con esos 52.900 empleados de 16 a 34 años que hoy en día dispone la comunidad con los de hace casi un lustro, ya que en 2020 fue cuando se registró el número más bajo de toda la serie histórica con 39.000 contratados de dicho tramo de edad. Pero desde la salida de la pandemia ha sido un aspecto que cada ejercicio ha ido a más hasta la marca actual, con una diferencia de 13.900 personas, un 26,27% más, respecto a 2020.
Todo ello según estimaciones de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE) facilitados desde la Unión General de Trabajadores (UGT) y que también señalan que la proporción de profesionales más jóvenes sobre los mayores de 34, paulatinamente, va cogiendo peso. Del total de 259.500 personas que la encuesta señala que forman parte de la población ocupada, el 20,28% son menores de 34 años, una tasa más de dos puntos por encima del dato más bajo marcado, en 2020, con un 18,73%, pero todavía muy lejos del porcentaje de 37,19% que se contabilizó en 2002.
Una radiografía que empieza a no ser tan desalentadora en yuxtaposición a la que mostraba Cantabria hace menos de un lustro. En esa estampa también cabe destacar que el dato actual de jóvenes susceptibles de formar parte de la población activa es de 105.000 individuos, la cifra más elevada desde 2016, cuando había 106.700 menores de 34 años en la región. Además, otro aspecto positivo es que la actual tasa de paro en jóvenes es de tan sólo 11,83%, con 7.100 personas en búsqueda de empleo, frente a las 26.800 de 2013, la cifra más elevada desde 2002 con un 33,3%.
Precisamente esta semana, con vistas al Día Internacional de la Juventud que se conmemora mañana, desde UGT Cantabria publicaron un informe que señalaba que actualmente los cántabros menores de 25 años tienen un salario medio que no alcanza los 1.300 euros mensuales netos, lo que los sitúa como los cuartos del país en su grupo de edad con unas retribuciones más bajas. Un dato que puede dar una pista sobre a qué obedece esa sangría que se venía dando de los trabajadores más jóvenes en nuestra comunidad, de hecho ese mismo informe apunta que los menores de 25 años de la región declararon a Hacienda en el ejercicio fiscal de 2022 un aumento en sus emolumentos de un 3,8%, justo el siguiente año en el que comenzó a revertirse la pérdida de los nuevos talentos.
Ante la comparativa de datos de los niveles de ocupación en menores de 34 años, desde UGT valoran que «es indudable que en los últimos años, y especialmente en los dos últimos coincidentes con la vigente reforma laboral, se ha frenado una pérdida incesante de empleo joven en Cantabria que nos permite recuperar en el segundo trimestre de este año las 50.000 personas ocupadas de 16 a 34 años y registrar la mayor cifra de los últimos nueve años en estas fechas». No obstante, Kiara Brambilla, portavoz de la Organización Juvenil de UGT en Cantabria (Ojuca), no se queda sólo con aires complacientes porque «no hay que olvidar que en el año 2009 había más de 90.000 personas menores de 35 años con un empleo en Cantabria, esa cifra bajó de los 80.000 en 2011, al año siguiente ya teníamos menos de 70.000 y desde 2013 no se ha logrado superar los 60.000 hasta ahora». Además, puntualiza Brambilla que pese a que estamos en una comunidad «muy dependiente en determinadas épocas» del sector servicios, que emplea «a casi el 80% de la juventud trabajadora» cada vez proliferan más los contratos de larga duración, por lo que el trabajo «crece en cantidad y calidad».
Pablo Aparicio Ingeniero geólogo
El cántabro Pablo Aparicio, de 29 años, forma parte de los desilusionados con Cantabria. Valora positivamente la calidad de vida que te brinda la región, y de hecho su plan es venir aquí para retirarse. «Cuando tenga 50 o 60 años», dice. Pero hasta su jubilación todavía queda mucho y a base de fallo y error ya ha aprendido que aquí, en el terreno laboral, no tiene buenas oportunidades para crecer.
«En Cantabria hay puestos de trabajo que no existen y no se van a desarrollar nunca», asegura, con lo que hace un año que decidió irse a Barcelona en busca de esos campos más verdes. Aparicio, que es ingeniero geólogo y estudió en Salamanca, habla desde la experiencia. Pese a su juventud ya ha desarrollado su carrera laboral en muchas partes. En Barcelona, Zaragoza, Francia, Escocia e incluso México. También en Cantabria de «dónde me he ido y vuelto muchas veces». El último intento que tuvo por establecerse en su tierra natal fue hace un año, cuando decidió emprender y abrir una hamburguesería de productos ecológicos en Torrelavega. «Me iba bien, pero por problemas más bien burocráticos decidí que no podía continuar». En concreto, en esa etapa en la que se hizo piloto de su propio proyecto dice que también le faltó «ayudas» porque, puntualiza, «era una iniciativa que incluso planteé para hacer franquicias pero otro de los problemas de Cantabria es que es muy difícil dar con locales apropiados».
Así que lo tiene claro :«Para buscar oportunidades tienes que irte fuera», resume. Ahora trabaja dirigiendo proyectos de geotécnia, principalmente se encarga de desarrollar parques eólicos de energías renovables. ¿Pero de ese tipo de instalaciones se están planteando muchas en Cantabria? «Sí, pero muy pocas, por no decir ninguna, de esas empresas tienen sede en la región, la mayoría son multinacionales que realizan el proyecto a distancia desde Madrid o Barcelona».
Uno de los problemas de Cantabria, según el joven, es que «está muy estanco»y, además, «cada vez se centra más en el sector servicios», es por ello que incluso ve que poco a poco más conocidos suyos optan por quedarse a vivir en Cantabria pero desarrollan su carrera profesional en Bilbao. «Van y vuelven todos los días porque ahí tienen el trabajo que les interesa y mejor sueld
Alejandro López Ingeniero electrónico
Alejandro López, al igual que Pablo Aparicio, es ingeniero, en su caso especializado en electrónica, y también tiene 29 años. Pero su perspectiva es muy diferente, porque López, que es oriundo de Ponferrada, representa a esos jóvenes que sí han apostado por Cantabria para desarrollar su carrera profesional. En su caso, se formó en el País Vasco, y al terminar estuvo trabajando en Bilbao hasta aproximadamente un año, cuando recibió una oportunidad para incorporarse al centro tecnológico CTC de Cantabria como responsable del área de navegación y robótica.
A López le costó dar «el salto» como él mismo habla de ese paso que fue el dejar Bilbao por Santander. Cuando desde el CTC le contactaron vía Linkedin llevaba cuatro años viviendo «a caballo» entre Cantabria, de donde es su mujer, y Bilbao, donde tenía su puesto de trabajo. «Yo sabía que aquí nunca me iban a igualar las condiciones económicas del País Vasco pero también tienes que poner todo en una balanza y ver que el coste de vida aquí es menor y que me iba a ahorrar todo lo que estaba gastando en trayectos».
Además, tanto el joven ingeniero como su mujer, que es enfermera, tuvieron claro siempre que querían vivir en la tierruca. «Hubo un momento en el que ella podría haber decidido incorporarse a trabajar en un hospital de Bilbao y estar ahí los dos, pero siempre supimos que nuestra calidad de vida estaba aquí», reconoce López.
De hecho, opina que Cantabria está en plena explosión y que cada vez se está abriendo a más posibilidades. «A mí no me costó encontrar trabajo en la región porque directamente contactaron conmigo desde el CTC». Explica a su vez que «todo lo relacionado con programación e inteligencia artificial está experimentando un crecimiento exponencial y Cantabria, que reúne unas características muy buenas, no se escapa de ello». Fuera de su sector también opina que esta tierra es terreno abonado para cada vez más oportunidades para los de su generación. «Mi visión es mas sectorial y creo que en mi campo aquí hay bastantes oportunidades, pero me da la sensación de que también ocurre en otro tipos de puestos como, por ejemplo, en educación o en sanidad».
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