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Pablo de Castro García (Santander, 1962) es el presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Ascentic). ... Físico electrónico y doctor en Económicas, cree que el pequeño tamaño de Cantabria como región puede ser utilizado como una fortaleza a la hora de impulsar proyectos atrevidos, como en su día fue el de Smart Cities en Santander. Para ello reclama a las empresas y a la Administración un verdadero compromiso con la transformación digital, «algo en lo que Ascentic está dispuesta a colaborar siempre». Y el ejemplo es su empresa, Conceptual KLT, que empezó creando las redes sociales a la UIMP y su web-tv y ahora está en el internet de los objetos en la logística de empresas de transporte y en los puertos para mejorar la eficiencia. Además de trabajar en el Smart City de Santander.
–Ascentic acaba de cumplir 15 años. ¿Es buen momento para hacer balance? ¿Qué diferencias aprecia en su sector en este tiempo?
–Han cambiado muchas cosas, pero los objetivos de Ascentic siguen siendo muy parecidos. Nos asociamos para encontrar puntos comunes que nos permitieran ser interlocutores con otros, Administración incluida. Eso sigue igual. Las empresas del sector en la región nos parecemos mucho, para empezar seguimos teniendo más negocio fuera que dentro y siempre dispuestas a trabajar en equipo y a colaborar y preocupadas por el desarrollo de Cantabria.
–Empezaron sin que existiera el Parque Científico y Tecnológico, su actual lugar de trabajo...
–Es cierto. En 2002 únicamente se hablaba de la posibilidad; hasta entonces aquí todo eran parques de la naturaleza. Nosotros ya sabíamos que el parque podría ser un gran elemento dinamizador...
–¿Y lo ha sido?
–Si. La mayor parte de las empresas que están en el parque son del sector: CIC, Quiter, Semicrol... y otras más pequeñas. Su desarrollo en el Pctcán ha posibilitado el crecimiento de su negocio, que era de lo que se trataba.
–¿Y tiene que crecer el parque?
–Todavía si. Tiene espacio dentro de sus 200.000 metros cuadrados, edificios aún no totalmente utilizados y solares sin construir. Ha cambiado un poco su fisonomía con respecto a lo que había y lo que pensábamos en 2002, en tiempos de bonanza económica. Entonces creíamos que el parque podía estar muy especializado en empresas de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) y la realidad ha cambiado y hay empresas que no están allí y han llegado otros como la Universidad Europea del Atlántico, las fundaciones del Ibbitec y el IHC y las consejerías.
–No es necesariamente malo este uso compartido ¿no?
–Si me lo hubiera preguntado en 2002 hubiera sido más ambicioso y hubiera dicho que el parque solo para empresas TIC. Si lo analizas hoy en día, yo creo que la mezcla de diferentes tipologías de empresas y de organizaciones e instituciones viene muy bien. Se configura un entorno adecuado para lo que es Cantabria.
–Decía usted hace un momento que la mayor parte del trabajo de las empresas TIC de Cantabria está fuera de la región...
–Esa es la economía actual. Por mucho que nos empeñemos, Cantabria tiene una masa crítica que hace imposible pensar en empresas exclusivamente para trabajar en el entorno local. Incluso si montas algo tan local como una quesería. Y en un mundo en el que los negocios son digitales...
–Ustedes habrán sido pioneros en esa transformación digital...
–Las empresas de Ascentic utilizamos la tecnología para nuestro día a día, para gestionar desde las relaciones con los clientes a los proyectos, todo es digital. Pero, además, no solo vendemos productos TIC, sino la forma de venderlos y el modelo de negocio también es digital. Por ejemplo: ya no se venden paquetes del software –cajas de programas para entendernos– vendemos servicios digitales en la nube para que la gente se conecte. En estos momentos no se concibe ningún negocio ni empresa sin un modelo digital. Y ese es el gran salto que hay que hacer: asegurarse de que el cambio de modelo de negocio a digital ayuda realmente a vender más.
–Y en esa transformación, ¿como está en general Cantabria? A veces parece que el peso de lo tradicional puede...
–Hay de todo. Hay empresas que hacen una apuesta muy importante. Quizás un tercio de las empresas están convencidas de la transformación digital y son activas, otro tercio están dormidas y las va a atropellar el asunto...
–¿Quizás están dormidas porque las va bien?
–O porque no han dado el cambio generacional necesario y no tienen la formación adecuada. Pero tienen tiempo de despertar aún.
–¿Y el último tercio?
–Pues esos son a los que les va bien el modelo de negocio tradicional y no se planean cambiar. Pero el cambio hay que hacerlo, es imperativo aunque te vaya bien. Tú puedes estar muy contento con lo que haces, puedes tener una impresión positiva; pero si no eres consciente de que el mundo que viene es totalmente volátil, incierto, complejo y, además, ambiguo estás muerto. Tienes que desarrollar tu visión de negocio teniendo en cuenta esa incertidumbre que, además, es una incertidumbre general y ser capaz de adaptarte a ello de forma digital.
–O sea, que las tesis hasta ahora aceptadas de que el progreso y la tecnificación iban a mejorar la vida de la gente, incluso hacerles trabajar menos, han cambiado hacia un escenario de incertidumbre y empleo precario. Se han roto unas seguridades esperables por así decirlo...
–La palabra es volatilidad, pero yo creo que nuestros hijos vivirán mejor que nosotros que es como se plantea esta cuestión al final. Hay mucha gente que dice que los jóvenes de ahora se prepararan para nada, pero no es verdad. Se están preparando porque ellos ya están viviendo ese cambio que se va a producir. El que quiera trabajar va a trabajar, pero los trabajos van a ser totalmente diferentes.
–Hay oficios que se extinguirán...
–Hay profesiones que hace cinco años no creíamos que iban a estar amenazadas, la de conductor de un camión, por ejemplo. Gracias a la tecnología tendrán que adaptarse y transformarse. Y si no es en diez años será en quince, pero lo que viene es que las máquinas autoguiadas serán las que conducirán, porque son más seguras y tienen menores costes. Ese será un cambio radical, propiciado por las nuevas tecnologías.
–¿Y cuánto tiene de amenaza, ante la dificultad de adaptación?
–Bueno, habrá máquinas que nos sustituirán. La inteligencia artificial es una gran oportunidad, pero también es una amenaza impresionante. Tendremos máquinas que por sus capacidades de programarse serán capaces de hacer muchas de las tareas que hoy en día hace la gente en sus trabajos y mejorar constantemente en sus habilidades. Nosotros, desde Ascentic, queremos ayudar a las empresas de Cantabria a adaptarse a esto, es uno de nuestros objetivos.
–Y a la Administración también, porque su adaptación digital flaquea mucho. Por ejemplo siguen empeñados en pedir datos y papeles a los ciudadanos que ellos ya tienen...
–A la Administración les falta dar un paso, el ser proactivos. ¿Porqué me hacen pedir una ayuda por tener un hijo que conceden? Ellos ya saben que yo acabo de tener un hijo, lo saben todo de mí. Me pueden enviar un mensaje al móvil diciéndome que me ingresan el dinero por ello o, como mucho, pidiéndome el número de cuenta para hacerlo. Si la Administración funcionara bien debía ser ella la que hiciera la solicitud y la enviara al beneficiario para que simplemente diera su conformidad. Y así en múltiples trámites. El problema es que seguimos anclados en un enfoque antiguo: se siguen convocando plazas de funcionario en vez de analizar cómo mejorar la tecnología para que haya menos gasto en papel y en personal, automatizando procesos administrativos.Todavía hoy en día se imprimen los formularios, se rellenan y se firman en papel.
–¿Y hay voluntad de cambio o son del tercio que están realmente dormidos?
–Se necesita un cambio generacional para que llegue nueva gente. Gente que ahora no entiende que tiene que ir a una ventanilla a presentar un papel para hacer cualquier cosa. Ya ni siquiera lo hacen con el ordenador; el móvil les basta para todos los trámites. Y la Administración, como todos, tiene que ser consciente de ello. Se necesita un impulso fuerte y un ansia modernizadora. Y eso no lo permite muchas veces la política. Y tampoco juega a favor el Estado de las Autonomías, con las comunidades cada una por libre. Una de las claves es la interoperatividad de los sistemas y eso se hace muy difícil a veces. La Sanidad es un ejemplo claro: tú tienes expediente en el Servicio Cántabro de Salud, pero si te pones malo durante un viaje a Navarra, allí no sabrán nada de ti. Y si tienes un seguro privado además del público, tampoco. Eso es un problema gordo: se pierde información que hay que compartir. Hay mucho camino por andar y lo que falta es voluntad política y eso no se ve en los programas electorales, por ejemplo.
–¿No aparece?
–A nivel nacional ninguno de los cuatro grandes partidos políticos ha hablado de transformación digital de las empresas y la Administración. Es un síntoma evidente de que queda mucho por hacer.
–Hay poco paro en el sector de las telecomunicaciones...
–En efecto, y no solo entre los ingenieros de telecomunicaciones. También entre informáticos, físicos, matemáticos y gente especializada de FP. El problema que tenemos es que no salen suficientes licenciados y muchos son captados por empresas de fuera de la región,del País Vasco, de Madrid. Y los que se quedan aquí son un número reducido. Necesitamos más personal y formado en tecnologías adaptadas. Eso nos obliga a buscar no solo a las licenciaturas habituales, sino a gente de otras carreras reconvirtiéndola a través postgrados como el Máster Universitario en Empresa y Tecnologías de la Información de la Universidad de Cantabria donde se les da un baño de TIC,s para que puedan aspirar a un trabajo en el sector.
–¿Advierten una falta de vocaciones tecnológicas?
–Hay un déficit en lo que se conoce como la educación STEM [acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)] que hemos venido observando desde hace tiempo. Como asociación intentamos luchar contra ello, yendo a los institutos a contar las posibilidades de empleo tecnológico, explicando a los chavales que hay buenos empleos y salarios en este mundo.
–¿Usted ha trabajado en el ámbito de las Smart Cities y en el proyecto de Santander. ¿No hay un escaso conocimiento y apreciación de la gente hacia estas iniciativas?
–Lo hay, está reconocido y se hacen esfuerzos para superarlo. No es fácil y es cuestión de tiempo. La recogida inteligente de basuras no se aprecia: los contenedores de papel y envases de Santander se retiran cuando están llenos gracias a un chip que avisa al centro de control. Al ciudadano esto le da igual, pero es un ahorro para la administración. Falta un esfuerzo importante de la gente que está en el mundo de la tecnología de trasladar la cercanía del uso de esas tecnologías.
La Asociación Cántabra de Empresas de Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Ascentic) que preside desde el pasado 9 de marzo Pablo de Castro García aglutina a 31 empresas que reúnen a unos 1.800 trabajadores; mil de ellos en Santander y el resto en la región o fuera. Sus estatutos establecen que solo se puede estar en la Junta Directiva un máximo de cuatro años, dos de ellos como presidente. «Es bueno desde el punto de vista que no hay apego al cargo. En dos años te da tiempo a desarrollar el programa con el que te presentas a las elecciones», resume De Castro.
–Su empresa Conceptual KLT está especializada en logística. ¿Cantabria tiene opciones de desarrollo en este campo?
–Si, desde luego. Tiene un gran potencial: tenemos un puerto que no es muy grande pero está muy especializado en los coches. Necesita disponer de una zona de actividades logísticas que ya parece estar planeada en el Llano de la Pasiega, pero eso precisa un acceso cómodo y rápido de ferrocarril e integrarla más mediante carretera. La única duda es que no se si tendremos masa crítica suficiente para hacerlo.
–¿El tamaño es un problema?
–Claro, por eso tenemos que ser atrevidos y hacer cosas novedosas. Lo tengo muy claro y creo que desde Ascentic hay que impulsarlo: hay que motivar a empresas y administraciones a poner en marcha proyectos innovadores. Tenemos potencial para ello. Nuestro tamaño, la famosa masa crítica, es una desventaja para hacer algunas cosas pero es una ventaja para otras.
–¿Por ejemplo?
–Smart Santander es el prototipo de un proyecto atrevido, quizás excesivo para una ciudad como la nuestra, con menos de 200.000 habitantes. Un proyecto de ciudad inteligente en Madrid puede demostrar mucho mejor sus posibilidades, por ejemplo, para controlar la contaminación. Fue un proyecto ambicioso con 12.000 sensores, que nos ha permitido ponernos en el mapa y a muchas empresas de la región que han trabajado en ese proyecto salir afuera.
–¿Se le ocurre algún otro atrevimiento?
–Ja, ja, ja. Yo creo que en el ámbito financiero está a las puertas una revolución con las ‘fintech’ y lo que está por venir con el blockchain que forma parte de monedas virtuales como el Bitcoin. Más allá de esta moneda, la tecnología del blockchain y la seguridad que proporciona va a suponer un cambio similar a internet para comprar, vender, etc.
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Ana del Castillo
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