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Gaspar Anabitarte (Santander. 1956) acaba de asumir el reto de seguir al frente de la organización agraria Unión de Ganaderos y Agricultores Montañeses (UGAM-COAG).Había decidido dejarlo, pero las circunstancias hicieron que reconsiderara su postura y ahora tiene por delante un nuevo mandato con ... unos retos muy claros porque el diseño de la nueva PAC, el Plan de Desarrollo Rural de Cantabria y, en definitiva, la pervivencia del sector ganadero de la región están en juego. Considera que tenemos unas claras ventajas, pero que es necesario saber el sector primario que queremos para que la economía regional funcione de la mejor manera y el colectivo de personas que viven del mismo pueda subsistir.
Anabitarte es un ganadero atípico. Nació en Santander en una familia sin antecedentes en el campo y estudió Biológicas en Salamanca antes que dedicarse a la ganadería, en su caso a la producción ecológica. Desde sus primeros pasos profesionales ha estado implicado en movimientos asociativos y ha formado parte de diferentes directivas regionales y nacionales.
El veterano dirigente considera que van a ser años complicados, pero confía en que el entendimiento entre los diferentes actores lleve a elegir el mejor camino para que Cantabria aproveche sus oportunidades.
–¿Cómo es la situación del sector ganadero?
–Ha cambiado porque en Cantabria el sector lácteo ha sido el eje durante años, pero ahora es una parte mucho más pequeñas. Tenemos unos 1.100 ganaderos dedicados a él, pero otros 3.000 ya no giran en torno a la leche y se han centrado más en la carne o en otros productos. El sector lácteo se ha abandonado a su suerte y los bajos precios que se pagan por la leche producida siguen siendo una amenaza. En 1989, año en que se vivieron protestas y se incendió una fàbrica en Villaverde de Pontones, se pagaba a 0,35 céntimos de euro el litro y ahora está en 0,30 o 0,31 céntimos. Elpasado martes se ha producido una reunión auspiciada por la Interprofesional Láctea y los representantes del Ministerio de Agricultura no han participado activamente dejando que los representantes de la industria llevaran la voz cantante. Además, se está apoyando la creación de macrogranjas, la próxima en Soria, lo que acabará con el sector tradicional. Eso no pasa en Francia.
–El panorama actual no parece muy halagüeño....
–Debemos unir a esto los problemas del relevo generacional. Los ganaderos lácteos tienen una media de edad alta y necesitan un relevo. En los próximos 10 años precisamos que se incorporen al menos 70 o 80 personas. Los jóvenes, por su parte, se están apuntando más a la producción ecológica. Hay ya unos 50 o 60 productores, aunque solo sean el 5% del total, pero es más que nada. Tampoco debemos obviar que hay unos 200 o 300 ganaderos que forman la elite con granjas bien montadas y que son los 'mimados' de las industrias.
–¿Y la ganadería de carne?
–El ganado de carne requiere menos inversiones y menos intensidad de trabajo y con las ayudas de la PAC se puede vivir bien. Ha tenido una etapa muy intensa, pero ahora ya se están viendo los primeros problemas. Por ejemplo, se están vendiendo terneros en el mercado internacional a países como Turquía, Líbano o Egipto, pero es volátil y se ha producido un importante bajón con los acuerdos de Mercosur, a pesar de que todavía no están operativos. La IGP (Indicación Geográfica Protegida) Carne de Cantabria ha funcionando bien con el ganado tudanco, pero se necesita más desarrollo para que su comercialización mejore y se pueda avanzar.
–¿ Y las medidas de apoyo para el relevo generacional?
–Es la clave de todo y lo que más nos preocupa. En Cantabria hay muy poco y es fundamental para poder conservar las 4.000 granjas que tenemos en la actualidad. Históricamente, en el campo, los hijos iban sustituyendo a los padres, pero ahora estudian y se van a vivir a las ciudades. ¿De dónde van a salir los nuevos profesionales del campo? Tenemos un centro formativo como el de Heras que puede aportar este relevo, pero las actuales ayudas están funcionando mal. Creo que hay que cambiar el plan de incorporación de los jóvenes y hay ahora una oportunidad con el Plan de Desarrollo Rural de Cantabria, que hay que renovar en 2020. Ya hemos tenido los primeros contactos con la Consejería para este tema y esperamos que se pueda mejorar la normativa.
–Uno de los problemas que se apuntan es la transmisión del negocio, de la finca...
–En el campo no hay definida una política de traspasos como en otros negocios y cuando un joven se quiere incorporar se encuentra con la imposibilidad de conseguir las hectáreas necesarias ya que, por lo general, la finca de la explotación cuenta con varias tierras, muchas de ellas en alquiler, y los propietarios no mantienen el mismo si hay cambio de titular en la granja. Esto no pasa en Francia en donde hay medidas para apoyar la continuidad de la explotación. Aquí el tema de la propiedad privada es más complejo y dificulta mucho el relevo. Los jóvenes no pueden lograr las hectáreas necesarias para poderse beneficiar de las ayudas de la PAC.
–¿Cómo marcha la negociación d e la próxima Política Agraria Común (PAC)?
–Las elecciones europeas han retrasado su llegada que será ahora el 1 de enero de 2023. Hay una propuesta y cambia mucho las cosas porque deja en manos de los países miembros muchas decisiones a la hora de enfocar las ayudas. El año 2020 va a ser crucial para las negociaciones y para que cada uno defienda lo mejor para sus intereses. Uno de los problemas es que en lo que se denomina segundo pilar de la PAC se quiere rebajar la aportación comunitaria que pasaría del 50% actual a solo un 25%. Esto puede ser un gran problema para el Estado y las autonomías ya que hasta la fecha, del 50% que se aportaba se repartía al 25%. Además, de este pilar depende el Plan de Desarrollo Rural de Cantabria, que hay que negociar. El actual ya tiene problema de falta de fondos y si la CE aporta menos el panorama será más preocupante
–¿Cuál debe ser la apuesta de Cantabria para hacer frente a todos estos retos?
–Cantabria tiene diseñar el camino para tener un sector agrario con futuro aprovechando el momento de la nueva PAC y el nuevo Plan de Desarrollo Rural. Para ello tiene que haber un consenso e ir todos juntos. Lo fundamental, en mi opinión, es que se defienda la calidad de los productos de la región. La leche que se produce aquí es mejor que la de Andalucía, por ejemplo. Hay que decirlo y comprarla. En la región, las vacas pastan en los prados y no viven en macrogranjas. Están además los productos artesanos como los quesos y el avance de la producción ecológica sin olvidar la importancia de todo el sector agroalimentario. Cantabria puede dar respuesta a todas las exigencias actuales y futuras de cara a combatir el cambio climático, apostar por el bienestar animal y la salud alimentaria. Nos falta 'vender' mejor nuestros productos, mejorar la comercialización...
–Seguramente se puede aprender de otros países...
–Por supuesto. En Austria el propio ganadero tiene autorización para matar a las reses y vender la carne directamente, lo que da un valor añadido a la granja y le permite su subsistencia y se respetan las medidas sanitarias. En general se potencia que en la granja se realicen muchas actividades tanto ganaderas como agrarias. En la época de los diezmos, en zonas como Ampuero, en las granjas se cultivaban alubias, maíz y se producía vino. Esta diversificación se mantuvo en Cantabria hasta principios del XIX cuando llegó la raza frisona y la producción láctea fue lo primero. Ahora tenemos muchos productores que están apostando por lo ecológico y artesano, los huevos, los quesos, la carne de aves...Por ejemplo, en San Roque de Riomiera se ha planteado crear un matadero para los productores de la zona, pero los problemas con el lobo han desanimado a los criadores cuando se había avanzado en el proyecto.
–¿Es cierto que el individualismo de los ganaderos va en su contra?
–Es mentira lo del individualismo. De hecho, el 50% de ellos están afiliados a alguna organización y el 75% pertenecen a cooperativas además de estar en otras asociaciones como las de las razas, etc. Estas cifras demuestran que se unen para defender sus intereses.
–¿Cómo se enfrenta UGAM a esta nueva etapa?
–Contamos con una directiva de 33 personas, en la que se ha rebajado la media de edad, aunque hay menos mujeres que en otras ocasiones. También destaca que la mayoría ya no son ganaderos de leche y hay 3 que son productores artesanos. La organización cuenta con diferentes grupos para potenciar las actividades como la cárnica, huerta ecológica, producción artesana...En todos ellos se analizan las actuaciones más beneficiosas para el futuro.
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