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Medir las desigualdades regionales no es tarea fácil si tenemos en cuenta las complicadas situaciones que se han vivido en los últimos años, primero con ... una importante crisis económica y, segundo, con la actual pandemia cuya repercusión en las economías regionales está por ver. La Fundación Alternativas ha querido aportar la reflexión de un destacado grupo de expertos que ha examinado la evolución de las disparidades regionales en España durante el periodo 2000- 2018. En este marco, Cantabria no ha experimentado grandes vaivenes y, de hecho, mantiene un nivel intermedio bajo. La región, junto con Aragón, Asturias, Canarias, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Galicia, Murcia y La Rioja se encuentra entre las que no muestran diferencias notables con la media española. Es una de las regiones que permanecen estables dentro del grupo de las más igualitarias. Los datos sugieren que son las autonomías del Norte las que tienen modelos menos desiguales.
Por un lado, Cantabria está entre las regiones «más desarrolladas» al contar con PIB por habitante superior al 90% del PIBmedio de la UE de 27. En el periodo 2016/2018 se situó en el 91,6 si bien pudo participar del Fondo de Compensación Interterritorial (FCI).
De otro lado, en cuanto a la renta por adulto anual, Cantabria ha bajado de la séptima posición en 2008 a la undécima en 2018, pasando 16.375 euros anuales en 2008 a 16.479 en 2018. Cabe destacar la caída en el ranking de la región como consecuencia de la crisis ya que no ha sido capaz de recuperar la posición previa en el corte periodo de recuperación.
El dato regional más preocupante es el de la tasa de pobreza que ha crecido, pasando del 13,4% de la población en 2008 al 19,5% en 2018, si bien por debajo de la media española del 20.9%.
De otro lado, Cantabria se encuentra entre las comunidades que recibieron del FLA (Fondo de Liquidez Autonómico) una cuantía relevante, más de 4.000 euros por habitante. En relación al PPP (Plan de Pago a Proveedores), las que más fondos por habitante recibieron fueron Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares, Cataluña y Cantabria, lo que parece poner de manifiesto que tenían más necesidad de regularizar su volumen de deuda con proveedores.
riesgo de exclusión
fondo de liquidez
En el trabajo (4º Informe sobre la Desigualdad en España, dirigido por Jesús Ruiz-Huerta y Luis Ayala ) la evolución se ha dividido en las tres fases del ciclo por las que ha transitado la economía española: auge (2000-2008), crisis (2008-2014) y recuperación (2014- 2018). Para ello, se han empleado los conocidos conceptos de convergencia, así como una tipología que permite identificar distintos patrones de convergencia/divergencia. Por último, se han puesto de relieve los principales determinantes de la convergencia/divergencia.
Del análisis realizado se pueden entresacar algunas conclusiones importantes. Así, como fin a una época de estabilización en las disparidades regionales que duró alrededor de dos décadas, se produjo un intenso proceso de convergencia entre las regiones españolas en los primeros años del nuevo siglo y hasta el estallido de la crisis económico financiera en el año 2008.
Esto se tradujo en que las regiones inicialmente más pobres crecieron a una tasa más elevada que las más ricas, pero al llegar la crisis este proceso de convergencia cesó, originándose, en todo caso, un leve proceso de divergencia. En la fase de recuperación la convergencia ha vuelto a aparecer, si bien a una velocidad sensiblemente menor que en la fase de auge.
Los expertos que han participado en el estudio pone de relieve que se confirma la existencia de procesos de convergencia antes y después de la crisis, así como su dispar intensidad, mientras que, por otro lado, aparecen nuevos indicios que apuntan a un aumento de las diferencias regionales durante el periodo de crisis.
José Villaverde Castro (catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Cantabria) y Adolfo Maza (profesor titular de Fundamentos de Análisis Económico de la UC) han analizado los patrones de convergencia/divergencia, los resultados apuntan a una preponderancia de los procesos de 'catching-up' (recuperando terreno) y, sobre todo, 'slower pace' (ritmo más lento) en los periodos de incremento de la renta per cápita, junto a un predominio de los patrones denominados 'falling away' (declive) y 'underperforming' (bajo rendimiento) en la época de recesión.
Por lo que se refiere a la evolución específica de cada región, lo más destacado probablemente sea la reducción del gap con respecto a la media nacional experimentada por regiones ricas, como Baleares y La Rioja, y pobres, como Extremadura y Asturias, y el incremento del gap en regiones ricas, como País Vasco y Madrid, y en regiones pobres, como Canarias y Comunidad Valenciana.
El estudio de los determinantes de la convergencia muestra que, cuando la misma se produce, ha sido debida con exclusividad a la ratio empleo población, jugando la productividad un papel casi residual. Teniendo en cuenta que una buena parte del crecimiento del empleo se ha producido en sectores muy cíclicos (hostelería y construcción), esta conclusión sugiere que los avances en la convergencia son frágiles.
91,6es el PIB per cápita cántabro en el periodo 2016/2018, nivel de región desarrollada
16.479euros anuales era la renta anual para adulto en 2018, el undécimo puesto en España
No obstante, detrás del reducido rol desempeñado por la productividad se esconde un proceso de convergencia en la ratio PIB-capital que se ha visto compensado por un proceso de divergencia en el stock de capital por empleado.
Por último, el análisis en detalle de la convergencia en la ratio empleo población ha puesto de relieve que, antes de la crisis, se debió principalmente a la reducción de disparidades en las tasas de actividad, mientras que en la etapa de recuperación fue la ratio empleo-activos la que, por sí sola, provocó la caída en las disparidades regionales. Esto último pone de manifiesto que, en la recuperación, el hecho de que las regiones pobres hayan anotado mayores incrementos en la ratio empleo/activos que las regiones ricas ha sido la raíz del incipiente, hasta la irrupción de la pandemia, proceso de convergencia regional.
El análisis realizado ha puesto de relieve que la existencia de disparidades regionales en España sigue siendo un problema importante que, en los últimos tres lustros, no ha experimentado, en su conjunto, mejora alguna. Es por ello que la lucha contra estas disparidades debe seguir siendo una prioridad de la política económica de nuestro país, y es por ello, también, que la más que previsible reducción de los fondos estructurales comunitarios destinados a este cometido (los fondos de cohesión) no es, en absoluto, una buena noticia. Tampoco lo es la crisis del covid. 19, que está afectando tan dramáticamente a nuestro país y al resto del mundo.
El trabajo señala que, además amén de la pérdida de vidas humanas que se ha cobrado el virus, la crisis ha tensionado y tensionará las finanzas de todos los niveles de gobierno (central, autonómico y local), lo cual hará mucho más complicado luchar contra unas disparidades regionales que, por mor de la crisis sobrevenida y a tenor de la evidencia empírica disponible, es probable que se vean acrecentadas en los próximos años.
Según los datos disponibles, en 2018 el gasto medio de la comunidades respecto al PIB de cada territorio se situaba en torno al 17,5%, con algunas autonomías por encima del 20% (Navarra, Castilla-La Mancha y, sobre todo, Extremadura) y otras
por debajo del 15% (Cataluña y Madrid) o próximas a dicho porcentaje (Baleares y Castilla y León). Con todo, en la medida en que los servicios básicos del
Estado de bienestar, hoy en manos de las comunidades autónomas, tienden a generar un impacto significativo en términos distributivos, puede tener interés analizar las diferencias en el gasto per cápita de las comunidades en cuanto a los servicios de bienestar mencionados, así como la distribución de las transferencias entre las mismas, como se hace en los últimos capítulos de este informe.
Por último, sería deseable ver el impacto que puede tener el modelo de financiación sobre el reparto final de la renta y, específicamente, el sistema de nivelación aplicado.
Hay que reconocer, sin embargo, que los recursos obtenidos a través del modelo de financiación de las comunidades autónomas representan un porcentaje también limitado de la actividad económica de cada territorio, lo que implica una cierta restricción de la capacidad redistributiva disponible por parte de los Gobiernos de las comunidades.
Cantabria no es de las regiones que haya padecido más vaivenes en los últimos años, pero no sabemos en qué medida esto puede cambiar debido a la actual pandemia. De momento, en 2019 creció un 1,4%, seis décimas menos que la media nacional, según los datos de Contabilidad Regional del Instituto Nacional de Estadística (INE). Según la misma, el PIB per cápita de Cantabria en el año 2019 fue de 24.383 euros, un 3,1% superior al del año anterior aunque 2.043 euros inferior al de España. Este indicador sitúa a la región en la media. Con 2020 a punto de cerrar las previsiones de decrecimiento han sido varias y todo dependerá del claro efecto del covid.
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Ana del Castillo
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